La MUD se mueve, luego de aquellos días de su cruento drenaje electoral. “Eppur si muove”, gusta fanfarronear un escuálido que se la tira de clásico. Del vientre de la llamada Mesa de la Unidad, acaba de desunirse una facción que se puso el jacarandoso nombre de “La Movida”. Le nacieron disidentes a la disidencia. El grupo “rebelde” lo integran unos 23 diputados que juran que no abandonaron el “lecho materno” de la MUD, pero que tampoco se quedarán allí como si nada. O sea.
El diario El Nacional le dedicó su editorial (24/10/13) –por algo será- y prestó un galpón para lo que llamó “la ceremonia de lanzamiento”, esto es, que se trató de algo ceremonioso y, por lo tanto, serio. El rotativo dedica varias líneas para aclarar que no se trata de división en el frente opositor. A cada rato insiste en esto. De allí las frases: “sin formar tienda aparte”. “¿División de la cúpula de la oposición?”, nunca. “No se van intempestivamente del seno materno”. “Siguen allí, sin anuncios de despedida, sin adioses indeseables”. “Sin hacer inventario riguroso de las falencias del resto de sus colegas”. ¡Ay, Chavela!
El texto periodístico puede leerse como un vals, que va y viene. Acostumbrados al lenguaje disociado y rabiosamente antichavista del diario, este estilo yukery nos sorprendió y hasta divirtió. La compungida metáfora “no se van del seno materno” nos recordó al más lacrimoso Julio Jaramillo. El constructo verbal “sin anuncios de despedidas, sin adioses indeseables” hace inevitable la reminiscencia de aquel Daniel Santos de “vengo a decirle adiós a los muchachos”. A la vuelta de la línea nos esperaban La Lupe, Toña La Negra y un bolívar pa’la rocola.
Ningún lenguaje es inocente. Este del rocolero editorial va dirigido a la propia MUD y a los diputados opositores que no están en “La Movida Parlamentaria”. El nombre de la nueva fracción también es engañoso. Nadie en la derecha está hablando con sus propias palabras. Nadie, al menos por ahora, quiere nombrar la soga en casa del ahorcado. El ahorcado, todos allí lo saben, es Henrique Capriles Radonski. El norte está cambiando sus señas y sus órdenes.
Con lo de “La Movida” hubo una especie de campaña de intriga, al mejor estilo del marketing mayamero. Algunos creyeron que era una orquesta parroquial o un conjunto cañonero para competir con “Los antaños del estadio”. Los más veraneados imaginaban un show semi porno de una actriz escuálida que se promueve gimiendo que el régimen la persigue. Los de la tercera edad juraban que se trataba del regreso de Yuyito, la triglicérica rumbera que terminó prematuramente con la carrera del prometedor Gilberto Correa.
Así andan las cosas en la movida Mesa de la Unidad, entre contorsiones ideológicas y tongoneos políticos. Los inauditos esfuerzos de El Nacional para convencer de que no se trata de “división en la cúpula”, abruman por insistentes. El editorial del diario dedicado a “La Movida” indica que los amos de los medios vuelven a tomar las riendas de la oposición. María La Bollera pide cancha y pista.