De acuerdo a las lecturas que hacemos de las tendencias y coyunturas en estas elecciones de alcaldes, creemos que ha llegado la hora de “comer con los ojos” de los pequeños detalles.
El “patear” la calle, el hacer trabajo de campo (oír a la gente, clasificar las quejas, críticas y sugerencias), nos indica que ha llegado la hora de combinar lo estratégico con las aspiraciones concretas de la gente.
Cuando decimos: “comer con los ojos” nos referimos a la ejecución de ¿pequeñas? cosas que se hacen tendencias culturales, y que contribuyen a la transformación de los imaginarios y, en consecuencia, repercuten de inmediato en comportamientos y reconocimientos en la población.
Esas pequeñas cosas, exigen del Gobierno, municipios y ciudadanos grandes esfuerzos en la comprensión y manejo –implacable- de deberes, derechos, cumplimiento de la ley y de principios como: justicia, equidad e igualdad, etc.
Pero ¿Cuáles podrían ser esos pequeños detalles?
Se pudiera iniciar -es un ejemplo- con una transformación profunda de las ciudades: las aceras, calles, alcantarillas y semáforos deben estar al servicio de los ciudadanos, no al contrario; todo debe estar impecable y funcionando.
Las aceras son el alma, las arterias, la vida de las ciudades, en las que niños, ancianos y personas con diversidad funcional -la gente- puedan transitar con seguridad y sin obstáculos publicitarios, ni de otro tipo.
Las camionetas carros y motos no pueden seguir atropellando a la gente.
Los municipios y ciudades deben contar con un poderoso y excelente transporte público; y un eficiente sistema de recolección y reciclaje de desechos sólidos.
¿Es mucho pedir?
