Un homenaje al glorioso pueblo de Maturin

Juana Rámirez, la avanzadora

PREFACIO

Según casi todos los historiadores, la guerra de independencia fue un asunto de hombres y la intervención de las mujeres, queda reducida a ser la mujer de fulano o a acciones insulsas y de relativa poca importancia.

La realidad es que muchas mujeres, aunque se les anule, fueron las verdaderas motoras de sus movimientos libertarios.

Los casos notables de Urimare, La Princesa Guerrera de Mariches y cacica de La Guaira, Josefa Joaquina Sánchez, motor principal del Movimiento Gual, España y Sánchez, María Luisa Cáceres, la heroína inmortal de la Margarita, son un buen ejemplo de tenacidad y lucha por sí mismas  así como de respaldo a sus parejas.

En esta historia de JUANA RAMIREZ encontramos ingredientes notables, primero por ser Juana una negra liberta, hija natural, campesina y luego porque fue soldada y guerrillera combatiente por la libertad y por último, su marido o pareja no figura como su dueño, tutor o conductor de sus actos.

Venezuela llegaba al final de trescientos años de dominación española y se habían producido decenas de movimientos separatistas, todas con nombres de hombres, Miguel, José Leonardo, Gual y España, etc.

Josefa Joaquina Sánchez, con Picornell, Gual y España es el primer movimiento libertario serio, democrático e incluyente, que no fue producto exclusivo de la sociedad mantuana, es un ejemplo vivo de la activa participación de la mujer en la independencia nacional.

Juana Ramírez, no solamente es la Avanzadora, sino el alma y el empuje del sentimiento por lograr la libertad y el resumen fervoroso de las mujeres monaguenses.

Su ejemplo y vida ejemplar, la coloca en uno de los más altos sitiales de nuestra historia, aún luchando contra el machismo de muchos, que pretenden también borrarla de nuestra memoria y de nuestra gratitud al olvidarla por más de 119 años, con un monumento de cactus sobre su tumba.

Playa Verde, julio de 2013.

FRANCISCO NATERA AMUNDARAIN.

CON EL PUEBLO SOBERANO:

Desde el movimiento Gual, España y Sánchez de La Guaira, casi al final del siglo 19, se puso de manifiesto que sin la participación masiva de las grandes mayorías nacionales a favor de la patria nueva, la independencia era menos que imposible.

La prepotencia de los señores mantuanos criollos, se manifestó siempre y tomaron para sí el asunto de la independencia exigiendo el acompañamiento de sus esclavos, peones y del pueblo en general, como una especie de orden obligatoria, siempre sujeta a la recluta forzosa, para luego de realizado el esfuerzo, volver al vasallaje y la pobreza extrema.

A partir del 19 de abril de 1810, cuando se inicia la guerra de independencia, debido a la reacción realista, se instaura en el territorio nacional una verdadera guerra civil, alimentada por un lado por venezolanos comandados por mantuanos ricos y del otro lado por una pequeña minoría de peninsulares españoles, canarios y una masa de venezolanos que respaldaban al rey.

Los mantuanos eran muy estrictos en cuanto a su preponderancia y precedencia en los asuntos civiles. No solamente el uso de mantos por sus muy invisibles mujeres en los templos, costumbre que les dio el apodo de mantuanos, sino de otras costumbres como el uso de títulos de nobleza, el uso del Don antes de los nombres, el uso de bastones de mando y otros signos de privilegio, que no admitían discusiones.

Los otros, estaban para obedecer, acompañarlos en sus aventuras,  trabajar de sol a sol y callar.

Era frecuente escuchar entre los grandes cacaos expresarse con desprecio del pueblo llano:

-Mire Don Manuel, que esta vaina de la Independencia hay que tomarla con cuidado, pues hasta el bendito rey con su guarandinga de la cédula de Gracias al Sacar, ha querido igualarnos por dinero con esos cachiferos y bichos de orilla, que pretenden ser nobles de sangre como nosotros.

-Humjuu! Don Carlos, hasta quieren disputarnos el paso por las aceras y fin de mundo, arrodillarse en las iglesias junto a nosotros!.

-Usted sabe Don Manuel, que los esclavos son seres sin alma, creados por Dios para trabajar y hacer prosperar a sus dueños. Es un crimen esos llamados libertos que pululan en nuestros pueblos y que ya no quieren trabajar y se dedican a la buhonería y oficios bajos.

VENEZUELA ADENTRO:

Como sabemos las Capitanía General de Venezuela, era para Europa, una región muy pobre, sin muchas minas de oro o plata para explotar, con algunos placeres de perlas en oriente y productos agropecuarios muy disminuidos.

A finales del siglo 18, Venezuela era un país agreste, con pocas ciudades, mucho monte y culebras, nada atractivo para el mercantilismo español, que era dueño de algunos impuestos y el comercio de productos con la metrópolis.

Una de las provincias, de las cuatro que se declararon rebeldes a principios del siglo 19, fue Barcelona, tierra de una belleza natural extraordinaria, con costas en el mar Caribe.

En su territorio apenas sobresalía el caserío de Chaguaramal, en aquel año de 1790.

NACE JUANA RAMIREZ:

Esto de hablar de los nacimientos  de nuestros héroes y heroínas, a veces se traduce en el mero acontecimiento con su respectiva fecha, casi siempre fuera del contexto de la realidad del momento y con un extraño sabor a trivialidad.

En uno de esos ranchos de barro y palma, en el pequeño y agreste poblado, la esclava negra Guadalupe Ramírez, daba a luz a Juana.

Guadalupe era una negra sirviente del fundo El León, cerca de Chaguaramal y su figura imponente era muy llamativa para los amos blancos, que mandaban por esos lados.

Así pues, se dice que el General Andrés Rojas, dueño de un fundo en Chaguaramal, preñó a Guadalupe, pero a diferencia de muchos amos, que casi siempre se hacían los locos sobre estos frutos de sus correrías, Rojas se ocupó de Juana, pronto se la llevó a su hacienda y se la entregó a su hermana para que la educara.

-Teresa, aquí te traigo a Juana, mi hija con Guadalupe, te le entrego para que hagas de ella una mujer de bien y principios cristianos.

-Jesús! José, que negrita tan avispada y solo tiene dos meses!.

Envuelta en una burda tela tejida a mano, Juana con su par de ojos enormes y negrísimos, veía a sus protectores y su boca se distendía en una sonrisa luminosa.

Allí creció Juana con su ama y tia Teresa, quien la enseñó pronto a leer y a estudiar el catecismo, la bautizó en la religión católica para quitarle lo hereje!.

Era una niña viva e inteligente, que vivía correteando los alrededores de la hacienda, y cuando pudo ayudando en las labores de las otras mujeres, que cultivaban los conucos.

Siempre se destacó por su audacia y en cuanto a nadar en el río o manejar el machete y el cuchillo, pronto fue adversaria de muchos de los muchachos de su pequeña pandilla.

Desde casi niña, influenciada por las ideas de su padre y su tía, asustaba a los otros niños con cuentos de aparecidos y con la amenaza de los godos come niños.

-Vamos Jorge!, niño tonto!...corre a ver si me alcanzas!

Siempre Juana retaba a sus amiguitos a extenuantes carreras y rara vez perdía la partida.

