Este 7 de noviembre Telesur en su noticiero (5 p.m.), transmitió una información originada en Santa Cruz de Mora (Estado Mérida, Venezuela), por el periodista Antonio Molano, referida a la caficultura local, y la presentó como modelo de desarrollo y éxito del actual gobierno, lo cual carece de veracidad por varias razones:
Primero. La producción de café en Santa Cruz del Mocotíes, pertenece al pasado. Hoy no produce ni para el consumo local. Las plantaciones de café, por causa de las equivocadas políticas de este gobierno, fueron eliminadas en más del 50% y los terrenos están ahora dedicados a la ganadería o cultivo de hortalizas. Igual ocurrió en otras zonas cafeteras del país, desde Rubio a Irapa. El café ingresó en el 80% de importaciones que realiza Venezuela.
Segundo. No existe ninguna variedad de café que produzca 90 quintales (46 Kg.) por hectárea, ello equivale a 69 sacos (60Kg.). Según la información que poseemos, ni en Colombia ni en Brasil, países donde la producción cafetera ha obtenido máximos rendimientos, se ha alcanzado ese volumen.
Tercero. En 1974, por decreto del gobierno, fue eliminado el intermediario, lo cual significó un gran cambio en las relaciones de producción, que condujo al desarrollo de las fuerzas productivas, por la necesidad de crear una estructura económica propia de los caficultores para la compra, la comercialización del café y el crédito de suministro. Para cumplir estas funciones, un sector de productores fundó ocho cooperativas en diez entidades federales, afiliadas a la Federación de Cooperativas de Caficultores de Venezuela (FECCAVEN); y otro sector, se organizó en 32 PACCAS (Productores de Café C.A.), afiliadas a la Federación Nacional de Paccas. Esta organización de los caficultores creó la necesidad de fundar el Fondo Nacional del Café (FONCAFÉ), organismo encargado de coordinar toda la actividad cafetalera a escala nacional: compra del grano al precio oficial fijado por decreto ejecutivo; comercialización tanto para el consumo interno (torrefactoras), como para la exportación; asistencia técnica; y relaciones con la OIC (Organización Internacional del Café), con sede en Londres. Esas nuevas relaciones de producción, surgidas por la eliminación del intermediario, condujeron a un gran salto en la producción de café, de 600 mil quintales a un millón seiscientos mil quintales, entre 1974 y 1992.
Cuarto. En 1989, por la aplicación del “shock económico neoliberal”, implementado por Carlos Andrés Pérez, las garantías económicas establecidas en la Constitución Nacional – que durante treinta años habían permanecido suspendidas - fueron restituidas, lo cual conllevaba a la violación de varios artículos de la Constitución Nacional de 1961 (77, 79, 90 y 92), además de la Ley de Reforma Agraria, que favorecía la formación de organizaciones campesinas de pequeños productores. La restitución de las garantías económicas, permitió el regreso del intermediario, el cual al principio, pagaba mejor precio que el oficial, garantizado por las cooperativas y las Paccas. Los caficultores dejaron de llevar el café a sus empresas económicas. Cuando todas cerraron por quiebra, el intermediario tumbó los precios, desconoció el precio oficial y aplicó su rapiña. Este proceso de retorno del intermediario (1992-1998), se cumplía en el momento que Chávez ganaba las elecciones y comenzaba lo que se conoce como “la revolución bolivariana”, que en lugar de restituir la comercialización a las cooperativas y las Paccas, con la eliminación del intermediario, las liquidó junto con Foncafé. De esta manera se ejecutaba la política neoliberal y la caficultura nacional quedó huérfana, a la deriva, al perder la estructura económica creada en años de lucha gremial desde la Asociación Venezolana de Caficultores (AVC). La eliminación del intermediario fue una concesión del gobierno adeco/copeyano, para la política de pacificación, por cuanto las guerrillas estaban establecidas en las zonas cafeteras de La Azulita, Biscucuy, Chabasquén, Guaitó, Boconó, El Charal, Humocaro, Guarico, Aroa, la Sierra de Falcón y Tumiriquire.
Quinto. La llamada revolución bolivariana heredó, aplicó y consolidó las políticas neoliberales de CAP. Y algo peor, introdujo la Bolsa Agrícola, el exabrupto más grande del gobierno chavista, contra el sector cafetalero, que en más del 80% es de pequeños productores, con cultivos de dos, seis, máximo diez hectárea, con rendimiento de cuatro quintales/Ha, promedio nacional. A partir de ese momento (1999), creció la conjura contra la caficultura: (1) Por las equivocadas políticas chavistas; (2) El retorno del intermediario; (3) La “roya” y la “broca”; (4) La falta de mano de obra; (5) La liquidación de cooperativas, Paccas y Foncafé. Los resultados están a la vista, el café ingreso a la lista de renglones que entran en el 80% de importados. Al liquidar el gobierno chavista las cooperativas, las Paccas y Foncafé, se quedó “sin el chivo y sin el mecate.”
Siempre hemos leído con agrado las informaciones que nos brinda el periodista Antonio Molano, referidas a la lucha armada en Colombia, a las conversaciones de paz en La Habana, así como también recibimos con agrado la información del periodista Morris o las de de ANNCOL y de todos cuantos presentan la verdad sobre la lucha heroica del pueblo colombiano condenado a la infame guerra que le imponen la oligarquía, la jerarquía católica y el imperialismo.
Queremos creer que Antonio Molano – de reconocida trayectoria periodística - con esta información carente de veracidad sobre el éxito de la caficultura en Santa Cruz del Mocotíes, ha sido engañado por quienes le suministraron la información. En Santa Cruz como en la mayoría de zonas cafeteras del país, el cultivo desapareció y quedan algunos rezagados que buscan recibir las dádivas crediticias del gobierno.
Según el censo del 2011, la población rural en Venezuela cayó al 10%. El 90% de los venezolanos vivimos en zonas pobladas. En sesenta años, pasamos de tener una población rural de 70% a 10%. ¡Nos quedamos sin campesinos! No sabemos si el gobierno considera que eso forma parte de la guerra económica. La verdad verdadera: en Venezuela no queda quien trabaje la tierra. Por la pérdida de valor del bolívar, la mano de obra colombiana se esfumó.
El doctor Juan Pablo Pérez Alfonso decía, “Lo que se riega con petróleo se seca.” El poco petróleo que los gobiernos anteriores regaban, ya nos estaba “hundiendo en el estiércol del diablo”, pero, con el petróleo regado durante estos catorce años, el caudal creció, la inundación ¡ahoga! es incontenible. Lo corrobora la reciente investigación del economista Emiliano Terán Mantovani, “La crisis del capitalismo rentista”; o los análisis y aportes del economista Manuel Sutherland, para sólo nombrar a dos de los muchos investigadores que, desde la izquierda, están mostrando la realidad de la economía venezolana actual, no como guerra, sino, como advertencia salvadora de las conquistas de las mayorías nacionales. Es lamentable tener que decir estas cosas ante la emotividad demostrada por las mayorías nacionales frente al deseo de una auténtica revolución socialista. ¿Será mejor acallarlas? La política siempre ha sido el arte de las complicidades y de las conveniencias. Es de esperar que Telesur rectifique la información.
¡Libertad y asilo para Julián Conrado!