El sistema económico venezolano es complejo y duro de roer, por mas medidas que tome el gobierno, revolucionario o no, siempre tenderá a “las distorsiones del mercado” y a la desviación de recursos.
Por su posición geográfica nuestro país es altamente vulnerable al contrabando, desde que los españoles nos sometieron a la Casa Guipuzcoana, nos hicimos asiduos al monopolio, que se ha extendido en tiempos contemporáneos por toda nuestra economía. Igualmente, la herencia española del latifundio, nos ha llevado a la crisis de vivienda actual y de producción. El habernos negado la revolución industrial, sometiéndonos a la mas vil dependencia tecnológica, que en tiempos contemporáneos nos llevó a “la economía de puertos”, haciéndonos importar hasta fósforos hacia los años 80. Y “la viveza criolla”, especie de picardía colectiva que hizo que gritáramos aquel “ta´ barato dame dos en Miami”, desequilibrando la balanza de pagos a finales de los 70, o que corriéramos a comprar dólares porque era el negocio comprarlos para venderlos más caros en unos meses, o comprar cualquier electrodoméstico porque en varios meses valdrá más; o recientemente meterse en internet y comprar productos por internet que salen notoriamente baratos.
Es un sistema económico altamente vulnerable, que requiere de serias reformas y no ajustes como dirían los economistas. El problema está en cómo ponerle el cascabel al gato, porque sabemos quién se lo va a poner: el Gobierno Revolucionario. Ya el Presidente Chávez, lo había iniciado desde los inicios de su gobierno popular, con las medidas de cambio en PDVSA, Banco Central, Política Habitacional, leyes económicas, laborales, entre otras.
Sin embargo, seguimos viviendo como en tiempos anteriores los embates compulsivos de un sistema que sufre de epilepsias, causando caos, inflación, acaparamiento, especulación.
En un gobierno capitalista de derecha, y lo vivimos en este país la respuesta económica sería recoger el dinero, esto según los especialistas se hace porque el sistema tiene mucho efectivo en la calle y todos podemos comprar, en consecuencia los productores ofertan escasamente sus productos y alzan los precios porque la gente los puede comprar; esto último ha sido uno de los logros de la revolución: “haber elevado el poder adquisitivo de los venezolanos”. Esto de recoger el dinero lo hacen con impuestos, y por supuesto no aumentando los sueldos; también se hace aumentando las tasas de interés de las cuentas de ahorro, en ese caso aumentan las tasas de interés de los créditos como pasó en nuestro país desde mediados de los 80 y hasta finales de los 90, cuando el Gobierno Revolucionario acabó esa situación.
Pero, ¿son estas soluciones al problema?, ¿resuelven los problemas estructurales del sistema social venezolano?; no lo parece, si fuese así Luis Herrera, Carlos Andrés Pérez y Caldera, serían la santísima trinidad y los adoraríamos como ¡aquellos que resolvieron los problemas económicos de Venezuela!; pero a pesar de haber aplicado estas medidas no pasó nada a favor del Pueblo, los ricos fueron más ricos y los pobres a la miseria.
En un país como el nuestro las soluciones correctas y estructurales a la crisis son la inversión en salud, educación y alimentación, el aumento de la producción, la efectividad en su distribución, la creación de sistemas alternos al monopolio económico de los bancos, los seguros, los mayoristas y los importadores.
Desafortunadamente, la cultura de 500 años de explotación del hombre por el hombre, del vivo criollo y de colonia es uno de los mayores impedimentos que se enfrentan en esta lucha.
Nos debatimos entre el capitalista especulador que pretende ganar más del mil por ciento en cada inversión; el corrupto que teniendo el poder político lo utiliza para hacer negocios y seguir la tendencia del capitalista, incluso asociarse con él; y la mano de obra acostumbrada a trabajar sólo por el quince y último, alienado pero sin riesgo; no es una tarea fácil.
Se trata de un sistema en crisis, pues dos corrientes lo agitan y lo sacuden, pero sólo el tiempo dirá cual de ambas podrá imponerse. El Estado es quien asume las directrices de cambio, otorgando créditos, estimulando la economía abriendo oportunidades a los ciudadanos para que se incorporen a la nueva visión nacional, crea empresas que pueden impactar en el mercado; pero todavía no rompe con la cultura del monopolio en sectores como el petroquímico, y el ferrominero, que son de vital importancia para el sector manufacturero, o en los servicios públicos como la telefonía, en la que las empresas proveedoras venden teléfonos sólo para consumo de sus líneas, o empresas de producción de alimentos que imponen precios a los productores agrarios; cada ciudadano debe asumir si deja que las cosas continúen como están, si asume su rol frente a la historia, si se incorpora al acto productivo, sin pensar que va a retribuirse por encima y acosta de los demás conciudadanos; si al asumir su rol de trabajador debe defender la empresa productiva y no hacer simplemente lo que le ordenen; si mas allá de las necesidades básicas debe sobreponerse y ver por encima hacia el futuro, donde sus hijas e hijos sean libres, en una nación potencia como lo dicen nuestros planes socialistas de la Nación.
Si, el venezolano es un sistema en crisis, con variaciones de precios que tienden a crear zozobra en la población, que la obligan a comprar al precio que sea, y en el que el dueño de comercio o empresa se hace mas rico a costa de los demás; y quizás lo más triste es que debe hacerlo así porque los demás comerciantes de su cadena lo hacen igual y de no hacerlo perdería poder adquisitivo siendo arruinado por sus pares; un sistema en crisis pues las empresas del Estado encargadas de la producción no han podido sobreponerse a su fase de inicio, están aprendiendo aún a producir, mientras que otras están sometidas al capricho de algún mal político contra revolucionario que las lleva a la ruina, y sus trabajadores en medio de esto en su mayoría son pasivos y si asumen un rol critico son tratados de contra revolucionarios.
Pero estos son síntomas de un sistema eunuco y sin sentido que se basa en la explotación, pues estas mismas anomalías las vivimos los venezolanos en las décadas de los 80 y de los 90, se trata de un sistema en crisis porque nos debatimos entre dos modos de producción, uno eficiente y soberano y el otro franquicia de modelos extranjeros, importador y explotador; seguimos tratando de hacer el cambio mientras que la cultura nos lleva a lo contrario, y sólo hay una forma de salir de esta crisis asumiendo los nuevos roles y principios en nuestra cultura y dejando que nuestra actividad se guie por ellos, sin dobleces ni cortapisas, sin doble discurso, sabemos que esa es la práctica de la derecha, y nosotros no podemos ser iguales para vencerla, tenemos que ser superiores.
La ciudadanía debe asumir el rol productivo, pero sin especulación, sin explotación de manera que seamos verdaderamente eficaces, eficientes, productivos y útiles a la patria y el Estado debe abrir el espacio al Poder Popular en todas sus manifestaciones, con controles y supervisiones pero sin obstruccionismo ni burocratismo.