Sobre la globalización es mucho lo que se ha escrito, debatido, rebatido, exaltado, satanizado y luchado. Sería inútil profundizar más sobre la naturaleza de la globalización, sin embargo, como definición de manual de economía y citando al premio nobel Joseph Stiglitz se diría que “Consiste, básicamente, en la integración más estrecha de los países y pueblos del mundo, provocada por la reducción de los costos del transporte y la comunicación, y el desmantelamiento de barreras artificiales a los flujos de bienes, servicios, tecnología, conocimientos -en menor grado-, y personas a través de las fronteras.” aunque de una forma más práctica aclara que en el proceso de globalización intervienen instituciones como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, entre otras y que ”las políticas de las instituciones internacionales demasiado a menudo se ajustan en función de intereses comerciales y financieros de los países industrializados avanzados”. Mucho más se puede decir, citando a Naomi Klein y la explicación de la “Doctrina del Shock” mediante la cual se imponen sistemas económicos liberales forzadamente a países con escasa o nula industria nacional, provocado choques económicos terribles para el tejido social de los mismos, con el supuesto interés de “sanear” su economía de prácticas proteccionistas, estatistas e integrarlo al gran sistema global y democrático liberal, pero que en la práctica han conducido, en la inmensa mayoría de los casos, a crisis sociales terribles y a la destrucción de las economías nacionales. Al no ser experto en los temas invito al lector a leer a los autores antes citados. La pregunta clave es si somos realmente libres para elegir si integrarnos o no a este sistema.
En un reporte de la revista “Bussines Insider” se dice que Venezuela posee “297.600 millones de barriles de reservas probadas de petróleo, 196,4 billones de pies cúbicos de reservas probadas de gas natural y 479 millones de toneladas de reservas probadas de carbón. 34,9 billones de dólares del valor a precios corrientes”, según la revista, esto hace de nuestro país el tercero en el mundo en reservas energéticas no renovables (aunque en energías renovables el potencial es inmenso, ver http://www.rebelion.org/noticia.php?id=170510 ), siendo los primero y segundo Rusia e Irán, respectivamente. No por casualidad son estos tres primeros países los más cuestionados por los sistemas e instituciones internacionales al servicio del proceso de globalización, tal y como se entiende en la actualidad, bajo el sistema capitalista imperante. Rusia desde la caída de la Unión Soviética ha padecido el desmantelamiento de su aparato industrial y el saqueo de sus recursos en el marco de la aplicación de las medidas de “saneamiento” económico impuestas por el FMI durante la década de los 90´s. De esta debacle, el país más extenso del mundo apenas comienza a recuperarse aplicando medidas nacionales y de protección a su industria nacional, así como el fomento a la inversión productiva e industrial. De Irán poco más se puede decir debido a que son acontecimientos en “pleno desarrollo”, el país luego de la revolución islámica, el 1979, ha procurado desarrollar su industria nacional y proteger la inversión propia, ganándose con ello el cuestionamiento total de las instituciones ya mencionadas y cuyo comportamiento ha sido bien definido por Stiglitz.
El sistema que fue desmantelado en la década de los 90´s en Rusia, el sistema de economía estatal planificada, ha sido bien definido en un artículo de Rob Lyon de la siguiente manera: “Un país, Rusia, que en 1917 era uno de los más atrasados y subdesarrollados en el mundo. En un lapso de 30 años, la Unión Soviética fue capaz de lograr lo que a los países capitalistas avanzados les tomó cientos de años y lo que muchos países aún han sido incapaces de lograr. Para el final de la II Guerra Mundial, la Unión Soviética había dejado de ser un país retrasado, semi-feudal y analfabeto, sin casi infraestructura para convertirse en una economía desarrollada, industrializada y moderna. Al finalizar la II Guerra Mundial, la URSS se había convertido en una de las superpotencias mundiales, tanto en lo económico como en lo militar, superada sólo por los EEUU. Uno de cada cuatro científicos a nivel mundial estaba en la Unión Soviética, que además tenía también un sistema de salud y educación igual o superior a cualquiera de los países de Occidente… Al punto que fue capaz de lanzar el primer satélite artificial al espacio y poner en órbita alrededor de la tierra al primer hombre”. Sin pretender valorar la opinión de Lyon, lo innegable es que la URSS sacó de la pobreza y miseria a una Rusia extremadamente atrasada y que luego de la caída del sistema de economía planificada central y la instauración del capitalismo liberal en los 90´s el país perdió de forma estrepitosa todos sus logros sociales, científicos e industriales convirtiéndose en un feudo de mafias asociadas al gran capital trasnacional, todo esto producto de la aplicación de las “Doctrinas de Shock” económico. En general, todos los intentos, alternativas y propuestas paralelas al sistema global capitalista imperante han sido reiteradamente aislados, callados y/o satanizados, ante una globalización que se entiende de una única y exclusiva manera, un pensamiento único. Rusia, hoy se ha levantado poco a poco de la postración a la que fue confinada en los 90´s y nuevamente es cuestionada, asediada y rodeada (toda defensa ante la globalización es entendida por los medios comerciales de propaganda como belicismo).
En este contexto, Venezuela al asumir un rumbo propio, con los montones de errores y fallas que tiene (eso poco importa, en realidad, al sistema global financiero) se pone en la cera de enfrente ante los intereses detrás de esta globalización capitalista. Venezuela se ha zafado del control petrolero trasnacional (sobre la explotación petrolera trasnacional de Venezuela ver http://www.rebelion.org/noticia.php?id=178572) El sistema es casi omnipresente, en medios comerciales de propaganda, ONG´s, instituciones supuestamente en defensa de los derechos humanos, instituciones financieras supuestamente públicas y privadas, el ataque siempre será por todos los frentes y con todas las armas legales e ilegales, éticas y anti-éticas. Las riquezas energéticas nacionales son de vital importancia para un capital global que devora energía como un gran depredador insaciable, sin rumbo, sin sentido, sin humanidad, el capital nunca dejará de insistir. ¿Donde nos podremos refugiar?, ¿Donde resistir?, ¿Con quienes podremos resistir?, ¿Como podremos resistir?, ¿Quienes realmente quieren resistir dentro de Venezuela? Y finalmente ¿Nuestro sistema es realmente mejor?... Todas preguntas difíciles, pero que debemos tener al menos la capacidad teórica y el coraje de responder. No podemos saber si la globalización es inevitable en la forma que se trata de imponer, pero si podemos hacernos fuertes en grupo, en convenios internacionales, en organización y unión con quienes compartimos intereses comunes. En principio pareciera que Rusia e Irán comparten intereses comunes con nosotros, al menos en lo energético, con nuestros vecinos del sur de américa compartimos intereses geo-políticos y comerciales. A veces conviene volver un poco a lo fundamental y repasar estos conceptos... en la diatriba del día a día perdemos las perspectivas de lo real y estratégico. ¿Realmente somos libres de elegir sobre nuestro destino en un mundo globalizado?, la respuesta es que si, siempre y cuando tengamos claras las consecuencias, los objetivos, la táctica y la estrategia en caso contrario incluso resulta mejor rendirse. Como en una batalla perdida carece de sentido sacrificar a todos los hombres cuando no existe la menor posibilidad de éxito, así el triunfo depende exclusivamente de la claridad en los objetivos.
Ingeniero Electricista
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