JUANA LA PATRIOTA:

Su padre, después del 19 de abril, se hizo un patriota cabal, alimentado por las nuevas que llegaban de Caracas y de Trinidad.

Juana era una esbelta negra, de 20 años, atlética y hermosa como una flor de barranco.

Su padre, quien sostenía algunas tertulias con gente amiga que llegaba desde Maturín, Caracas y Trinidad, le permitía participar porque le complacía mucho el asombro de sus invitados al oír aquellas ideas salidas de la boca de esta negrita altiva y preciosa.

Su padre siempre atento a su preciosa hija color carbón y con alma de diamante, llegaba con algunos invitados a la casa solariega:

 -Juana conoce a Don Anselmo, quien nos trae noticias de Trinidad sobre este asunto de sacudirnos a los españoles y sus gentes del rey.

-Gua!, mucho gusto Don, ya era hora que nos arranquemos a sacar de esta tierra bendita a estos monstruos explotadores y chupa sangre que ya llevan 300 años fregándonos!.

-Caray Don José, mire que esta criatura es bien zumbada!, esto es lo que necesitamos para despertar de este largo letargo. La monarquía española agoniza y debemos aprovechar para darles una patada!.

Por estos días llegó la noticia de la expulsión del Capitán General Emparan y el establecimiento del nuevo poder en Caracas.

Chaguaramal se alborotó  y las mujeres iniciaron los preparativos para una gran celebración que se efectuaría en el patio principal de la hacienda de los Rojas.

-Juana, arrea a esa mujeres, para  un buen asadero de carne en vara, para que prepararan mucho casabe y se hiciera un gran sancocho de busco. Vamos a botar la casa por la ventana!. Ha llegado la hora de la Patria!.

-Si padre!, en eso andamos y esperamos que todo el pueblo, blancos, negros, mestizos y quien quiera venga a celebrar con nosotros. Pa´lante es pá ya!.

El gentío se agrupaba sobre el gran brasero en donde se recostaron 8 cuartos de res y dos cochinos de monte.

Todo el pueblo estaba allí  y se hablaba del gran zaperoco de Caracas.

El general Rojas se encaramó  en un barril y se dirigió a los invitados:

-Ya en Caracas, han tomado las riendas del poder y vamos encaminados a un Congreso soberano para hacer nuevas leyes. Hoy aquí declaro, que mis esclavos quedan libres!.

El gentío rugió con un estruendo de aprobación y asombro!

-Todos los que quieran seguir con nosotros en el hato, trabajaran y se les pagará un salario, en productos o pesos. Viva la libertad!.

Juana escuchaba a su padre embelesada por su acción tan sorpresiva, pero nunca extraña de aquel patriota, tan compenetrado con la idea de la igualdad y la justicia.

Estalló la fiesta y hasta el otro día corrió la guarapita y la comida. Por un momento, la gente olvidaba tanta pobreza y sufrimiento.

CARACAS, LA DEL EJEMPLO:

Para 1810, Caracas, era un pequeño pueblo con unas 35 mil personas.

Era el asiento de la clase dominante, propietaria y terrateniente de casi toda Venezuela y en otras ciudades abarcaban el poder: Barquisimeto, Barcelona, Cumana, Coro, San Carlos, San Felipe, Mérida, Trujillo, Valencia, Carora, El Tocuyo, todas ciudades capitulares en donde se copiaba casi al calco la gobernabilidad y la supremacía mantuana.

En Caracas de fin de siglo, ya libre de la amenaza de los Hombres Libres caribes y arahuacos, la vida transcurría muy dominada por la religión y  había decenas de iglesias para las celebraciones patronales y los grandes entierros de los ricos.

Los curas aprovechaban como siempre su gran influencia como porteros del paraíso y hacían grandes negocios con las misas, bautizos, confirmaciones, entierros y la venta de documentos papales o bulas, que servían como entrada al cielo de los muertos estacionados en el purgatorio.

Por supuesto, solamente algunos ricos, podían comprar estos pases celestiales y la mayoría del pueblo llano, por falta de pesos, tenían que dejar sus muertos varados en el purgatorio, además de otras odiosidades en el uso de las iglesias, uso de los atriles, derecho a sentarse en las ceremonias y otras minucias muy impopulares entre la chusma.

En Caracas, los pudientes llevaban una vida especial, cortada a su medida y lejos de incomodidades y penurias comunes al resto de la población.

Sus casas eran solariegas, al estilo árabe con jardines interiores y paredes gruesas  encaladas con tapia, que dejaban el calor afuera.

Esta gente trabajaba poco y estaba rodeada de sus esclavos y capataces quienes eran los que producían en sus haciendas y hatos.

Los mantuanos ricos lucían ropajes de papagayo, con casacas rosadas, rojas y moradas, llenas de encajes dorados, camisas de cuello bordado y broca mangas, calzones ajustados de algodón y zapatos de cabestrillo con hebillas doradas y tacones.

No se acostumbraba mucho el baño corporal, pues era creencia general que esto desgastaba el cuerpo, así que los señores suplían su falta de higiene con aguas de colonia y pachulíes.

Viajaban sobre calles empedradas, arroyos y barriales, subidos en sus calesas tiradas a caballo o en sus jaulas doradas cargadas por hasta 10 esclavos.

Por supuesto que no sufrían de baches, mosquitos o inconvenientes del terreno, para eso tenían sus motores amortiguadores, que los llevaban a cualquier lugar en forma rápida.

Las mujeres caraqueñas mantuanas eran un poco más recatadas y seguían el estilo español peninsular que no permitía el escote como lo hacía el atrevido estilo francés.

Todos se reunían en las tardes, en los cafés al estilo europeo, en el Coliseo establecido desde 1784, entre las caraqueñas esquinas de Conde a Carmelitas, al lado de lo que hoy es el edificio de El Correo.

Igualmente era muy famosa la llamada Posada El Ángel, muy visitada por extranjeros de paso y la juventud caraqueña en las tardes para degustar los vinos olorosos de España, sidras Asturianas, la famosa torta negra de las Bejarano, polvorosas, melcochas, coquitos de coco, otras granjerías y mucho café o chocolate.

Por supuesto que el público de estos establecimientos era blanco criollo o europeo, los mestizos, zambos o negros estaban presentes para servir de cocineros, limpiadores o mesoneros, el apartheid, era tan normal que nadie notaba la diferencia.

Todos estos sitios de la Caracas de antaño desaparecieron con el terremoto de 1812, pero jugaron su papel de agitación en la Caracas del ejemplo.

Debemos recordar que para 1789, en Francia se produce el 26 de agosto, la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, texto estrictamente prohibido por las autoridades y la iglesia, para esta parte olvidada del mundo.

Igualmente el estallido de la revolución norteamericana deja correr su influencia en la apaciguada y lánguida Caracas.

La Masonería y las Sectas Secretas, hacen su agosto en las tertulias caraqueñas y las autoridades empiezan a vislumbrar lo inevitable con él  se inicio de un periodo de inestabilidad política.

Se produce el Movimiento Gual, España y Sánchez en La Guaira , lugar que siempre ha sido un territorio levantisco y altamente inclinado a los cambios revolucionarios.

