La cuna del capitalismo se encuentra paralizada motivado al paro de transporte, cuya relevancia ha encontrado precisamente en lo social, la causa para llevar a cabo una acción de esta naturaleza cuyas proporciones económicas según analistas asciende en 400 millones de dólares en pérdidas diarias. Y tienen razón los más de 33.000 afiliados al sindicato de transporte neoyorquino, quienes se ven seriamente afectados por el aumento en las edades para jubilarse, así como el aumento anual del 3% que pretenden otorgarles los patronos, ante un desequilibrio en los precios desencadenado en las grandes ciudades de Estados Unidos, debido a que los precios de los combustibles se han duplicado en los últimos dos años; y ello como consecuencia directa de la propia invasión que este país ha hecho a Irak, y es en definitiva el principal causante de lo que hoy ocurre en el mercado petrolero.
Pero volviendo al tema del paro de transporte, son irónicas las declaraciones del propio Alcalde de Nueva Cork, Michael Bloomberg, quien emplazó a los trabajadores a aceptar el ofrecimiento de los dueños de las empresas transportistas, en virtud que los patronos no pueden seguir cubriendo los “altos costos” de los servicios de seguridad social. Y tal frase, acaso no es un contrasentido para aquellos quienes diariamente nos dicen que semejante modelo económico es el que produce mayor bienestar y beneficios para todos los trabajadores. Sin duda, que algo anda mal, por lo menos en esta fase del marcado desarrollo capitalista, en donde es evidente, la mayor parte de las ganancias son dirigidas hacia el bolsillo de los grandes intereses trasnacionales en desmedro del capital humano.
Ahora bien, lo que hoy sacude a Nueva York, ha originado con seguridad un gran malestar en la población, que afecta aproximadamente a siete millones de personas, pero cuyo origen es legítimo, y previo a una situación de negociaciones infructuosas con la directiva de las empresas durante varios meses. No obstante, aunque en Venezuela se nos vende la idea que en Estados Unidos las libertades son absolutas, una “ley federal” prohíbe la suspensión de este tipo de actividades por considerarlas de interés público. Incluso un día después de iniciada la huelga, un tribunal ha impuesto una multa de un millón de dólares diarios al sindicato que agrupa a los trabajadores.
Tales hechos, nos llevan a realizar una reflexión, sobre lo que hoy ocurre en Nueva York y lo ocurrido en nuestro país en diciembre de 2002. En primer lugar, esta es propia de los trabajadores, aquella fue un disfraz impulsado por un paro patronal para que cuatro días después, Pdvsa paralizara por completo sus operaciones, dejando al país en una situación de quiebra económica que costó al país más de 10.000 millones de dólares en la propia industria petrolera, una fuga de capitales por más de 6.000 millones de dólares, e incalculables pérdidas económicas en el sector privado de la economía; siendo el desempleo el hecho social de mayor impacto generado por los promotores del paro.
Por otra parte, la autollamada nómina mayor con más de 18.000 empleados formó un sindicato ilegal con la firme intención de “legalizar” ante la el servilismo imperial de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), quienes en un comunicado “aprobaron” las acciones subversivas llevadas a cabo por estos “gerentes”; pese a que las mismas afectaban a más de 23 millones de venezolanos; al punto que al dejar al país sin gasolina, se vieron afectadas actividades relacionadas con la alimentación y la salud del pueblo venezolano, lo que incluso produjo la muerte de compatriotas por diversas situaciones. Hoy la OIT hace silencio ante lo que pasa en Estados Unidos; suponemos que en los próximos días algún lacayo de este organismo dirá que la “ley federal” esta ajustada para este tipo situaciones; pero cuando el Tribunal Supremo de Justicia venezolano declaró la ilegalidad del paro petrolero, inmediatamente numerosos “constitucionalistas”, vinieron a hablarnos de tratados y convenios internacionales en materia de trabajo, los cuales estarían “por encima” de las leyes nacionales.
Hoy el gobierno de Bush, y el salvajismo impuesto por el neoliberalismo, junto con el bochornoso silencio de la OIT han dejado al desnudo, otra de la muchas mentiras con las cuales pretenden seguir engañando a la humanidad. Quienes pretenden seguir imponiendo el neopositivismo de la economía neoliberal cada vez tienen menos argumentos para seguir sosteniendo la barbarie. Los pueblos siguen despertando de la pesadilla capitalista. Pidamos a Dios por ello.
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