Me rompo el coco, me rasco la cabeza y me arranco los pelos que me quedan, antes de preguntarles a ustedes apreciados lectores.
¿Acaso, estas devaluaciones sucesivas, no pueden catalogarse como violencia de Estado?
Si señores, es violencia económica del Estado, aplicada en contra del bolsillo de los que menos tenemos, o como decía el finado Uslar Pietri “del más pendejo”. El indefenso Juan Pueblito, termina pagando los platos rotos de toda esta ineficiente burocracia, corruptelas, compadrazgos y desaguisados de este sancocho económico que han venido cocinando nuestro gobierno, ministros y funcionarios que han manejado y dirigen con tanto desatino los hilos de la economía venezolana.
Lo triste, es que nadie se hace responsable como lo hizo nuestro Comandante Chávez, un cuatro de febrero. Cuando pronunció su ya famosa frase “Por Ahora”.
No señor, ahora nadie es responsable de nada, todos son inocentes, no hay culpables, sanciones ni castigos por estas sucesivas devaluaciones. De mil%, de 46% y de 100 y dele%.
Todos cantan en desafinado coro un “yo te lo juro que yo no fui”.
Declaran como aquel otro que dice: “La escases de productos es por culpa del pueblo que compra demasiado” El filósofo del Zulia, se quedó corto.
Yo camino por ahora mis amigos, con un hueco en el zapato, y es que aparte de no conseguir mi medida ni el modelo adecuado, ahora un par de caites comunes y corrientes, cuestan entre cuatro mil y dele, -ojo, eso antes de esta reciente devaluada- si son de marca, hay que ser empresario usurero para comprarlos. Por el momento, me pondré un catón en el hueco del zapato, como lo hacían nuestros taitas de antes en épocas del general Gómez. Quienes también se hacían camisas, calzones y pantalones con los sacos de azúcar Blanca Nieves. Esto es historia, ¿Quién se recuerda?
No creemos que estas devaluaciones sucesivas implementadas por nuestro gobierno sin consultar al pueblo, y que ha depreciado el bolívar 120% en un solo año, no solucionen el problema económico actual. Por el contrario, agravará aún más esta crisis.
Valerse del caduco esquema de devaluaciones sucesivas, es proceder como lo hacían en la Cuarta República del punto fijismo. Esto nos distancia aún más de la vía al socialismo, de la que nos hablaba el Comandante Eterno.
Una de muchas soluciones podrían ser entre otras: Poner gravámenes más severos a los juegos de envite y azar, ajustar el monto de los carburantes, aumentar el impuesto a la cerveza y al tabaco, combatir en serio al comerciante usurero, a los corruptos estén donde estén y el color que sean. Esto sería un ejemplo de otras muchas soluciones no devaluacionistas.
Como bien podría ser, convertir el bolívar venezolano una moneda internacional, respaldado por las reservas petroleras, de oro y gasíferas. Disponemos para ello, de las mayores reservas de petróleo del mundo, nuestros yacimientos auríferos son de los más vastos en el planeta. ¿Por qué el bolívar no puede ser una divisa? A medida que más países consideren el bolívar como una alternativa sólida y fiable, como lo era hasta 1983, éste sería bienvenido en un mayor número de sitios y naciones.
Si no damos este paso, y nos liberamos del dólar. A este sueño de Hugo Chávez, de su pueblo, y su revolución bonita, le queda poca existencia, lo terminan, lo acaban, y lo suicidan con estas puñaladas traperas y devaluacionistas. Erradas medidas económicas, que tal parecen hechas más bien, por infiltrados o enemigos del proceso, y que originaran en breve mayor inflación y malestar entre nosotros los chavistas al ve como los salarios de los trabajadores se esfuman al comprar a los nuevos precios los productos, que nos traeran estas locas devaluaciones. Las que nos llevan sin remedio al vórtice de una espiral inflacionaria sin paralelo, a un agujero negro y a un harakiri inducido.