Los DD HH en las sociedades clasistas

(Del periodismo traidor)

Consuetudinariamente, el binomio Gobierno-Oposición ha enfrentado el poder policial castrense, estadal y municipal, propio de la Oligarquía de cada época sufrida, a los oprimidos de siempre, y, congruentemente, decir Oposición ha sido sinónimo de debilidad, de improductivas quejas ante el opresor, de protestas en solicitud de una mejor distribución de la riqueza, creada exclusivamente por el querellante, y de improsperables peticiones de equidad en materia justiciera.

Esa oposición ha tenido como respuesta constante el maltrato, la persecución política, las impunes masacres, las desapariciones físicas, las inhumanas prisiones, etc. También, esa oposición ha tenido connotados, valientes y consecuentes voceros, quienes, extraña, pero lógicamente, han salido incólumes del gobierno opresor cuando ellos proceden de la clase dominante ora económicamente, ora por vínculos con el poderoso, de naturaleza moral en el menor de los casos.

En Venezuela hemos corrido con la mala suerte de que cuando los más denodados defensores de los DD HH, por alguna razón les ha tocado ser gobierno, han saltado la talanquera a favor del opresor, han traicionado sus propios ideales, y lo opositores han seguido recibiendo *palos y pedradas* de diverso calibre.

Un caso muy especial lo representa el género periodista, cuando le ha tocado defender dichos derechos: Ocurre que mientras el oprimido no tuvo acceso al poder político, estos periodistas jamás pudieron defender a nadie, frenar la iniquidad del gobierno dictatorial o falsamente democrático de los últimos 100 años. Los crímenes y atropellos de los DD HH cometidos por el poderoso apenas le sirvieron a estos oficiantes del periodismo light como modus operandi para dar cuenta de su modus vivendi, y hasta fama y notoriedad lograron alcanzar.

Y ocurrió que algunos de esos afamados defensores de los DD HH llega al Poder en la presente república, y el pueblo ha creído que semejante género de periodismo iba, al fin, a dar sus buenos frutos, que iba a realizar los pases de factura correspondientes ante tanta culpabilidad y delincuencia acumulativamente cometidas a ojos vistas por los gobernantes títeres de la Oligarquía de siempre.

Y sólo nos queda concluir que, paradójicamente, ahora que ese periodismo, que disfruta a su antojo de todo el aparataje jurídico y policial para aplicar justicia contra los violadores de los DD HH, ese periodismo, decimos, se halla atado de manos por pertenecer al grupo de poder que le permitió, precisamente, salir incólume cuando defendía a los débiles desde su posición de Oposición.

De resultas: si somos débiles y no somos gobierno, no tenemos quien nos defienda con eficacia y eficiencia, salvo con palabras estériles e inocuas, y si el débil llega al poder tampoco puede castigar la delincuencia que lo oprimió y sigue oprimiendo porque sus defensores de los DD HH no pueden tocar ni con el pétalo de una fresca rosa a los verdaderos amos del Poder



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Manuel Martínez


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