El Pacifundio

La historia reporta con claridad que jodiendito, jodiendito Alejandro (después llamado Magno) conquistó a medio mundo. En ese entonces se pensaba que el mundo era plano y chiquitolin. Cualquier amateur puede demostrar, con simples cálculos de geometría analítica, que Alejandro solo conquistó -cuando mucho- un octavo del mundo globalizado, que hoy reconocemos como achatado por los Polos (comerciantes, viajeros y aventureros de Venecia que ganaron el aprecio del Gran Khan: Kubilai).

Decía que jodiendito, jodiendito, uno llega a conquistar. Hace cosa de pocas horas que jodiendito, jodiendito conquisté para la Lengua de Cervantes un nuevo concepto: El pacifundio. Dícese de la distribución injusta de la paciencia. Es un axioma. No hay que demostrar que hay gente que tiene muchísima más paciencia que otras. Tanto así, que los conocedores del Antiguo Testamento, y de habla inglesa, hablan de la paciencia asociada con Lot; vocablo que en ingles quiere decir mucho (v.g., Lot of patience).

¿Como combatir el pacifundio? Cualquier presidentico autoritario y cercenador de libertades de expresión, como dicen ahora la clase media revolucionaria y media chavista que anda por allí con un dramático drama de decepción y tristeza, podría usar la legendaria sabiduría de otro grande entre los grandes y que también aparece retratado en el Antiguo Testamento: El rey Salomón. Este rey mientras salaba salmón -de allí su nombre-, tomaba decisiones sabias. De grata recordación esta ese juicio de los dos grupos que se presentaron a pedir sus derechos de propiedad sobre la revolución y de representación genuina del pueblo. Salomón no pidió permiso. Llamó por celular a Bush y le dijo: Manda a los US marines y acaba con esa revolución y ese pueblo, que no quede piedra sobre piedra. Ustedes saben el resto. Los aceleraditos dijeron: "Las vainas se hacen como nosotros decimos que se hacen o lo jodemos todo". Desde entonces la revolución, y el pueblo que la apoya, está con Chávez y bien sabe que la lucha es larga, y que hay que aligerar la carga... Y en revolución los aceleraditos clase media (en actitud y conducta), educados bajo la doctrina Ottolina, con barniz de socialismo, son tremendo lastre.

Pero ese no es el tema. El tema es como combatir el pacifundio. Lo salomónico es que se le quite paciencia a los que mucho tienen para darle a los que poco tienen. Una justa distribución de la paciencia, que permita y de lugar a relaciones mas armoniosas, mas constructivas.. Y es aquí donde los serruchos se trancan. Aquel que perdió paciencia en el justo reparto de la misma, ahora se nos pone aceleradito. No le basta con la paciencia que le quedó. No le importa que los otros, otrora impacientes e intolerantes, hayan ganado, gracias a él, paciencia y estén dispuestos a llevar la cosa con calma y cordura. Ahora el aceleradito es él, y está dispuesto a enviar todo los títeres al taller de reparaciones. Y todo porque perdió la paciencia. ¡¡¡Que dilema!!!

Como se verá el pacifundio es un tema mucho mas difícil de tratar que el latifundio. Le preguntamos a Salomón por una salomónica solución al problema del pacifundio. El rey nos ofrece par de rodajas de salmón fresco y de primera calidad. Nos dice: Que la patria Oslo, Noruega.

¡¡¡Yo los demando, no joda!!!, que algo queda...

¡HUGO PARA TODOS Y TODOS PARA HUGO!
¡LA TRINCHERA SÓLO TIENE DOS LADOS.!


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Manuel Brito


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