Por esos días los partidos liberales de artesanos, milicianos, pardos y hasta libertos esclavos, pululaban en el Puerto de La Guaira, Caraballeda, Maiquetía, Macuto y Naiguatá, el resto eran haciendas de caña o cacao, donde algunos patriotas habían formado pequeños ejércitos de seguidores.

Incluso en algunos sitios se atrevían a cantar La Carmañola como un gesto de reto a los españoles opresores:

-Viva tan solo el Pueblo,

 El Pueblo soberano.

Mueran los agresores,

 Mueran sus partidarios.

Las familias Román y Mendirili de La Guaira, prestaban sus casas para oír arengas libertarias preparadas por el nuevo movimiento.

A orillas del riachuelo Quita Calzón se verificó una camuflada fiesta con decenas de pobladores y allí José María y Josefa Joaquina, llamaron abiertamente a la lucha por la libertad.

En el público que escuchaba atentamente, estaban Carlos Manuel Piar y su madre María Isabel Gómez, futuro general en Jefe de la República quien tuvo un triste y emotivo fin en un paredón en Angostura.

Pegado a la montaña y muy cerca de sus neblinas, se elevaba una gran fogata y un asadero de carne de res para darle comida al centenar de partidarios que asistían a la fiesta, de repente sobre un barril se subió Josefa Joaquina Sánchez, quien con una tea en mano, en forma impulsiva se dirigió a los presentes:

-Hermanos! Ha llegado la hora de las definiciones y de acabar con el oprobio de los españoles en nuestra querida tierra. Todos somos bienvenidos a la fiesta de la Libertad y os pido que cantemos La Carmañola!...

-Viva tan solo el Pueblo!...

El Movimiento libertario fue ahogado en sangre por el Capitán General Vasconcelos, quien presidiendo la Audiencia de Caracas, dictó una cruel sentencia contra José María España para ser torturado, ejecutado y desmembrado además de varias ejecuciones sumarias para otros comprometidos, especialmente aquellos de bajo linaje y 8 años de cárcel para Josefa Joaquina.

Se produce la llegada de Vicente Emparan, quien venía de ser gobernador en Cumana y siempre acusado de ser afrancesado y muy suave con toda la literatura revolucionaria francesa que inundaba el oriente de Venezuela, desde Trinidad ya convertida en colonia británica y muy alineada con las ordenes de Londres de convertir a Suramérica en un campo propicio para su comercio mundial.

LOS SIN CAMISA, PIDEN EL SON DEL CAÑÓN:

Rápidamente entramos en los vitales escenarios del 19 de abril de 1810 y el 5 de julio de 1811, acontecimientos muy seguidos desde Maturín en donde ya habitaba la familia Rojas y su hija mulata Juana, quienes se convirtieron en fervientes sostenedores de la causa republicana.

Todos proclamaban en las calles de Maturín que ya el rey no existía y que había surgido un nuevo gobierno republicano.

Juana y los Rojas, formaban en Maturín un nuevo partido, a imitación de los Sincamisa de Caracas, formado por la base del pueblo y en donde para horror de los pocos oligarcas maturinences, militaban hasta negros libertos y mulatos.

Igual que en la Capital, los jóvenes recorrían las tres calles de Maturín, cantando la canción de moda:

-Aunque pobre y sin camisa,

Un baile tengo que dar,

Y en lugar de la guitarra,

Cañones resonaran.

¡Que bailen los Sincamisa,

Y viva el son del cañón!

Juana y sus amigas, formaron una especie de Sociedad Patriótica de Maturín, muy concurrida por casi todo el poblado, en donde se despotricaba del rey y hasta de los señorones mantuanos.

Aunque el Congreso reunido en la distante Caracas, se reúne el 2 de marzo de 1811, compuesto por terratenientes y propietarios, muy conservadores, no dudan en proclamar las ideas del  Contrato Social y la de los Derechos del Hombre.

En Caracas, la Junta Patriótica y los Sincamisa, alborotan el ambiente y a fuerza de discursos incendiarios logran que los timoratos avancen, aquí en la lejana Maturín, sucede lo mismo y los diablos de los jóvenes causan conmoción e hilaridad.

Juana era el alma de estos tempranos Avanzadores, quienes en las calles asustaban a los vacilantes, proclamando al igual que en Caracas, la del ejemplo, que todos ya éramos libres del dominio español.

-Viva la patria libre carajo!. Abajo los godos y mantuanos!

En las tardes crepusculares de Maturín, a la luz de las teas de brea, partidas de jóvenes recorrían las calles.

Especial entusiasmo causa un encendido discurso de un joven llamado Simón de La Trinidad Bolívar Palacios en donde reclamaba los trescientos años de calma y llamaba a la liberación de Suramérica, porque vacilar es perdernos.

Estos volvía locos a los conservadores realistas, que no podían comprender la herejía de separarnos de España y mucho menos ese absurdo llamado a liberar a una Suramérica, que ellos creían que no existía, para ellos todo era España, la eterna.

Llega el 21 de diciembre de 1811, la Primera Constitución de Venezuela y los bulliciosos jóvenes maturinences quedan un poco amoscados, al leer días después, que en todo su texto no aparece la palabra república.

Con el manoseado texto de la nueva constitución, impreso en la caraqueña esquina de Gradillas,  el general Rojas, hablaba con su adorada hija:

-Juana, te has fijado que en el texto que nos llegó de Caracas, sobre la nueva Constitución, no aparece para nada la palabra REPUBLICA.

-Si padre, ya lo había notado ¿No será que estos riquitos, nos quieren meter gato por liebre?..No nos vengan después con que quieren ponernos un rey mantuano o algo así!...

-No creo hija!..Esta es gente seria y creo que se trata de pasar agachado, para no alborotar a los realistas, que como tú sabes hasta aquí en Maturín, están de un tiro para pasarse al enemigo. En esta tierra siempre hay gente para todo!.

-Ay papá, dígamelo a mí y le pronostico que tarde o temprano unos cuantos de aquí se van a pasar para los del rey, siempre esperando favores o pesos macuquinosgente pa´ todo!

Repercute en Maturín la estruendosa caída de la Primera República, por distintas causas y errores cometidos por aquellos sabios que trataron de hacer una república aérea.

El encumbramiento de Domingo de Monteverde y la derrota de los republicanos, hasta la capitulación del generalísimo Francisco de Miranda, son acontecimientos dolorosos que se ciernen como nubes grises de tormenta sobre las casuchas de Maturín.

EL ISLOTE DE CACHACACHARE:

Navegando desde Trinidad y antes de llegar a la costa norte de la península de Paria, emerge un pequeño islote, árido y despoblado llamado por los indios Caribes como CACHACACHARE o Nido de Gaviotas.

Allí se inicia la reacción en contra de los realistas usurpadores y con la logística traída de Trinidad y el contacto con Paria y otras islas, se concentran los patriotas que se autocalifican pomposamente como La Expedición Libertadora.

La lidera Santiago Mariño, un blanco criollo margariteño, siempre polémico, muy disciplinado y austero, amante de los códices y normas, engreído en su indiscutible grandeza y sacrificio por la patria.

Lo acompañan otros gigantes, Piar, los 2 hermanos Bermúdez, Ascue y Marcano, todos muy reputados por su indocilidad y arrojo suicida ante el enemigo.

