Los poderes creadores del pueblo, en su finita paciencia, nos recuerdan que es mal negocio dormir con chamos (¡y más si son incontinentes!). Los olores amoniacales -berrinche, en la excelsa lengua de Isnotú- a la mañana siguiente son inaguantables. Seguidamente nos recuerdan que el amoníaco estimula la pituitaria aún en órdenes de concentración tan bajos como parte por billón (ppm): divida por 1 seguido de 9 arepas.
Amoniacales también son las concienzudas "protestas", en el mejor estilo de Chepa Candela, que hace la pequeña-burguesía. El término refiere a una actitud ante la vida y no una cuenta bancaria abultada. Los chamos estuvieron jugando a la revolución vía Internet hasta ayer no más. Son minoría. Son una parte en un millón, pero hieden mucho y pueden causar dolores de cabeza.
Gracias a dios -¡si es que existe!- que el ateo Luis Buñuel no anda por allí para volver fororo -en tres minutos de filme- a toda esta gentecita que se desencantó de Hugo Chávez y del proceso bolivariano con el affaire VTV. Seguro estoy que Buñuel hubiese recurrido a la imagen del niño grandulón -para hacerlo más cruel- que se orina en la cama y que comparte con un adulto. Le recordaría al adulto la máxima
diurética. Los poderes creadores del pueblo dirán: "¡¡Por allá fumea!!", mientras señalan con el dedo hacia el estrato inmediatamente superior en la pirámide de clases sociales. ¡Ah! Porque en Venezuela la clase media, media media, media alta y pa'rriba se excluyen cuando habla del pueblo. Por eso dicen hablar en su nombre.
Los niños de nuestro pueblo crecen muy rápido. La necesidad tiene cara de hereje. Muchos de ellos -tal y como dice el UNICEF- no disfrutaron el derecho humano más preciado: haber sido niños. Las actitudes
adultas de nuestros niños contrastan con la de los pequeño-burgueses que no dejan de ser bobos y nariceables ni siquiera cuando reciben un título universitario. Andan por esa vida sintiéndose la tapa de
frasco, eje de revolución del planeta...Y esa es toda la revolución en la que piensan; la de giros en torno a ellos. Son el alfa y el omega de todo cuanto acontece. Por eso es que un desencanto de un niño de estos es todo un drama culebrero. ¿Habrá que calárselos? Se ponen loquitos, dicharacheros, indiscretos... Atacan con desparpajo a la revolución que dijeron defender. Sacan a orear sus sabanas manchadas de orine a los balcones, y con inusitado orgullo pequeño-burgués muestran a todos su gracia.
¡¡¡Crezcan no joda!!! que algo queda...
¡HUGO PARA TODOS Y TODOS PARA HUGO!
¡LA BARRICADA SÓLO TIENE DOS LADOS.!