Los estatutos del PSUV establecen varios métodos para la práctica de la democracia interna: elección directa, cooptación, elecciones de primero, segundo o tercer grado, o consenso. Métodos que no se utilizaron para el 8D…
Los que deciden, no son, estamos convencidos de ello, ni el Presidente Nicolás Maduro, o antes el Presidente Chávez, ni la Dirección Política Nacional del PSUV. Participan pero no deciden en lo substancial. Muchísimo menos deciden las bases. A ellas se les pide, lo pidió Maduro, en El Poliedro, el pasado 09 de junio, que discutan en mesas de trabajo, luego en Asambleas Patrióticas Populares, y después al pueblo, precisamente, lo dejan “como novia de pueblo”… El pueblo, con disciplina, cumple las tareas encomendadas. Luego sus opiniones son ignoradas.
Las decisiones. ¿Quién las toma entonces? ¿El ánima de Taguapire? Y los métodos. ¿Cuáles se utilizaron? Dos que no están en los estatutos: el dedo pintado de rojo rojito de los gobernadores de estado y el marketing publicitario, ocurrencia de la Dirección Política Nacional del PSUV. El primero prevaleció. Los gobernadores impusieron su ley de caudillos. Se mueven al son de sus intereses grupales o particulares, e imponen sus candidatos. Lejos el Plan Patria, las Líneas Estratégicas de Acción Política o los Cinco Grandes Objetivos Históricos. Lejos el Estado Comunal o el socialismo. Al controlar toda la estructura burocrática regional y demás estructuras estadales, y además los medios de comunicación, incluso los privados, vía pautas publicitarias, tienen “la sartén por el mango”. Son voraces. Nada se les escapa. La memoria objetiva de ello, la tenemos en la derrota de la Reforma Constitucional del 2007 o la Enmienda Constitucional del 2009 que hubo que extenderla, por presión de ellos, de la reelección continua del Presidente de la República a todos los cargos de elección popular.
El otro método es el marketing publicitario. Los candidatos son productos de consumo, cuya posición en la farándula, el deporte o en los medios, es explotada, y se busca trasladarla a la política. Fórmula simplista, no socialista, que pareciera poco efectiva. Como bien sabemos, el capitalismo todo lo transforma en mercancía. La pregunta es: ¿Dónde queda la democracia participativa y protagónica?
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