La oposición ha percibido estos últimos 15 años como una hecatombe, negándose a aceptar una realidad que se ha manifestado, una y otra vez, de manera contundente. La mayoría de los venezolanos, y muy particularmente los sectores populares, apoyamos el proceso revolucionario, con todas sus imperfecciones y contradicciones. De nuevo, una vez más, el pueblo, en su gran mayoría, está diciéndole a la oposición: “podemos estar molestos o insatisfechos con cosas que no funcionan bien, pero no aceptamos volver a los años de exclusión”.
Llanto, desconcierto, frustración, odio y rabia han sido algunos de los sentimientos más frecuentes en las filas opositoras, sentimientos que se han sumado a las manifestaciones de exclusión que siempre caracterizaron, y lamentablemente no dejan de caracterizar, a este sector más económico, que político.
Voceros de la oposición, como Leopoldo López o María Corina Machado, al igual que mucha gente de la clase media, se consideran por su mayor nivel de formación académica, como seres superiores al promedio de la población. Se sienten llamados a dirigir el país porque creen estar preparados para ello y, además, porque se lo merecen. Y en esta actitud radica uno de los dramas de nuestra realidad actual. Son seres escindidos, “ejemplares mutilados de la humanidad”, “sin conciencia de la unidad fundamental de nuestra naturaleza”, como diría José Enrique Rodó, que ven la realidad desde la única parcela de conocimiento que dominan. Por eso no son capaces de percibirla… y por eso son tan ignorantes.
La vida vista desde una rendija. La realidad es la que soy capaz de percibir desde la única perspectiva que conozco. El mejor representante de ello es el economista moderno que pretende vanamente explicar la vida infinita del hombre, desde una parcela finita del conocimiento, la única que conoce.
Un dramaturgo y político checo, de derecha, Vaclav Havel, caracterizaba al hombre de la sociedad moderna de la siguiente manera: “el humo de la chimenea de una fábrica le preocupa únicamente en el momento en que el mal olor penetra en su casa, pero no cuando contamina el medio ambiente o cuando entra por la ventana del vecino”. Imagen precisa de muchos venezolanos o venezolanas de oposición. Lamentablemente.