Una columna al mando de Mariño toma los poblados de Guiria, Irapa, Rio Caribe, Carúpano y Cariaco, liberando casi todo Paria.

La otra al mando de Piar y Bernardo  Bermúdez, se dirige a Maturín.

MATURIN, TAN POBRE, PERO TAN NOTABLE!:

Unas cuantas casuchas en tres o cuatro calles de tierra, era todo el ya famoso poblado de Maturín, en donde se concentraba todo el espíritu de resistencia hacia el imperio español en esta parte de la sufrida Venezuela.

Desde Caracas y su Capitán General se preocupaban y preguntaban ¿Qué diablos pasa en Maturín?..,

Cursaban leyendas en todo oriente, para inquietud de los realistas y se hablaba del Espíritu invencible de Maturín.

Esta extensa zona casi plana y cercada de ríos caudalosos, con muy escasa población, parecía  destinada por La Providencia, para albergar un colectivo espíritu de lucha a favor de la libertad, producto de su gente campesina acostumbrada a la dura lucha por la existencia colonial, siempre desamparada y lejana de los centros urbanos del poder, en realidad, tierra noble y amasada con el barro de la rebeldía.

Luego, como amedrentamiento ejemplar fueron enviados auténticos asesinos realistas como Zuazola o La Hoz, para exterminar este pernicioso germen libertario en esta insignificante villa Del Mal.

Eran famosos estos villanos españoles, porque al tomar los poblados, a los prisioneros patriotas les cortaban la piel de la parte inferior del pie y los hacían caminar sobre brasas ardientes, todo un refinamiento de la justicia española en tierra de facinerosos.

Los maturinences resistieron y los asesinos vieron frustradas sus intenciones de tomar el pueblo.En sus furiosos intentos, dejaron regados de cadáveres realistas las impoenetrables defensas de Maturín, las cuales se basaban no solo en obras de defensa, sino en una rara y acerada voluntad de no dejarse subyugar por sus enemigos.

Un pueblo unido con los indios Chaimas, las familias Rojas  y Monagas eran una reserva moral inexpugnable y Juana Ramírez, comandanta de la Batería de Mujeres, quienes se habían organizado en un pelotón de combate, listas para entrar machete en ristra al ataque del enemigo invasor precedidas de certeros cañonazos de su tres baterías móviles, eran las inspiración de todo el pueblo de Maturín.

Esta frustración en contra de Maturín y su leyenda de invencibilidad hizo nido en el espíritu de Don Francisco de Monteverde, natural de La Laguna, Isla de Tenerife, España y nacido en 1773, de 37 años de edad. Artífice de las triquiñuelas ocultas en la Capitulación de San Mateo que fue celebrada en Valencia, mediante un sarao, amenizado por los gritos de los patriotas degollados en aquella nefasta noche y ya muy conocida en Maturín por boca de los emigrados del centro que huían en busca de la libertad.

Don Francisco Monteverde, llega a Barcelona y pone su mirada en los rebeldes de Maturín.

-Joder, que estos tierruos de Maturín, me tienen harto!. Yo proclamo que: -Con la misma facilidad que se disipa el humo, al impulso del viento, así desaparecerán los facciosos de Maturín, por el valor y la fortaleza de los soldados del rey que tengo el honor de conducir a la victoria.

Era tanto el odio de Don Francisco, que se disponía personalmente a hacer pupa a los facciosos de Maturín y no dejar la tarea a cualquier asistente secundario del señor Capitán General de Venezuela.

PIAR EL GRANDE:

El asunto fue muy comentado en Maturín y el mismo Piar llamaba la atención al respecto.

-Carajo!, viene el mismísimo Capitán General a jodernos!. Así consideraran ellos a Maturín y el peligro que representa para estos boluos del rey!.

Así se expresaba este joven oficial patriota, venido de La Guaira y cuyo arrojo y valentía rayaba en lo increíble y la leyenda.

Mientras esperaban la arremetida imperial al mando de su cabeza máxima en Venezuela, Carlos Manuel Piar se preparaba.

Todos los días reunía a los defensores de Maturín, compuestos por los peones, esclavos y libertos del territorio y de los criollos blancos patriotas. Contaba con la retaguardia de los indios del morichal, los Chaimas.

Su mejor sorpresa la representaba el Pelotón de Artillería de las Mujeres, al mando de Juana Ramírez.

Todas las tardes el general entrenaba a sus mujeres en el uso del cañón, organizadas en servidoras de tres baterías, se concentraba en afinarlas en la puntería, para alcanzar blancos cada vez más pequeños y lejanos.

Cada tiro errado correspondía con una cara del general arrecho, cada tiro en su sitio, era una fiesta de halagos y arengas a sus mujeres guerreras.

-Juana! Que vaina tan buena carajo!.

-Si mi bello general, tus mujeres están listas y no comen cuento!.

Le replicaba Juana, con un dejo provocativo que rayaba en el coqueteo. Ella adoraba aquel hombre y siempre lo imaginaba como un ángel caído del cielo, con su espada flamígera en la diestra, montado sobre su rucio, ajusticiando a los bárbaros realistas.

Ya era frase frecuente en la boca del amado e idolatrado general, hablar sobre las increíbles mujeres de Maturín.

-Estas mujeres de Maturín, se las traen, carajo!

Un día cualquiera el general acompañado de Juana y su segunda Marta se fueron a caballo, buscando las riveras del rio Guarapiche, para hablar con el cacique Guanaguanay, señor de los Chaimas, gran guerrero de los morichales e indómito enemigo del rey.

-Juana, Marta, nos vamos para el Guarapiche, a hablar con los Chaimas y su señor José Miguel Guanaguanay, esta gente es vital para engrosar la resistenciay hasta un poco de curare le voy a poner a mi espada

Temprano en la mañana encendida de Maturín, partió la escolta de Jefe y sus acompañantes.

Estuvieron por tres días conversando con la tribu, en una asamblea que a veces se hacia una sampablera de gritos en contra de los realistas, que venían a apoderarse de la tierra sagrada de todos.

Los Chaimas como casi todas las tribus que desde hacía 300 años resistían al invasor blanco español, les parecía una gran falta, un gran pecado, que quisieran las tierras, la propia tierra que no tenía dueños, pues la tierra era la dueña, madre y señora de todos los seres.

Estas tribus aledañas al gran río Orinoco, se reputan como las más antiguas en el territorio y su apego a la noble tierra es cuestión sagrada.

Guanaguanay, sentado en su churuata, rodeado de los invitados y el humo de su larga pipa, les hablaba pausadamente:

-Los blancos dicen que la tierra es de ellos, nosotros decimos que todos somos de la tierra.

-Mi señor general y sus damas acompañantes, los Chaimas estamos dispuestos a dar la vida por la madre tierra. Abajo los godos ladrones!

El pacto fue sellado con humo de tabaco y chicha fuerte, al son de las guaruras y timbales de la noche aborigen.

Guanaguanay, al aviso de Piar, recorrería los kilómetros que los separaban de Maturín y pelearían por la libertad y la tierra.

