Simón Bolívar, Libertador Presidente: “Considerando que la agricultura, el comercio y la industria son el origen de la abundancia y prosperidad nacional y el verdadero y más inagotable manantial de las riquezas del Estado, y no habiendo corporaciones que las promuevan, animen y fomenten, permanecerán siempre en el estado de languidez e inanición en que la barbaridad de los antiguos tiranos las mantenían, he venido en decretar y DECRETO:”
Así encabeza nuestro Libertador el decreto que dicta el 21 de mayo de 1.820 en El Rosario de Cúcuta, hoy Villa del Rosario, cuando agobiado por tanta desidia e ineptitud gubernamental, se ve en la obligación perentoria de tomar acciones frente a esta frontera desguarnecida.
Cuando en mis papeles topé con este decreto quedé impresionado de la capacidad y visión de Simón Bolívar, y una vez más se cumple aquello de que el desconocimiento de la historia a veces lleva a repetir los acontecimientos.
Siempre de los momentos difícil como el que hoy vive la comunidad de frontera Norte Santaderiana y Tachirense, debe servir para aprehender y aprender las lecciones, aquí es donde hace falta sacar fuerzas y despertar las ideas que puedan concretarse en soluciones reales al devenir de frontera mas dinámica de Colombia y Venezuela.
El referido decreto costa de 18 artículos, cada uno de ellos bien hilvanado y concatenado con la realidad del momento (1.820) “cada Provincia tendrá una junta provisional de comercio, que la presidirá el gobernador político de la provincia acompañado de seis cónsules y un procurador consular que los elegirán los hacendados y comerciantes” del propio seno de sus organizaciones.
Sus objetivos son “promover la agricultura en todas sus ramas y procurar el aumento y mejora de las crias de ganado caballar, vacuno y lanar, presentar al pueblo proyectos de mejoras y reformas, extendiendo de todos modos hasta hacer vulgar el conocimiento de los principios científicos de estas artes, animando a los propietarios y ricos hacendados a que emprendan el cultivo del añil, cacao, café, algodón, grana de oliva y vid”
En el discurrir de sus 18 artículos puede observarse la visión integradora de Bolívar, la convocatoria a la unión y participación de todos los sectores de la vida local, dándole a cada uno su lugar de acción frente al problema de la frontera e invitándolos a construir espacios geográficos y humanos, dignos para la vida, el goce y disfrute de quienes la habitan.
Cuando se lee y medita este decreto de 1.820, solo queda la reflexión: cualquier parecido con la realidad, es producto de la coincidencia, y es muy lamentable que una pujante sociedad fronteriza Grancolombiana, 194 años después que aquí mismo en la hoy Villa del Rosario, Bolívar promulgara este decreto, estemos arando aun con los mismos bueyes.
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