LAS NUEVAS TRIBUS ARREMETEN DE NUEVO CONTRA LOS INDIGENAS VENEZOLANOS
JULIO CESAR CENTENO
Una vez más las misiones fundamentalistas norteamericanas Nuevas Tribus son denunciadas por su actitud abusiva y humillante en territorio venezolano.
Una vez más ostentan su desprecio por los derechos, las costumbres, las aspiraciones, y las creencias religiosas de los indígenas que habitan en el Amazonas.
Una vez más se burlan de las leyes y los reglamentos que existen en el país para regir las actividades que se realizan en territorios indígenas y en parques nacionales.
En 1993, una de las familias de misioneros colonialistas norteamericanos que habitan en el Amazonas venezolano, la familia Dawson, trató de construir ilegalmente una pista de aterrizaje cerca de Ocamo, en el Alto Orinoco, en territorio Yanomami. La excusa aparente era la "civilización" de los indígenas y la erradicación de sus cultos y creencias "herejes". El proyecto incluía también la cría de búfalos con fines comerciales. Las autoridades nacionales, por desidia o complicidad, optaron por ignorar las implicaciones sociales y ambientales de estas acciones.
La ilegalidad de las actividades propuestas, y la reiterada actitud abusiva hacia los indígenas de la zona por parte de estos grupos pseudo-religiosos, fueron denunciadas por organizaciones civiles del Amazonas. El Ministerio del Ambiente, el Instituto Nacional de Parques y la Guardia Nacional, entre otros organismos oficiales, no tuvieron otra alternativa que levantar una investigación sobre las consecuencias que tendrían las actividades propuestas por las Nuevas Tribus tanto para los Yanomami como para el Parque Nacional Parima Tapirapeco. Esta "investigación" resulto en una ridícula multa de 300.000 bolivares (US$ 1765) contra Gary Dawson y Esteban Dawson, y en una prohibición de realizar actividades en la zona por el lapso de un año.
Pero la influencia política y el poder económico de estos grupos de penetración norteamericanos no son tal fácilmente superados. En agosto de este año los Dawson se encuentran nuevamente en el Alto Orinoco, con el propósito de construir la pista de aterrizaje que tanto necesitan para adelantar sus proyectos de colonización, exploración y explotación de los recursos de la zona. Solo que ahora cuentan con una autorización del Director General de Parques Nacionales, Marcos Cachafeiro, fechada el 16 de junio de 1995. Esta autorización les permite ahora construir una pista de aterrizaje de 800 metros de largo, para realizar “actividades de desarrollo” en la zona, y establecer una Misión evangélica fundamentalista en el lugar.
La acción de los Dawson se encuentra ahora encubierta por una fundación de carácter mercantil, llamada ARATHA, presidida por Michael Dawson, registrada en el Caracas solo 10 días antes del otorgamiento de la autorización del Instituto Nacional de Parques. Es bien sabido que entre las actividades que realizan estos grupos colonizadores se encuentra la exploración por metales estratégicos y la extracción ilegal de oro y otros minerales preciosos a través de las pistas de aterrizaje que construyen en la zona, cuya operación carece de control efectivo alguno.
Llama poderosamente la atención que el Instituto Nacional de Parques otorgue permisos a extranjeros para el establecimiento de actividades de carácter mercantil, en una zona definida por el Decreto Presidencial 1635 como parte de la Reserva de la Biosfera Alto Orinoco. La zona seleccionada para la construcción de la pista es también parte del Parque Nacional Parima-Tapirapeco, según el Decreto Presidencial 1636.
Como es costumbre, el sitio elegido para el establecimiento de la nueva Misión es también una zona estratégica para el país, rica en oro, titanio, cobalto, recursos hídricos, y una exuberante riqueza biológica autóctona de la zona. Las Nuevas Tribus han sido reiteradamente acusadas de utilizar la actividad religiosa para encubrir el establecimiento de enclaves estratégicos de Estados Unidos en América Latina.
La enorme importancia económica y estratégica del territorio Amazonas es victima de la desidia y complicidad de burócratas incapacitados para el ejercicio efectivo de sus responsabilidades. El Instituto Nacional de Parques pretenda abogarse el derecho de autorizar el establecimiento de una misión extranjera, con el fin de transformar las creencias de los pobladores indígenas de la zona, sin contar con el consentimiento de las poblaciones afectadas, ni con la autorización de la Dirección de Cultos del Ministerio de Justicia. Esto es particularmente llamativo dado el voluminoso prontuario delictivo de las Nuevas Tribus contra las culturas indígenas y sus derechos fundamentales en el territorio Amazonas.
Los Dawson han sido reiteradamente acusados por sus prácticas de adoctrinamiento compulsivo y destrucción de la cultura Yanomami. Han sido acusados de prohibirles a los indígenas sus actividades tradicionales, sus ritos religiosos y mortuorios, sus creencias en el shamanismo, y sus fiestas tradicionales. Le inculcan a los Yanomami que su cultura, su visión del cosmos, sus ritos y su mitología, son pecaminosos, y que sus prácticas los conducen a la maldición eterna.
Aunque los Dawson han sido teóricamente expulsados de las Nuevas Tribus, sus tácticas de adoctrinamiento y de devastación cultural son las mismas que practica su organización matriz, reiteradamente denunciadas en el Congreso Nacional. El principal centro de operaciones de los Dawson se encuentra en el Rió Padamo, en la desembocadura del Matacuni. Cuentan también con instalaciones en el caño Iyeguei, afluente del Ocamo.
El Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho ha presentado ante la presidencia del Instituto Nacional de Parques una denuncia formal sobre las irregularidades que aquí se reiteran. Se hace un llamado a todas las organizaciones no-gubernamentales del país a que se dirijan al Presidente de INPARQUES y a la Comisión de Asuntos Indígenas del Congreso Nacional, solicitando una revocatoria publica al apoyo que están ofreciendo a las oscuras actividades de las Nuevas Tribus y sus ramificaciones en el Amazonas venezolano.
Julio César Centeno
Octubre 1995