MONTEVERDE, AVISTA A MATURIN:

Por fin después de varios días de marcha, desde la costa, se acercaba a Maturín el señor brigadier de España, Don Francisco de Monteverde condecorado con la orden de Isabel la Católica y la orden de Talavera, servidor leal del rey y Capitán General de Tierra Firme o Venezuela.

2 mil hombres lo acompañan en la aventura de someter a los maturinences y acabar con la leyenda, viene caminando desde La Cruz de la Paloma, acompañado por su tropa casi todos venezolanos de Coro y unos pocos canarios de orilla.

Su intención no era solamente lograr una aplastante victoria, sino acabar con esa fuerza  que emanaba de este agreste territorio, tan intimidante y retadora para los realistas, que siempre despertaba desazón y temor en los alineados con el orden  de la madre patria.

Piar lo espera en el glorioso sitio de Altos de Otero, previamente apertrechado frente al poblado de Maturín.

En el poblado comandados por el comandante Felipe Carrasquel, hijo de una familia criolla de Maturín, esperaba parte de la tropa y entre ellas El pelotón de las Mujeres, comandado por Juana Ramírez.

ALTOS DE OTERO Y LUEGO ALTOS DE LOS GODOS:

Circundado por bucares y cedros, esta colina o altos, fue la escogida para las cinco batallas que libró Maturín, cuatro de ellas de gloriosa victoria y una de dolorosa derrota con el sanguinario Morales.

Monteverde prontamente arremetió  contra los patriotas en los Altos de Otero y fue rechazado con algunas pérdidas.

Tras varios intentos, las exiguas municiones patriotas fallaron y Monteverde percibiendo una baja en el poder de fuego de su enemigo, se organiza para otro intento.

Piar, según lo acordado, envió  un correo a la Plaza de Maturín, solicitando el avance de la retaguardia.

Los indios chaimas, unos 700 al mando de Guanaguanay, llegaban a la plaza a tiempo para iniciar la marcha.

El viento maturinence, se lleno de ruidos de guaruras y gritos, que ya se escuchaban en el frente realista, causando extrañeza y temor.

El Pelotón de las Mujeres secundaba la avanzada y fiel a su riguroso entrenamiento cada cierto tiempo en el trayecto, ya a la vista de los altos, iniciaron un rítmico disparo de sus baterías.

Al principio debido a la distancia las bombardas caían algo cortas, pero a medida que se acercaban empezaron a causar daño en las filas realistas.

A cañonazo limpio avanzaban los refuerzos desde Maturín.

De repente ya llegando a los altos, en columna de cuatro, con sus tres cañones arrastrados por mulas, parecieron: Juana Ramírez comandanta, Marta Cumbale segunda al mando y al frente, Antonia Palacios, Juanita Ramírez, Valentina Mina, Graciosa  Barroso, Valencia Gómez, Rosa Gómez, Dolores Betancourt, Carmen  Lanza, Luisa Gutiérrez, Isidora Argote,  Eusebia Ramírez, Guadalupe Ramírez, Rosalía Uva, María Romero, Josefa Barroso, Juana Carpio y Lorenza Rondón.

En la historia de la humanidad, es raro encontrar un pelotón de mujeres combatientes que marcharan tan decididamente a luchar.

Piar que esperaba, quedo mudo de asombro ante esta visión!.

Desde cierta distancia los tres cañones del cuerpo femenino, rugieron de nuevo con su carga rumbo a los realistas y los impactos hicieron un blanco demoledor.

Juana con la Espada del Muerto en la mano, la espada de un oficial realista muerto, que personalmente le arrebató al moribundo, en una de esas anteriores batallas, llegaba primero al lado de Piar y Azcue, quienes mudos de asombro vieron agruparse a las mujeres y respaldadas por su artillería personal, avanzaron hacia Monteverde, seguidas por un tumulto de patriotas hombres, quienes gritaban como locos y  en la vanguardia la tribu Chaima  de Guanaguanay con sus flechas y lanzas.

-Soldadas de la Patria!.

Las saludó Piar y de inmediato se puso al frente de ellas y la avanzada.

-Vamos muchachas! A morir por la patria!, pero antes vamos a cortar cabezas godas por doquierMujeres a la lucha!....Avanzar!

Los realistas alineados en batalla al pie de la colina, vieron venir la densa ola humana erizada de lanzas y desde donde disparaban flechas envenenadas de curare, flechas incendiarias y cañonazos certeros.

El choque espantó a los realistas, quienes vieron quebradas sus líneas en varios puntos, mientras que los cañonazos hacían estragos por doquier.

Casi al frente de esta masa humana, gritando con su espada Del Muerto en la mano, seguida por sus lugartenientes iba Juana casi a la espalda de Piar y seguida por los indios, así llegaron al borde de los realistas, que asombrados veían venir esta furia femenina, nunca vista.

Piar montado en su caballo, espada en mano llegó primero al borde de la línea enemiga, muchos fuegos lo cruzaban sin tocarlo, parecía una aparición fantasmal en medio de la humareda.

Su penacho de plumas rojas se movía rítmico al son de su espada, que sin piedad cortaba, tasajeaba y causaba pánico entre los asombrados godos.

Nada parecía detenerlo y Juana y sus mujeres, casi le disputaban el honor de morir aquella roja tarde.

Juana lo miraba de vez en cuando, como recreando su visión del ángel y su espada flamígera, con que siempre lo soñaba.

Los realistas temblaron y de pronto se produjo una desbandada que dejaba tirados armas y pertrechos.

Monteverde desde un sitio cercano, no daba crédito a sus ojos y decidió fugarse precipitadamente, dejando a los lugartenientes Bosch y Cabrera al mando de nada, ni de casi nadie!.

Esta batalla de Maturín y el bautizo de fuego de las Avanzadoras, terminó con las muertes de Bosch y Cabrera, los comandantes abandonados por Monteverde, así como 479 soldados realistas, 27 oficiales, 6 mil pesos de plata, 3 cañones de campaña y 2 cofres de papeles de Monteverde.

Los alrededores de Altos de Otero, lucía un reguero de cadáveres realistas y bastantes patriotas, sobre todo de la avanzada liderada por Piar, Juana y Guanaguanay.

Ya no sonaban los cañonazos y disparos, una extraña calma circundaba el violento escenario de la concluida batalla y se escuchaban los lamentos de los heridos.

Juana y sus mujeres, dejando a resguardo sus cañones y armas, se entregaron con frenesí a socorrer a los que pedían ayuda y pronto en el mismo campo de campaña, surgió un hospital de sangre, lleno de estas enfermeras improvisadas.

Bajo un inmenso samán, bautizado La mata de la muerte, los soldados cavaron la tumba para los caídos y las Avanzadoras ayudaban a darle sepultura, frente a la iglesia de San Ignacio, en la humeante y gloriosa ciudad de Maturín.

Los muertos se enterraban por igual, fueran patriotas o realistas, era la inclinación natural de estas gentes al respeto por los difuntos y su heroico sacrificio, sin importar que los godos fueran enemigos declarados de la Patria.

En el centro de la plaza de Maturín, correctamente alineados los combatientes, el general Piar, montado en su caballo, se dirigía a su tropa:

-Compatriotas!. Acabáis de escribir otra página gloriosa en los anales de la Patria. Maturín, será recordada para siempre como el abismo fatal de los tiranos.

