No represento a nadie. No soy vocero de ningún grupo pudiente en este país; no puedo hablar en nombre de ningún gremio de intelectuales de maravillosas plumas; no me abrogo el derecho de expresarme en nombre de ningún grupo académico y, mucho menos, de especialistas en ninguna de las ramas del Derecho; no me atrevo a dirigirme a nadie en nombre de ninguna vanguardia obrera ni de protectores ideológicos de nadie; no tengo ninguna autorización para proponer a alguien a alguna institución del Estado en nombre de algún importante partido político venezolano. No, mejor hablo por gente que pertenece a esa multitud de los de abajo, de esos que nada tenemos que perder pero sí mucho que ganar si al Tribunal Supremo de Justicia llegan varias personas con las mismas características políticas e ideológicas de la doctora Ana Casanova, mejor conocida en los medios o predios de camaradas como la doctora Kokó. Mejor dicho, sí me atrevo a hablar y a escribir en nombre de toda esa gigantesca legión de hombres y mujeres que tenemos la obligación de exigirle al proletariado que se decida a emancipar a todos los explotados y oprimidos como a sí mismo. Bueno, de otra manera, hablo y escribo en nombre de esa inmensa masa de locos y locas que somos los que tenemos la facultad, la obligación o el deber de quitarnos la camisa de fuerza que nos oprime para ponérsela a los cuerdos que mal gobiernan el mundo y hacer que éste ande al derecho y no al revés. Derecho, en este caso, significa socialismo y al revés el capitalismo.
A nadie se le ocurra pensar que estoy juzgando o criticando a los actuales magistrados. Nada debo decir al respeto pero estoy seguro representar ese gigantesco mar de querer que muy pronto tengamos un Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), donde ninguno de sus miembros gane más de cuatro veces el salario mínimo de un obrero medio y no cobre una cesta ticket mayor a la de un obrero común y corriente de la producción. Igual lo deseamos o queremos para los miembros del Consejo Nacional Electoral (CNE), los ministros, los más altos funcionarios del Estado. Bueno, mejor me limito a argumentar el por qué postulo a la doctora Kokó para que sea Magistrada Principal del Tribunal Supremo de Justicia. Eso sería, hablando de salarios, lo más cercano a una política real de transición hacia el socialismo tomando reglas inevitables del capitalismo.
Queremos un TSJ que jamás ponga por encima de la economía el derecho ni tampoco a éste por encima de las líneas políticas que enaltecen un régimen al servicio de su pueblo. Queremos un TSJ que esté plenamente consciente que el socialismo le pone fin a las instituciones del Estado porque éste tiene obligatoriamente que extinguirse en la medida en que la sociedad se capacite para administrarse por sí misma. Queremos un TSJ que impulse la creación de tribunales de justicia jurídica a nivel de las parroquias formados por sus propios pobladores sin que sea condición necesaria para ser juez o fiscal el que tenga título universitario -en general- o de abogado -en lo particular. El único requisito sería honestidad e imparcialidad para aplicar justicia jurídica. Queremos un TSJ que sea factor primordial en la promoción de un régimen de vida que eleve la justicia a un nivel en que sea la primera condición preventiva para que no se cometan los delitos jurídicos ni sea el norte fundamental de los tribunales de justicia el castigo jurídico a los reos. n fin: un TSJ que ponga los intereses esenciales del proletariado por encima del de los magistrados y sus familiares. Amén.
Empezando, hay que reconocer que de vainita la doctora Kokó no nació siendo una militante activa de la causa revolucionaria; es decir, toda su vida se la ha dedicado a esa humana lucha por contribuir a poner sus granitos de arena a la causa de la redención social. Y en el ejercicio de la profesión del Derecho toda su obra y su pensamiento ha estado al lado de la justicia contra la injusticia jurídica. Su vocación profesional de ejercicio del Derecho ha estado signado por una lealtad a su posición doctrinaria, es decir, de servicio a la causa proletaria, a la causa del socialismo, a la causa -nadie se asuste- del comunismo. En su vida familiar ha sido extraordinaria hija, excelente hermana, adorada por sus sobrinas y sobrinos, muy apreciada por sus amigos y amigas, muy que roda por sus camaradas y, sin duda, súper amada por su hijo. Particularmente amo y adoro a la doctora Kokó como camarada, como amiga y como una mujer maravillosamente solidaria.
Seguros pueden estar los que voten por la doctora Ana Yldikó Casanova Rosales, que lo harán -sin duda alguna- sin temor a equivocarse, es decir, sus votos serán los correctos, los acertados, los revolucionarios, los socialistas. Y aquellos que no lo hagan por la doctora Kokó van a correr un riesgo muy peligroso: cuando yo muera pediré permiso todas las noches al supremo jefe del Topus Urano, PhD en filosofía Antigua Platón, para que mi alma baje a la Tierra y les prometo que les rasguñaré la planta de los pies hasta que la risa los haga decir: ''Me equivoqué... me equivoqué...''. No será una tortura. Simplemente será: un recordar de que habiendo tenido una oportunidad para expresar correcta y conscientemente el voto, lo hicieron de forma equivocada pero muy conscientemente.
Por todas las razones expuestas, postulo, en nombre de los que aún somos descamisados, explotados, de abajo queriendo ser un día iguales a todos los demás en oportunidades o, mejor dicho, los pobres de la economía que no queremos hacernos nunca ricos pero sí vivir en verdadera justicia social y en digna paz desaparecido un día de toda la faz de la Tierra el maldito pero bendito dinero y el todopoderoso Estado, a la doctora Kokó (Ana Yldikó Casanova Rosales) para que sea elegida como miembro principal del cuerpo de magistrados y magistradas que conformarán el nuevo Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) de la República Bolivariana de Venezuela. Es todo. Amén. Quieran Dios y Marx que todos los que tengan la facultad de elegir a los magistrados y magistradas del TSJ por una vez en la vida le paren bola a un loco que no quiere por nada del mundo seguir oprimido por una camisa de fuerza y que dice la verdad al expresar que está por convicción y sinceridad solidario con el Gobierno que preside el camarada Maduro y que anhela la existencia de un TSJ comunista y obediente de la doctrina del proletariado ciento por ciento. Seguro, para muchos en Venezuela, es mucho pedir. Lo entiendo y lo respeto. Que Dios los bendiga pero que Marx sea quien les ilumine el camino de sus luchas.