Mi viejo tocaba piano. También tocaba guitarra y cuatro. Su favorita al piano eran "Las Brumas del Mar". Se emocionaba solo cuando venia esa parte que dice: "Ay mi novia tan blanca y tan blanca. Igualita que las brumas del mar. A ella le guste que le toque y le toque...".
Yo nunca entendí, y probablemente jamás entenderé, como alguien sin escuela en lo musical y con poca escuela en lo formal (nació en el 11 y en el 18 todavía Higuerote no tenia escuela pública, gratuita y obligatoria) podía ejecutar el piano. Una mano haciendo acompañamiento en acordes y la otra haciendo melodía... ¡¡¡Si para mi ya es un trauma caminar mascando chicle!!! La guitarra y el cuatro es otra cosa...Con esas me defiendo. Y lo hago como lo hacia el viejo: ¡¡¡Por fantasia!!! Nada de pentagramas, ni de semicorcheas. Puro oído e intuición.
La política y la política revolucionaria es otra cosa. No me canso de decirlo. Hay que estudiar, tener una base mínima. Aprender a entender las contradicciones. Manejar herramientas que permitan relacionar cosas que parecen no estar relacionadas. Tener una visión consistente del mundo. Conocer la historia y afinar una identidad cultural.
Sigo con este macán porque si yo fuese de derechas, golpista, fascista, clasista, racista y demás virtudes, y pensase que las opiniones que se leen en listas bolivarianas de gente que dice ser revolucionaria (¡¡¡y de vanguardia, primera fila, ring-side!!!) con todo ese patuque ideológico que despepitan sin remilgo fuese la base única con que cuenta la revolución bolivariana, no movería un solo dedo para sabotear el proceso. Me sentaría en una mecedora de mimbre a escuchar los valses que sigue tocando para mí el viejo, hasta que todo se acabe...
Estudia, joven (¡y viejo!), sin cesar, estudia, que algo queda...