-Pelotón Femenino de Artillería, os declaro Heroínas de la Patria y os bautizo como Las Avanzadoras. En los anales de la historia humana, no encuentro parangón para ustedes, mis soldadas inmortales!.

-Declaro a todos los esclavos que participaron en la batalla como libres de toda esclavitud y sus nombres serán registrados.

-Declaro a los Chaimas, como dueños de sus sagrados territorios, al sur de Maturín y así la Patria debe reconocerlos hasta el fin de los tiempos.

Atardecía el 25 de mayo de 1813.

Los patriotas toman el control de Maturín y las mujeres organizadas con Juana a la cabeza, se ocupan de la intendencia y la logística del ejército patriota acantonado en el pueblo.

Eran frecuentes para esta época diversas reuniones vespertinas en los salones de las familias Rojas y Monagas, discutiendo sobre los acontecimientos de Caracas y en especial la nueva esperanza personificada en Simón Bolívar, quien para estos días con unos 500 hombres acompañados de Atanasio Girardot y José Félix Ribas, inicia la Campaña Admirable. Se suceden las batallas de Niquitao, Los Horcones, Taguanes, Bárbula, hasta la entrada triunfal del Libertador en Caracas, el 7 de agosto de 1813.

En Maturín crece la admiración por Bolívar, el que les trajo la libertad y sobre todo la esperanza, El Supremo y Libertador.

Se inicia la Segunda República.

Todos estos acontecimientos tuvieron su repercusión en Maturín, quien se alborotaba ante las sucesivas victorias de los patriotas y el derrumbe de Monteverde, el recordado enemigo que mordió el polvo en el ahora llamado Altos de los Godos.

En Caracas Bolívar es un manojo de energía para organizar un gobierno fuerte y subsanar los errores cometidos en la Primera República.

Una asamblea de notables, frente al templo de San Francisco y su destruido atrio por el terremoto del año 12, lo proclama como Libertador.

La tarde custodiada por el Guaraira Repano, señalaba el 7 de agosto de 1813, todo Caracas, concentrado a la sombra del samán, frente a la iglesia, lo proclama Libertador, más sin embargo todavía la causa republicana no había calado en la conciencia colectiva y la lucha de clases, empezaba a hacer estragos en la joven patria.

Se inicia una fea reacción realista que lidera desde Guárico, el taita, José Tomas Boves.

Su consigna es demoledora y convincente:

-Muerte a los blancos y quitémosles sus bienes.-

Simplemente la lidera, la conduce, la moldea a su interés por destruir a la nueva república, pero su fuerza telúrica está representada por venezolanos en contra de su propia patria. Toda una tragedia que intermitentemente ha acompañado nuestra vida nacional, venezolanos en contra de su país.

Ocurre el primer desastre del sitio de La Puerta en donde Boves arrolla a Campo Elías. Se produce la heroica batalla de La Victoria con el empuje de la juventud caraqueña.

José Tomas Boves, venía guerreando con los pardos y los oprimidos en contra de los amos burgueses  en junio de 1814, toma la ciudad de La Victoria y en el sitio de La Cabrera, sin piedad, ni clemencia, degüella a 1.600 patriotas.

Cada día las tropas realistas asesinas, se acercaban a la capital.

La gente dormía en zozobra acampando lista para la huida,  en calles y plazas.

Bolívar y Ribas comandaban la resistencia, pero sin armas y recursos, el desenlace parecía inminente y triste.

El 6 de julio de 1814, se publico un bando anunciando para el día siguiente la partida hacia el oriente de Venezuela.

Sin embargo a mediados de Julio de 1814, Boves entra a Caracas y se produce la gran marcha de los patriotas hacia el oriente de Venezuela.

Cundió el caos y entre tumultos y gritos, unas 6 mil personas se lanzaron vía Petare, buscando el camino hacia Barcelona.

La primera jornada, parecía una romería agradable y tranquila, pero luego de varios días, la marcha se convirtió en una larga columna de desesperados.

Los emigrados llegaron a oriente, Margarita y Maturín.

EL GENERAL MORALES A DESTRUIR MATURIN:

Para  diciembre de este cruel año, Morales amenaza a Maturín y sus patriotas se preparan para recibirlo y derrotarlo.

Todo era actividad en el pueblo, bajo las órdenes de Bermúdez, la Batería de Mujeres, volvía entrenar para repetir sus hazañas frente al enemigo.

La lucha fue desigual y violenta y esta vez, la victoria favoreció a los realistas, que ávidos de venganza por sus anteriores derrotas en el sitio, entraron a fuego, degollamiento, violaciones y saqueo en contra de los heroicos habitantes del patriota Maturín.

Todos hicieron alarde de valor y resistencia, pero la superioridad de los realistas pudo más.

Precipitadamente, los líderes y entre ellos Juana y sus compañeras, abandonaron entre incendios y los últimos tiroteos, el triste escenario de su única derrota.

Amparadas por la oscuridad de la noche, lograron evadir a los realistas y se desplazaron hacia el sur de Monagas, buscando los morichales y a sus aliados los Chaimas, allí se reorganizaron como pudieron hasta que la persecución amainó.

En la plaza de Maturín, se aniquilaba a machetazos a los patriotas que fueron capturados o no pudieron huir. Familias enteras fueron ejecutadas, incluyendo niños. El terror se apoderó de toda la comarca, pero los dientes rechinaban, pidiéndole al Altísimo, la oportunidad de vengar a los muertos.

LA HEROICA GUERRILLA DEL GUARAPICHE:

La resistencia se hace guerrilla en los meandros del rio Guarapiche y las Avanzadoras se hacen guerrilleras, para hostigar diariamente a las fuerzas realistas acantonadas en Maturín.

Las Avanzadoras, dejaron abandonados sus cañones y ahora portaban pistolas, machetes y habían aprendido a usar el arco y las flechas Chaimas.

A veces la patrulla, se acercaba a Maturín y veían desde lejos el humo de los fogones, recordaban el inmenso sacrificio de las familias que no pudieron huir y esto las animaba en su dura lucha.

Exploradores o pequeñas columnas realistas que protegían la plaza, eran a veces interceptadas por el Pelotón Femenino.

Juana al frente del combate, siempre arriesgada y firme, silenciosas y letales, les salían al paso como fantasmas y dejaban regado el suelo de cuerpos ensangrentados.

-Recojan las armas!..Rápido!...Adelante mis muchachas!

Así como llegaban, desaparecían con increíble rapidez y los quejidos de los heridos iban quedando lejanos

Los realistas hablaban de estas cosas en sus fogatas nocturnas.

-Josú, que a Don Diego, lo atacaron unas tías, armadas hasta los dientes y salvó la vida porque se hizo el muerto...Joder! Que nadie había visto semejante vaina diabólica!..Que son mujeres coño!

Ya el temor era demasiado grande y los realistas tuvieron que agrandar las patrullas y limitarlas al contorno muy cercano.

PIAR VENCEDOR DEL EL JUNCAL:

Después de los sucesos en España y la derrota de Napoleón, vuelve a su trono Fernando Séptimo y España se prepara para continuar el sojuzgamiento de sus posesiones en América.

