El atrevimiento al que son capaces de llegar algunos señores que aun piensan que Latinoamérica es un reducto donde enriquecerse, llega, francamente, a extremos inaceptables.
Vargas Llosa, el funesto escritor peruano-español, quien se define a sí mismo como parte de esa “aristocracia” decadente y corrupta que saqueó sistemáticamente los recursos naturales y expropió a los verdaderos dueños de la tierra sus derechos mas elementales, se ha dado a la tarea de vituperar y denigrar porque si, porque se le da la gana a los nuevos líderes de la izquierda americana, por el solo hecho de no ser de “sangre azul” y “cuna de oro”. Este señor, tan suelto de cuerpo, ha creído que la vestimenta del compañero Presidente Evo Morales había sido producto de un “genial asesor de imagen”. Este señor escribidor, no se da cuenta, porque su capacidad mental es demasiado estrecha, que Evo Morales, no necesita de un asesor en moda o en apariencia, porque simplemente, EVO MORALES ES LO QUE ES y no necesita disfrazarse de traje y corbata para tener un valor como persona, como presidente y como líder ante la sociedad: Evo Morales es un hombre íntegro, cabal, un líder real y verdadero, un hombre que se hizo de la nada, pero claro, esos detalles se le escapan al señor Vargas Llosa puesto que es su minúsculo cerebro reaccionario, burgués y decadente, no le puede entrar que hayan personas que, sin necesidad de haber pasado por la Academia, puedan ser más visionarios y más inteligentes que los “letrados” como él.
Y no se trata de racismo, porque racismo es lo que gente como Vargas Llosa ha hecho en los últimos 500 años de la historia de este continente; escribiendo, deliberando y llenándose la boca con palabras como “libertad” “derechos humanos” o “democracia”, pero sin embargo, fomentando la servidumbre y la denigración sistemática de los indios del continente, a quienes consideraron siempre como los “ignorantes, sucios y bárbaros” a quienes se debía ocultar en el patio trasero de la casa porque ellos “no sabían nada”.
Dice este señor que “plantear el problema latinoamericano en términos raciales es una irresponsabilidad insensata”. Entonces, me pregunto yo, que ha estado pasando en esta América morena si no ha sido la instalación de un racismo inhumano, secundado por un neoliberalismo secante y desgarrador que ha convertido a las personas en casi animales, sin futuro, sin dignidad, sin voz? Hemos estado viviendo y presenciando impávidos algunos y desesperados los más, un verdadero apartheid en el seno mismo de la América, un sistema segregacionista, racista, excluyente y despiadadamente cruel, que nos ha sumido en la desesperación, el atraso y la nada por espacio de décadas de oscurantismo y silencio. Ahora, por fin, llegan estos seres de luz, estos verdaderos líderes como Chávez, Morales y ojala muy pronto, Ollanta Humala, a darles voz a los subsumidos, a los vilipendiados históricamente, a demostrar que es perfectamente posible que las mayorías gobiernen y no solo un puñado de blancoides mestizos con aires de grandes señores, oligarcas y asesinos, ladrones y vende patrias, con los que, seguramente, este señor limeño de pluma tan “delicada” está comprometido.
Y entonces, porque seguramente sigue convencido que vivimos aún en la época colonial y del ponguaje y porque Chávez, Morales y Humala son de tez morena y raíces indígenas, se cree con derecho a faltarles el respeto, a denigrarlos y a disminuir sus figuras radiantes a los ojos de los demás. Sin embargo, no se da cuenta que ya los tiempos han cambiado. Que es real, que no es mentira. El Pachakuti ha llegado y soplan otros vientos muy fuertes; vientos de cambio, de libertad, de solidaridad, de mejores días para todo un pueblo que pro fin se levanta y demuestra cuan proféticas fueron las palabras de Tupac Katari cuando dijo que volvería y sería millones. Por lo tanto, poco o nada pueden pesar sus palabras llenas de odio y frustración; nada más poderoso que las miradas límpidas y valientes de nuestros nuevos líderes.
Dice este escritorcillo de plazuelas, mediocre y decadente, que el Presidente electo de Bolivia no es un indio, ya que habla un buen castellano de “ erres rotundas y eses silbantes” y que gracias a sus “estudiadas y sabias ambigüedades” se trata tan solo de un “emblemático criollo latinoamericano, vivo como una ardilla, trepador y latero y con una vasta experiencia de manipulador de hombres y mujeres adquirida en su larga trayectoria de dirigente cocalero y miembro de la aristocracia sindical”. Aquí, realmente, se pasó de la raya, porque no conserva ni las más mínimas elementales reglas de respeto por la investidura del compañero Morales que aunque, indio, o mestizo, o criollo, o dirigente cocalero, es el Presidente de Bolivia, un cargo que para sí mismo quiso este señor y que no tuvo ni la más mínima capacidad política para alcanzar. Con lo que me queda clarísimo que la envidia también está hablando a través de sus palabras.
En lo que si debo darle la razón, es en la afirmación de que América es un continente mestizo, resultado de la mezcla de muchas sangres y de muchas culturas. Talvez en este hecho radica su fuerza, su historia de sacrificios, de luchas, de sangre derramada por días mejores. Es talvez por esta mezcla que los latinoamericanos somos un colectivo de gente valiente, decidida, aguerrida, que hemos demostrado lo que somos capaces. El triunfo de Evo Morales no es otra cosa que la constatación de lo que puede un pueblo unido, seguro de lo que es capaz, firme en al decisión de forjarse días mejores, pese a quine le pese, sea el Imperio o gentuza de la calaña del señor Vargas Llosa.
Definitivamente, da pena y da rabia darse cuenta que aún en América Latina existen seres de tan baja ralea; gente que cree que puede pasarse por encima a cualquiera; a quien las investiduras, si no son ostentadas por lo de su clase, le molestan; que les lastima ver que los desheredados del mundo tengan un futuro; que son incapaces de darle la mano a un indio, por miedo a que ésta este mugrienta, gente que deposita sus corruptas cabezas en almohadas de plumas y que se llena la boca de preceptos de honestidad y de lealtad cuando sus acciones cotidianas, diarias, no son otra cosa que muestras flagrantes de cómo conculcan a cada segundo las más elementales principios de los derechos humanos.
Si. Aún esta gente se pasea impune por las avenidas de nuestro Continente. Sin embargo y para fortuna nuestra, existen personas como Chávez, Morales y Humala que les han empezado a quitar no solo sus privilegios, sino el sueño, con sus palabras atrevidas, sus fachas desenfadadas y su valentía de ser simplemente, ellos mismos.
De cara al mundo, mirando de frente y llevando como bandera, no un traje serio y una corbata, sino la verdad, la pura y simple verdad del campo, de las montañas, el viento y sus milenarias culturas. Ha despertado el gigante dormido y por lo tanto, los esbirros del Imperio tiemblan.
Ma. Bolivia Rothe
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