Estoy consciente que corro el riesgo que me llenen el correo de insultos, a lo que por cierto estoy habituado. No los remito automáticamente a Spam porque con ellos gozo, me dan risa. Suelen decirme cosas que pocas, poquísimas veces, tienen que ver con la realidad.
Digo lo anterior porque comparto lo que dijo Diosdado, salvo una cuestión de estilo; y decir esto causa estupor y odio en ciertos sectores. Sentenció el del Furrial, un pueblo monaguense que queda cerca de otro llamado “La Paloma”, “Aquí hay chavistas de la boca pa´ fuera” y agregó, “esos son más peligrosos que los mismos escuálidos”.
Discrepo de lo dicho por Diosdado, en asunto de estilo, formalidad, porque no les llamaría, de acuerdo a lo que informa y uno sabe, sino quinta columnas, de esos que se infiltran para aprovecharse de los negocios, dádivas y esperar como decían los viejos adecos, “el momento dado” para echar una vaina. A los menos, no les diría que aun estando adentro, pero con la cultura, ambiciones y prácticas propias de la cultura capitalista, ni siquiera “chavistas de la boca para afuera”, porque no basta decirlo, hacer tareas, repetir consignas que se contradicen con lo que son. ¿Quién compra una buena cantidad de paquetes de arroz, para sólo hablar por ahora de los humildes, sujeto a subsidio, para revenderlo a los pobres por un equivalente a diez veces su precio, puede ser chavista?
Pero voy más allá, esos infiltrados, infiltran a otros y otros. Por eso, es más fácil conseguir un chavista en la calle, entre los indigentes y quienes van de aquí para allá, tratando de resolver un problema, que en los importantes cargos del gobierno, de ministro pá abajo. Porque, muchos de estos, por sus procederes, aun cuando juren sobre el Libro Rojo, El Plan de la Patria, la figura de Chávez, repitan cuanto slogan escuchen sobre Chávez y la Revolución, hasta se conozcan de memoria el “Oráculo del Guerrero”, depositen con puntualidad su día de “salario”, están si no infiltrados, por lo menos donde no deben, porque sus brújulas apuntan hacia otros lados y su sentido común y lógica capitalista los induce a ser ineficientes y cómplices de lo que no se debe de acuerdo al espíritu chavista. Los antichavistas, en buena medida, aunque parezca paradójico, como dice una canción de Luis Mariano, “son felices en su condición”, encuentran todo lo que los chavistas no ven ni en pintura.
Para conseguir lo que no se consigue, o es difícil conseguir, desde dólares para arriba y hasta para abajo, es casi una condición infaltable, una variable indispensable, ser enemigo del gobierno y ser corrupto o dejarse tentar con facilidad por uno de ellos. Si no, no vas para ningún lado. ¿De qué lado está la mayoría de los raspacupos? Chavista de verdad ni es corrupto ni acepta que le corrompan.
Es casi un secreto a voces que entre los grandes jerarcas de las empresas del Estado, abundan enemigos del gobierno y también lo es, que allí estos, los enemigos del gobierno, consiguen buenos contratos y que la plata les fluya, porque se tiene ese reconfortante espíritu y cultura, para no decir mañas, que emana de la lógica capitalista.
Un chavista, un revolucionario, de esos tipos que no alardean de sus conocimientos y experiencias y menos hacen o están dispuestos a aceptar que les hagan proposiciones indecorosas, es difícil que entre en donde reinan los que Diosdado llama “chavistas de la boca para afuera”. ¿Cómo podrían estos subsistir teniendo al lado, viendo lo que pasa, llevando la cuenta, a un chavista de verdad, verdad, a un odioso crítico e incorruptible?
Entonces compañero Diosdado, estoy de acuerdo con usted, como le he estado en muchas cosas, sin ocultar que en otras difiero, esos tipos son peligrosos pero no “porque sean chavistas de la boca para afuera”, sino porque son enemigos del chavismo desde la visión y actitud que tienen ante la vida. Son más peligrosos porque están adentro, son quinta columnas y tienen sus contactos afuera que se encargan de lo demás.
No hay “chavistas de la boca para afuera”, aunque se pongan franela roja y repitan todas las consignas que le lancen, porque su proceder, su actitud, su forma y nivel de vida que les denuncia, sus relaciones que les cuesta ocultar, se muestran como el catarro, nada tienen que ver con lo que concebimos, usted y un montón de venezolanos, como chavismo.
Uno se asombra cada día, como abunda gente que conoce, culturalmente, políticamente cuadrada con la derecha ancestralmente, llenos de odio contra el propio Chávez pese haber muerto y contra todo lo que este sigue representando, beneficiada desde el gobierno con buenos negocios, sin aportar nada a la productividad nacional. Mientras uno, el pendejo que es chavista, y a quien ellos hasta miran con desprecio, pasa las de San Quintín para cuadrar la arepa.
“¿De dónde saca esta gente para tanto como destaca?”, para decirlo con la vieja canción de la chica del 17; ¿qué les lleva a viajar al exterior casi dos veces por mes, de manera a veces hasta misteriosa a hacer negocios? Cuando uno pregunta, porque siempre hay a quién preguntarle y como informarse, suele saber que tienen muy buenas conexiones con gente del gobierno.
He sabido, por ejemplo, que a alguien que nunca ha visto un saco de cemento blanco, ni sabe de dónde carajo aquel producto se saca, le llaman a su casa para provea a una empresa estatal de una enorme cantidad de sacos del producto y ese intermediario, con sólo hacer una llamada, se gana un realero, mientras este pobre pendejo escribe esto, invierte más tiempo y sólo le produce gasto. Y lo que es peor, nadie le para. Uno calla por aquello simple, que nunca se sabe “de dónde salta la liebre”.
Hay gobernaciones, donde importantes funcionarios, se ponen quizás la franela roja y se llenan la boca de palabras del argot del chavismo para ir a la oficina, pero uno les conoce “desde atrás”.
Por eso, Diosdado, amigo, compatriota con quien me siento en buena medida identificado aunque a usted eso nada le interese, no estamos repletos de “chavistas de la boca para afuera”, sino de enemigos del gobierno y del proceso de cambio, dentro del aparato del Estado y las empresas de éste. Gente que no ha rebasado la simpleza de la lógica capitalista y por supuesto del simple oportunismo y fingen porque eso no demanda mucho esfuerzo.
Si puedo recomendarle algo, es que pare la oreja, “ojo pelao”, no es entre los críticos, como lo somos muchos, donde va a encontrar los enemigos.
¡Cuídese de los ineficientes, de quienes ostentan hasta sin quererlo y de adulantes!