Pero las reservas morales de la patria naciente eran inmensas y desde la misma tierra surgen los hombres que lideran su redención, entre ellos Carlos Manuel Piar, quien era un héroe en Maturín y había encabezado la victoria de los Altos de los Godos.

Cerca de Barcelona Piar busca a Morales y en la batalla de El Juncal, lo derrota estrepitosamente, vengando el oprobio de Maturín. Era el glorioso día del 27 de septiembre de 1.816.

Morales quien venía de Aragua de Barcelona comandaba a unos 2500 realistas, como siempre casi todos venezolanos.

Piar apenas contaba con menos de un millar de patriotas, pero la diferencia era que cada unos de ellos valía por 10 realistas y estaban dispuestos a morir primero, antes que fallar.

En la extensa sabana, desde la madrugada se impacientaba el ejercito de la Patria y sus comandantes, Mac Gregor, Freites,  el guaireño Soublette y José Tadeo Monagas de Maturín la Heroica.

En El Juncal, vuelve a brillar la altanera embestida de este héroe inmortal, quien poseído de un ardor nunca visto arremete contra los realistas, mientras decenas de ellos tratan de derribarlo de un tiro. Su caballo es herido varias veces y hasta su casaca de general presenta varios huecos de tiros que increíblemente no lo tocan.

Entre sus tropas que lo idolatran, ya se hablaba de su inmortalidad y valor de locura!.

Sin embargo el germen de la desunión, dentro de los líderes patriotas hacía más daño que las mismas derrotas.

Mac Gregor, Freites, Soublette y Piar se trenzan en una disputa, por la conducción de la guerra.

PIAR A GUAYANA, LA RICA:

Piar se lleva sus tropas hacia Cumaná y desoyendo órdenes inicia la campaña de Guayana.

La gente de Maturín, siempre estuvo al tanto de los cercanos movimientos de su ídolo y líder acompañándolo con soldados y soldadas en sus victoriosas campañas.

DE REGRESO A MATURIN:

Los guerrilleros regresaron a Maturín y encontraron a su querido pueblo arrasado y quemado.

De inmediato se inició la reconstrucción del pueblo y las Avanzadoras, avanzaban ahora limpiando escombros y ayudando a los hombres en la construcción de las nuevas edificaciones alrededor de la nueva plaza mayor de Maturín.

Llegaban las noticias de las victorias de Carlos Manuel Piar, su ídolo y se prendían celebraciones entre los constructores.

Las victorias del general pardo, en Guayana dieron lugar a la salvación de la Patria y el inicio del verdadero camino a la independencia.

PIAR, EL LEON DE SAN FELIX:

El 11 de abril de 1817, el general español La Torre, se aproxima a Guayana, para tratar de arrebatarles a los patriotas tan preciada plaza.

Carlos Manuel Piar, con gente de Maturín lo enfrenta en el sitio de Chirica, llamado luego San Félix y lo derrota en forma aplastante.

Otro monumento de Piar, que expresaba entre la gente de todo oriente de Venezuela, no sólo admiración y agradecimiento, sino constante asombro ante sus sagradas locuras!

La Torre con algunos sobrevivientes se refugia en Angostura y la ciudad es sitiada por los patriotas.

PIAR, EL ANGEL CAIDO:

Bolívar designa a Bermúdez como jefe de campaña para la toma de Angostura, lo que produce sorpresa y desagrado en Carlos Manuel Piar, quien con sobrados méritos conquistados a fuerza de valor, se merecía esta distinción.

En Maturín igualmente cundió  la amargura y las murmuraciones en contra del poder central patriota.

Carlos Manuel Piar, considera una ofensa su degradación del mando del ejército y solicita la baja, la cual le fue concedida por el Libertador.

Esto inicia un periplo del general en desgracia, que casi al final lo lleva a Maturín, en donde fue recibido como un héroe y alentado por sus amigos, algunos de los cuales ante su fogosidad habitual, le aconsejaban prudencia.

Piar al arribar a Maturín ya había sido acusado de insubordinación y este retiro a la ciudad heroica sería tomado como deserción de las filas del ejército, sin embargo en su estadía en el poblado, rodeado por sus amigos y antiguos combatientes de la batalla de Altos de los Godos, en nada se refería el general a las acusaciones de fomentar la guerra de colores, es decir la de subvertir el orden propiciando una guerra entre clases sociales.

El General Piar, se consideraba mestizo y hasta mulato, debido a sus oscuros orígenes, aunque su presencia esbelta era la de un hombre blanco criollo.

Sus ideas acerca de la disciplina en el mando siempre fueron estrictas y apegadas al ejercicio de la jerarquía, en algunas de sus victorias reconoció el mérito de algunos oficiales y los ascendió en el campo de batalla.

En las reuniones que sostuvo en Maturín siempre se recordaba de los viejos tiempos de victoria y las personas que le profesaban adoración y respeto, nunca oyeron de su boca intenciones de dividir la revolución libertadora.

Incluso, era tan centrada su fama en Maturín que fue avisado por amigos, sobre el expediente que se levantaba en su contra en Angostura, con las acusaciones de traicionar a la república y a su alto mando.

En las reuniones, Piar les hablaba con voz pausada:

-Señores y señoras, amigos y amigas de Maturín, creo llegado el momento de retirarme de este amado pueblo, a quien tanto le debo, debido a que no quiero comprometerlos en la disputa que contra mí se ha montado en Angostura.

-Os juro! Que soy inocente!.

Al poco tiempo era despedido en la plaza mayor por un gran grupo de patriotas, se despidió para siempre de Maturín.

Piar enfiló hacia Aragua de Barcelona al encuentro de su amigo Francisco Carmona, coronel blanco del ejército, quien comandaba en esa guarnición a unos 200 hombres y ante la llegada del general le transfirió el mando.

Piar en estos días nunca asumió  otra conducta que preocuparse por combatir al enemigo realista, hasta que llegó el General Cedeño con un cuerpo de caballería a entregarle la orden de aprensión dictada en Angostura, no se resistió, aunque vivamente protestó por lo que consideraba un atropello.

Es arrestado y llevado a Angostura, donde un tribunal militar, lo condena a muerte a pesar de sus méritos y de las sospechas que su condición de hombre del pueblo y con mucha gente sencilla que lo adoraba, sirvió para acicatear una dureza extrema en aquellos juzgadores severos.

Ante la acusación de que quería fomentar la lucha de castas, contesto:

-Cómo pueden ustedes creer semejante infamia?. Si yo tuviera la intención de fomentar la guerra entre castas, jamás hubiera servido bajo las órdenes de Santiago Mariño, un general que respeto, pero blanco y mantuano.

Hubo rogatorias de clemencia, que fueron desoídas por el Libertador, quien firmó la sentencia de muerte.

Hasta nuestros días la polémica permanece y se podría decir que este episodio en la brillante vida del Padre de la Patria, es uno de los más oscuros y controversiales.

NO SE PUEDE FUSILAR EL VALOR:

16 fusileros y 300 soldados de custodia, se alinearon frente al muro lateral de la iglesia, Piar apareció  uniformado de gala y con la frente en alto, rechazó un trapo negro que le trataban de poner en la cara.

