Al mitológico mentiroso Santa Claus

Sr: Santa Claus, mito de la mentira y el engaño.

Me ha creado usted un dilema que ya se transformó en un conflicto con mi hija de 5 años. Me ha preguntado muchas veces si usted existe. De inmediato le respondo que “no”. Ella, con su terquedad de infante, me refuta y grita diciendo que usted sí existe y que es del Polo Norte. Ciertamente, para mí, usted no existe pero sí es el norte. Y eso lo confirma su piel tan blanca como blanco su cabello y blanca su barba, sus mitos y sus mentiras y, además, esa pronunciación doble de la “r” que termina siempre siendo una expresión de machacar el castellano. Ahora, lo más grave, es que hay que hacer muchos esfuerzos para conseguir y darle un regalo a la niña que no entra en el presupuesto económico de mi familia.

Usted, señor Santa Claus, sabe que en este tiempo de globalización y neoliberalismo, de riqueza para unos pocos y de pobreza para los muchos, Dios, si existe sería sólo de puro milagro. ¿En qué lugar de Afganistán puede estar escondido Dios para que  no lo asesinen en un bombardeo? ¿En qué lugar del Africa está metida la mano de Dios para salvar a los miles de miles de niños y seres humanos que mueren de hambre y de sed? ¿En qué lugar de América anda Dios con su espada cortando la injusticia para que no sigan, los poderosos monopolios, desangrando nuestras venas y quitándonos la vida? ¿Dónde está Dios, libre y poderoso, ordenando el mundo si existen muchos niños de la guerra matándose los unos con los otros y muchos niños de la calle enseñando la miseria en sus cuerpos desnudos? ¿Dónde está Dios, tendiendo sus manos generosas, para aquellas muchas madres que en su cuerpo no tienen alimento para alimentar sus niños hambrientos? ¿Dónde está Dios, curando el sufrimiento, para aquellos muchos ancianos que vegetan en la miseria y el abandono y hasta se les niega un pedacito de tierra para la sepultura?... ¿Dime, Santa Claus, dónde está Dios que también quiero hablar con él?

Pero por si acaso existes, Santa Claus, vivimos un tiempo en que el hombre debería pensar como un niño para entenderlo y nunca lo reprima la sociedad negándole sus derechos. No le regales nada, sólo te pido para los niños de los barrios pobres, de los campos abandonados, de los caminos alejados, de los que no tienen nada y sueñan con un juguete en la navidad, que les digas verdades y no mentiras que los engañen.

Y si en verdad amas a los niños, comienza, Santa Claus, por condenar la globalización y el neoliberalismo, repudia la fuerza que silencia la palabra libertad, rechaza la metralla que le dispara a las leyes de la naturaleza, reprocha la usura y la avaricia de los pocos que llenan de miseria a los muchos. Condena, Santa Claus, la explotación y la opresión del hombre por el hombre, repudia a los hombres-lobos que no son amigos del hombre, rechaza el financiero que se harta de privilegios para que los muchos se casen con el hambre y la sed,  reprocha el mal que se le impone al de abajo para que el de arriba viva el bien. Si no comienzas así, Santa Claus, entonces te hiciste hombre sin antes haber sido niño.

Santa Claus: hay dos mundos, uno muy pequeño y otro muy grande. El primero es el de los ricos que son muy pocos y el segundo es el de los pobres que son muchísimos. Los primeros viven muy bien y los segundos viven muy mal. En el mundo de los  pocos hay riqueza y abundancia y privilegios. En el mundo de los pobres hay miseria y escasez y sufrimientos. En el mundo de los ricos cunde la vida y la alegría. En el mundo de los pobres cunde la muerte y la tristeza. En el mundo de los ricos, los niños tienen su sueño asegurado con juguetes caros. En el mundo de los pobres, los niños sólo tienen ese sueño que despierta abrazado a la soledad del juguete que siempre se encuentra ausente.

Santa Claus: si existes regálanos un sueño hecho realidad, un pensamiento construido de libertad, una razón convertida toda en justicia social, un concepto que ande libremente sin fronteras, un juicio de conciencia que no se renuncie con el tiempo y un verbo que se conjugue siempre en futuro.

Santa Claus: es tiempo de definir el destino del mundo para que exista un nuevo mundo para todos. Ayúdanos a que deje de caminar patas arriba. No pidas para nadie impunidad. Hazte rompedor de cadenas de opresión. Libera  cada juguete de las armas de la guerra. Dile al lobo que aprenda la solidaridad del delfín. Que no haya hombre león y zorro al mismo tiempo contra el hombre. Propaga la idea para que el hombre deje de ser el peor depredador de la naturaleza. Lucha para que la alegría venza a la tristeza y la vida a la muerte.

Santa Claus: regala una sonrisa  y una esperanza por igual a todos los niños de la Tierra. Promueve una sola constitución para el mundo entero. Que la tierra no siga teniendo propietarios ricos y peones pobres. Que el trabajo deje de ser una carga pesada para el obrero. Que todos tengan acceso a la cultura y las artes. Que todos los trabajadores se abracen bien fuertes con todas las ciencias para bien de la humanidad y de la propia madre naturaleza.

Santa Claus: promulga que el racismo pierda la esencia de todos los colores. Que ninguna idea continúe pregonando la desigualdad y la injusticia sociales. Que las necesidades sean satisfechas sin requerimientos de sacrificio. Que los mitos no sigan siendo fuente de la ignorancia. Que los milagros los haga el hombre de ciencia en beneficio del hombre.

Santa Claus: muchos milenios de miseria es castigo del hombre sobre el hombre. La libertad es más hermosa cuando todos se hacen justos y los pecados se extinguen antes de cometerse. Regálale un puñado de flores a cada madre que ha perdido un hijo para que lo reconstruya de nuevo y deje el dolor de ser tan intensivo. Que nadie olvide que el mejor recuerdo es aquel que avanza sobre el legado de sabiduría que dejan las generaciones del pasado. Que nunca existe un más bello presente que aquel que va construyendo un futuro de felicidad para todos.

Santa Claus: iza la idea para que cese el llanto por lo que no se tiene y que no exista risa por lo que sobra sin importar la miseria de los muchos que con su trabajo privilegian a los pocos.

Queremos una vida que sea realmente un mundo digno de todos los seres humanos. Nunca debes olvidar ese principio, Santa Claus, cuando vayas a peregrinar ofreciendo regalos de navidad. Queremos un mundo en que sean los adultos quienes regalen felicidad entera a todos los niños y niñas de la Tierra.

Santa Claus: si usted hace que los renos vuelen, los niños levantan los papagayos al Cielo y así constatan las verdades del universo y nada humano hay en la mitológica mentira de los regalos que vienen caídos del Cielo para la gran masa infantil que los espera al despertar de la noche navideña y la frustración les mata su alegría. Sólo el comunismo será el abrazo del Cielo con la Tierra y todas las armas de la guerra derretidas se transformarán en juguetes creadores para todos los niños del nuevo mundo posible que construirán los hombres y mujeres que sí existen de verdad.



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Freddy Yépez


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