Este será un año clave para la Revolución Bolivariana, un año para sembrar acciones y cambios profundos. Debemos aprovechar para realizar cambios, desde las pequeñas cosas, que impacten grandes extensiones del imaginario, la vida social y cultural del pueblo.
La lucha contra el delito, la violencia y el crimen deben profundizarse; en Venezuela no hay razones de ningún tipo que puedan ¿justificarlos?, todo lo contrario, tenemos las condiciones y el contexto político, económico-social y moral para aplicar todo el peso de las leyes y erradicarlos de raíz.
Es un año para ir a fondo e implacablemente contra la guerra económica y sus autores, modificando las leyes y adecuándolas a las nuevas realidades y acciones criminales de los agentes políticos y económicos.
Una revolución urbanística, reordenamiento de las ciudades más importantes (como primeros pasos o planes pilotos), que ataque el caos del tráfico, las aceras, bulevares, cruces peatonales; pavimentar, cumpliendo todas las normas de calidad, desde las grandes avenidas hasta las últimas calles de los barrios.
Una ciudad iluminada crea una atmósfera de seguridad y persuade al malhechor. En el contexto del plan eléctrico nacional se debe prever esta acción que coadyuva a la prevención del delito y crea una atmósfera emocional positiva en la población.
Iniciar de una vez por todas un poderoso, sostenible, coordinado y eficiente sistema de transporte público superficial.
Atacar a fondo el caos y violencia creado por los motorizados, cuya anarquía ha permitido que se mimeticen el delito y el crimen organizado. Ya hay atisbos de un problema de salud pública debido al índice de accidentes que se registran a diario. Continuar y profundizar la lucha frontal contra la corrupción y la impunidad.
¡Garantía de que nunca volverán!