Se sacó un bello reloj de leontina que traía en el bolsillo de su chaqueta y se lo regaló  a un humilde soldado, luego besó la bandera tricolor y delante del pelotón de fusilamiento gritando ¡Viva la patria!, cuatro descargas le destrozaron el pecho.

El ambiente era pesado y triste y por doquier cundía el descontento.

Once años después de este hecho, el Libertador le contaba a Perú Delacroix, que no se arrepentía de haberlo fusilado, porque Piar era un hombre extraño, loco y confuso.

Maturín recibió la noticia con tristeza y crespones de luto fueron enarbolados en muchas casas, la gente murmuraba sobre el vil asesinato de su héroe y desde Margarita llegaban noticias de la inconformidad, incluso de Juan Bautista Arismendi tan adicto al Libertador, quien habría opinado sobre el fusilamiento como algo extremo e injusto, ante los grandes méritos de este gran general, salvador de la patria.

El gobierno provisorio de Angostura, no daba pie con bola y toma decisiones desacertadas que irritaban a una gran cantidad de patriotas en todo Oriente.

Santiago Mariño, aprovechando la reacción de la gente en Maturín y con  el apoyo de su población organiza un fuerte columna sin mucha disposición ante la autoridad del Padre de la Patria.

EL LIBERTADOR, SIEMPRE EL LIBERTADOR:

El libertador inicia la campaña de los llanos y poco a poco, su genio y autoridad se fueron imponiendo y los pueblos por fin vieron en él al supremo conductor de la revolución.

El paso de los Andes, la batalla de Pantano de Vargas y luego la de Ayacucho en suelo Neo Granadino, cimentaron su fama y con una planificación genial, se produce la batalla de Carabobo.

La gente de Maturín, con ese fervoroso patriotismo de siempre marcha a la victoria en Carabobo.

Juana y sus amigas, se mantuvieron en Maturín, trabajando con ahínco por ayudar a las tropas que caminaban al centro. Santiago Mariño, otro ídolo del pueblo, fue nombrado Jefe del Estado Mayor del ejército.

La amargura del recuerdo del fusilamiento del heroe del Rincón de los Godos y sus Avanzadoras, era una sombra lejana.

La noticia del hermoso triunfo de Carabobo y la gloria alcanzada por José Antonio Páez, el Negro Primero, Plaza y Cedeño, llenaron de orgullo el pecho de los maturinences, quienes celebraron por todo lo alto la consolidación de la libertad de la patria.

-Juana, Juana!, la Patria ha triunfado en Carabobo y el ejército del rey ha sido destruido!

Llegaba un grupo de gente a la casa y desde lejos se veían los penachos curvos de los cohetes de la celebración. La gente de Maturín era de nuevo feliz y orgullosa de tener Patria.

En el glorioso campo de Carabobo, se produce el conocido episodio de la muerte de Pedro Camejo, pero muchos omiten la circunstancia de la incorporación de los negros, mulatos y pardos a la lucha, ya en el año 11 de esta contienda, que se había transformado en una guerra civil y donde muchos venezolanos combatían a favor del rey.

En Carabobo, ya la patria, Bolívar y Páez, estaban al frente del pueblo llano y la balanza se inclinaba a su favor en forma irreversible.

JUANA SE MUDA A GUACHARACAS:

Para estas fechas de 1821, Juana Ramírez, se había casado con un patriota y había tenido su primera hija Clara.

La familia decidió mudarse para la localidad de Guacharacas y ocuparse de una pequeña finca en la localidad.

En este sitio nacieron sus otras tres hijas,  Juana Josefa, Josefa y Victoria.

Los años inundaron como una catarata las sencillas vidas de esta noble gente campesina y acontecimientos como la muerte del Libertador, la separación de Venezuela de la Gran Colombia y el gobierno de Páez, el gobierno de Soublette, marcaron la vida de los pobladores.

EL SUEÑO DE BOLIVAR TRAICIONADO:

La pobreza era extrema en casi todo el territorio de la patria, lo soldados que habían dejado su sangre en los campos de batalla, se veían obligados a vender sus posesiones a algunos terratenientes y generales como Páez, a precio miserable.

En todos estos años, sin mucha gloria y con muy escasos recursos, se produce la turbulencia de la Federación y una nueva llamarada de esperanza alumbra a la gente de Maturín.

LA ESPERANZA CARA DE CUCHILLO:

Era alguien llamado Ezequiel Zamora comandante de la llamada Insurrección Campesina.

En el oriente de Venezuela, había más que motivos sobrados para insurgir ante la burguesía ladrona, que había sustituido a los godos españoles.

En Guacharacas y Maturín, la gente marchaba cantando:

! Tiembla el oligarca,

Se espanta y se azora.

Al oír el nombre

De Ezequiel Zamora!.

MATAN DE NUEVO A LA ESPERANZA:

Tantas luchas, tantos sacrificios y todo acabó de repente por una bala disparada desde un campanario, desde un fusil manejado por un traidor bien pagado por alguien cercano a Zamora.

En la parte posterior de la casa en donde recibió el balazo, en un topochal, fue encontrado un rifle muy especial y moderno, junto a un pañuelo.

Todos conocían que ese rifle, tan sofisticado pertenecía al General Falcón.

Guzmán Blanco presente en el sitio, hizo esfuerzos por ocultar los hechos relacionados con el crimen, pero la verdad ha salido siempre a flote y Ezequiel Zamora, general del Pueblo Soberano y héroe de Santa Inés, fue asesinado porque constituía un gran obstáculo frente a la burguesía nacional, que desde tiempos de Colón había mandado en Venezuela.

EL OCASO DE LA HEROCIA AVANZADORA:

Juana frisaba los 66 años y ya para el año de 1856, su salud de hierro, empezaba a decaer.

Una tarde calurosa en su pequeña propiedad, con flores en su ventana que daba a la sabana, se despidió de esta vida la heroína de Maturín.

Su cuerpo fue enterrado en el cementerio de San Vicente, pueblo cercano y unos simples cactus marcaron su tumba.

119 años después el 24 de julio de 1985, un grupo de mujeres, esposas e hijas de unos militares acantonados en Maturín decidieron localizar y limpiar la tumba olvidada de Juana, La Avanzadora.

Una placa de lápida fue puesta sobre la tumba de esta dama de la libertad:

Aquí yacen los restos mortales de la heroína Juana Ramírez La Avanzadora, máxima exponente de la mujer monaguense, 1790-1856.

En 1952, se erigió el monumento en la avenida Bolívar de Maturín, escultura de Binachini.

EL PRESIDENTE MADURO, LA HONRA:

147 años después el primer presidente chavista Nicolás Maduro Moros, decreta el traslado de los restos de Juana Ramírez, La Avanzadora al Panteón Nacional, allí la espera María Luisa Cáceres Arismendi y el idolatrado Simón Bolívar, de 230 años de edad, a quien ella siempre guardó mucho respeto y admiración.

Juana, la negra humilde y sublime, resumen del valor y el sacrificio de las mujeres y todo un pueblo, por tener patria seguirá avanzando a través de las edades y todo nuestro agradecimiento y recuerdos, nunca serán suficientes para honrar a estas heroínas de la patria.

Fin.

   

FRANCISCO NATERA AMUNDARAIN

 



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Francisco Natera Amundaraín


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