La agricultura venezolana es una “caja negra” o, más precisamente, el Ministerio de Agricultura y Tierra lo es… El MAT suele hablar de un monto en bolívares de financiamiento, o de hectáreas sembradas o que se estiman sembrar, pero no ofrece cifras de producción y, mucho menos, de productividad. No se consiguen ni en su página WEB, ni en sus Memorias y Cuentas. Hay una intencionalidad en todo ello, no un descuido inadvertido. Al hablar de financiamiento se hacen extrapolaciones interesadas sobre la producción. Se oculta la realidad.
Intentar entender cuál es esa realidad, de nuestra agricultura, requiere valorar varios factores adicionales, entre ellos: el aumento del consumo producto de la mayor capacidad adquisitiva del venezolano, el contrabando de extracción y los niveles de las importaciones agrícolas. Es casi imposible tener una visión de conjunto porque no hay estadísticas, no hay series históricas, hay sólo información parcial.
Una producción puede variar por diversos factores. Por ejemplo, lo financiado puede no coincidir con lo sembrado o bien factores climatológicos pueden alterar las proyecciones de producción. Varias distorsiones son herencia de la IV República. Un crédito agrícola puede servir para comprarse un carro o una casa, por solo citar una de las perversiones históricas de nuestra agricultura. Nuestra percepción es que, en estos últimos 14 años, no ha faltado dinero invertido, en el campo, pero sí inteligencia y honestidad.
Lo de AGROPATRIA es otro tema. Enfrentar los “intermediarios” de nuestra agricultura era un imperativo político y moral, ellos al controlar la infraestructura industrial de acondicionamiento y almacenaje del producto agrícola tenían la “sartén por el mango” y, por ende, explotaban al agricultor. Sin embargo, lamentablemente, es la ineficiencia y el desorden lo que pareciera prevalecer en esta empresa.
Hay algunos logros: la mayor seguridad en la colocación de la cosecha, la recuperación de la infraestructura industrial agrícola. Pero son pocos, muy pocos…
El Presidente Maduro llama a combatir la corrupción y la ineficiencia. Uno se pregunta: ¿Cómo se la puede enfrentar, en la agricultura, si no hay parámetros de comparación? ¿Si no hay cifras que permitan reorientar las políticas? Esa sola omisión es sospechosa…
