Sucede, doctora Sosa, que la estoy viendo en
la televisión muy frecuentemente. La leo en
la prensa, la escucho en la radio, y la copio en internet cuando Globovisión, no contento
con informarnos diariamente, también nos coloca en su página de
internet, sus declaraciones. ¿Qué cobertura tiene ahora, doña Sosa?
Fíjese lo que dice Globovisión en su página de Internet del 17 de
junio pasado: "Entre lunes y martes la ex presidenta de la extinta
Corte Suprema de Justicia, Cecilia Sosa Gómez, solicitará ante la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos la suspensión".
Ni me preocupé por saber la suspensión de qué, doctora Sosa. Porque
además, usted nunca se preocupó por denunciar nada ni sancionar nada,
y si no, que lo diga Lusinchi.
Ahora, hagamos un ejercicio: Usted se levanta y va al espejo, y
después que nota que se le vino abajo ese peinado tipo Don King que
tenía usted en la Cuarta República y que muy bien definió Augusto
Hernández en su Manual para vestirse como juez, se dice: "Pasaron dos
años, Jaime, y prescribió el juicio contra ti. Así que no te
preocupes, yo era la ponente. Aquí lo importante es que el estado de
derecho estuvo en mis manos. Tú eres inocente, Jaime, el juicio ya
prescribió y tú tienes que agradecérmelo, lo de Blanca no me importa.
Tú eres un pajarito que vas volando parado en tu rama verde".
Usted se detiene, doctora Sosa. Se mira una que otra cana y vuelve al
pasado. Ahora la invitan a la radio. Y usted habla. Y dice. Y critica.
Y mira la paja en el ojo ajeno. Y está contenta. Irónicamente,
mientras se estira una pata de gallina que tiene en el ojo derecho,
piensa en su amiga, Marta Colomina, la presidenta de VTV lusinchista,
se ríe, y dice: -Qué bien, que este Gobierno nos ha dado libertad para
decir lo que nos venga en gana, y mientras tanto los que antes no
criticaban nada, ahora nos apoyan. Cuántas cosas no tengo yo por allí,
como presidenta de esa cosa podrida y hedionda y extinta que se llamó
Corte Suprema de Justicia, y ahora nadie me dice nada. Menos mal,
Jaime, que este país es frágil y no quiere caerle encima a los que
verdaderamente lo robaron. Está como prohibido tocar la Corte por
razones de higiene.
Ahí, doctora Sosa, frente al espejo, usted sonríe. Se estira el pelo y
piensa en sus buenos tiempos. Ahora está allí, maquillándose porque
tiene que ir temprano al programa de Mingo, y tiene que decir algo
importante, pero ya no sabe cómo hacer para que la gente copie una de
sus frases y la convierta en una de esas frases célebres.
- Qué bueno era en eso mi amigo Gonzalo Barrios. Cada domingo, cuando
hablaba, todos estaban pendientes para ver qué decía. Recuerdo cuando
dijo: "Al compañero Carlos Andrés Pérez le hace falta un poco de
ignorancia". Y aquella frase: "En este país se roba porque no hay
razones para no hacerlo". Lástima que a mí no se me ocurre una frase
así.
Qué bueno, doctora Sosa. Ahora la invitan a todos los medios, y tiene
un programa de radio, y ahora, al fin, trata de ser útil. Y todo se lo
debe a Lusinchi.
-Si, pasaron los dos años y yo no dije nada. El juicio de mi
presidente Jaime Lusinchi prescribió, y él y Blanca pueden venir y
salir del país cuando les dé su perra gana. Y yo dejé correr el
juicio. Así se hace. No hay culpa. No hay robo. No hay buey. No hay
delincuencia. Hay Sosa para rato. Yo y sólo yo, salvé a Jaime y eso se
cobra. Ahora estoy dispuesta a ir a la Corte Interamericana a reclamar
cualquier sentencia de este tribunal que no me satisfaga.
Ahora, doña Sosa, estírese un poco la piel. Trate de ser sincera (es
casi imposible, pero trate). Y pregúntese: -¿No es posible que hayan
olvidado mi labor al frente de la extinta Corte Suprema de Justicia?
No. No es posible. Porque si la gente recordara lo que yo hice ahí,
nadie tendría la osadía de invitarme a ningún programa de radio y
televisión.
Uno que no la olvida.
robertomalaver@cantv.net.