¿Oponerse por oponerse?

Sobre el tapete la discusión en torno a la crisis de la MUD y ello conduce a reflexionar sobre el estilo de oposición predominante en el país.

Teóricamente, la oposición política que aspira a ser gobierno representa una propuesta alternativa y ofrece un programa contrario al partido que detenta el poder. Plantea por tanto un estilo diferente de hacer y entender la política. En ese sentido, los opositores generan una identidad que los distingue de sus adversarios políticos y los presenta ante el electorado como una opción diferente y concreta. Despliegan, dentro de las reglas del juego democrático, todo un arsenal político para llegar a ser gobierno y a tal fin conciben contrapropuestas, a la vez que desarrollan una estrategia de confrontación. En 1966 señalaba Giovanni Sartori “el deber” de de la oposición de “oponerse sin incurrir en formas de obstrucción política”, de ser constructivas y no perjudiciales, representar una “visión tranquila” del juego político y la disposición a la colaboración.

En todo sistema democrático la oposición es necesaria porque sirve de contrapeso a quien gobierna. Es la manera políticamente sana que establece la democracia para poder cuestionar y supervisar las tareas del gobierno.

En el caso venezolano, las condiciones del marco político han contribuido a generar una oposición radical automática que tiende a la negación mecánica de cualquier proyecto de gobierno y, en consecuencia, se distrae de su función controladora y de alternativa de poder. Una oposición en desacuerdo absoluto con el régimen, con el orden constitucional y la forma de gobierno… enfrenta serias dificultades para cumplir con su papel en el orden democrático.

La coyuntura actual y el temor a apoyar proyectos del gobierno, condenan a la oposición a un estilo intransigente de radicalidad automática con fuerte tendencia al antagonismo, obstruccionismo y a la conflictividad. Acorralada en su propia dinámica se encuentra limitada en su capacidad de construir coaliciones y consensuar acuerdos, precisamente para el juego político opositor. Otros sectores de talante antidemocrático, han escogido demostrar su disenso a través de procedimientos contrarios a la naturaleza política y esencia democrática que debe tener la oposición. Fracturada internamente revela una imagen de debilidad política.
 



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Maryclen Stelling


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