Nota: Deberíamos preguntarle a los historiadores
y otros especialistas, si el tránsito de feudalismo a
capitalismo, fue obra de un partido, unos determinados
personajes o el resultado de los cambios en las relaciones
de producción y culturales por una sociedad global.
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El título de este trabajo, lo tomé textualmente de uno destinado a rebatir unas declaraciones dadas por Jorge Arreaza. Pero también es una demostración de mi equilibrio, frente al debate que en Venezuela tiene enredados a factores del gobierno y de la mal llamada "izquierda trasnochada".
Debo advertir, es pertinente, para evitar equívocos, malas interpretaciones, que no intento defender o justificar al destinatario de este audaz y sorprendente juicio o reclamo, es decir a Jorge Arreaza. Pues ni siquiera me he enterado que dijo éste, pero no me hace falta para abordar lo que ahora hago. Y como muestra de ello, no haré mención de lo que Arreaza dijo, pues tampoco lo sé, por lo que recibió la respuesta aludida, ni volveré a mencionarlo, para evitar equívocos.
Mi interés está en lo que ese juicio o presunto encargo de Chávez a sus sucesores significa, dado que es el persistente resultado del falso diagnóstico que, muchos factores de la izquierda en Venezuela y el mundo, hacen de la actual coyuntura y particularmente del modelo capitalista, el que según esas apreciaciones, pareciera son pocos los espacios donde subsiste y, además, en estado de agonía. Además, hablando más específicamente, pareciera que, en quienes así diagnostican o piensan, prevalece la idea que el capitalismo sólo es inherente a Estados Unidos y sus más cercanos aliados. Apreciación espacial que también parece sobreponerse cuando hablan de imperialismo.
Pero lo más grave, es la creencia que la sustitución del modelo de sociedad capitalista por uno socialista, resultaría de la decisión y acción de una vanguardia y lo que es peor del Estado existente que es capitalista y no una elaboración de la sociedad toda en un proceso que implica cambio en las relaciones de producción y la cultura. Y por esto, como los guarimberos antichavistas, la izquierda también se ha equivocado con sus movimientos guerrilleros, sus héroes o dioses y los deseados estallidos, como suele anhelar cierto personaje.
Chávez en su buena fe y hasta desbordante optimismo, solía decir muchas cosas audaces y hasta desafiar gigantes, como hicieron David contra Goliat y Quijote contra varios gigantes al mismo tiempo que terminaron siendo enormes molinos de viento. Sólo que David, con su onda, luchando desde afuera, para protegerse de la enorme fuerza del enemigo, salió ganador y el Quijote, magullado. Pero eso, justamente, fue lo que quiso Cervantes, mostrar como el ignorar al enemigo real y su poder, conduce a la derrota.
Y ese hablar del comandante, tiene una doble faz o manera de juzgarlo, puede ser valioso, útil para embargar de fe y esperanza a las multitudes, pero puede generar conflictos innecesarios cuando hablamos de la diplomacia, de las relaciones con el mundo externo, de la realidad y evaluar la capacidad del enemigo. Y como tantas veces he escrito, lo que probaré poniendo abajo los enlaces que pueda hallar en lo inmediato en mi archivo, bastante escribí sobre las contradicciones de Chávez, el lamentablemente muerto comandante y dirigente revolucionario, solía pronunciar frases emotivas, emocionales y tomar decisiones o asumir prácticas, pero fuera de contexto y hasta en contradicción con la demandaba el cambio y la realidad.
Desconozco, lo advierto, que en alguna parte u oportunidad, Chávez le haya asignado, a quienes supo le precederían en lo inmediato y al partido, esa tarea tan trascendente y como soñada, de "pulverizar el Estado burgués y suprimir radicalmente la lógica del capital". Me gustaría leer el texto completo para percibir las circunstancias que motivaron y dieron fundamento para encomendar esa tarea a quienes le sucedieran. Tarea que Marx no asignó a nadie, sino que previó que el movimiento, el cambio de la sociedad o modelo capitalista, por sus contradicciones, conduciría hacia ella, cuando "las fuerzas productivas" alcanzasen su mayor o máximo desarrollo. El partido sólo sería un ente promotor para concientizar a los trabajadores en cuanto a sus derechos y la necesidad de luchar y trabajar por el cambio.
Pero, como bien sé, si algo caracterizó al comandante, a quien desde que se lanzó como candidato por primera vez a la presidencia de la República, estando quien esto escribe en el MVR, hasta su muerte apoyé, pero de manera muy crítica y prudente, pues no suelo entregarme totalmente a nadie, dado que tengo la facultad de pensar y suelo ser muy quisquilloso y crítico, lo que me dificultó tener éxito en política, es que él solía ser muy audaz al hablar y por ello contradecirse. De donde concluyo que pudo haberlo dicho, no lo dudo. Lo que me luce cuestionable, es sigamos creyendo que tal meta es realizable en lo inmediato y sensato reclamarle a sus sucesores que no la hayan logrado.
Empezaré por recordar aquella etapa como muy romántica donde el guía y fuente de inspiración del comandante fue "El oráculo del Guerrero".
Suelo también recordar, como el comandante, con frecuencia, discurseaba contra la práctica de mantener a dirigentes del partido en altos cargos del gobierno, como él mismo, siendo presidente de la República, lo era al mismo tiempo del partido. Y daba razones contundentes y compartidas por los más juiciosos y si se quiere, militantes más conscientes, que el partido debía mantenerse como el competente organismo contralor, crítico, vigilante y hasta en disposición de reclamar y presionar a los entes y personajes que expresaban el interés y hacer del Estado. Porque para decirlo de manera coloquial, zamuro o perro no son los más confiables para cuidar la carne. Tanto que, por esto, en gran medida, se desató la corrupción.
Pero él no solía ser consecuente con eso, dado que siempre mantuvo el status que contradecía en el discurso, como que su gobierno, siempre estuvo lleno de personajes que al mismo tiempo ejercían como altos dirigentes del partido. Y él presidía, al mismo tiempo, las dos instancias.
Hubo un acontecimiento que, cuando trato este tema, suelo recordar y hasta usar como ejemplo sustantivo, icónico. Un domingo, en "Aló presidente", el comandante Chávez, como tantas veces, se lanzó un largo discurso contra esa práctica, dado que en el seno del partido, en las bases, a través de distintos medios, el tema había tomado preeminencia; era motivo de discusión abundante a lo largo del país.
Habiéndolo oído hablar de manera tan enfática contra aquello, como nunca antes, pensé que, en lo inmediato, procedería a destituir varios ministros y a otros altos funcionarios que, al mismo tiempo se desempeñaban como dirigentes del partido, les pediría la renuncia de una de las dos funciones. Confieso que bastante me alegré, porque en mis publicaciones, en distintos medios, obstinadamente reclamaba eso mismo. Además, eso contradecía el carácter de lo participativo y protagónico, estampado en la constitución bolivariana.
Pero la alegría y la creencia que entrabamos en una etapa de revisión y cambio de las malas prácticas, no me duró mucho, pues al día siguiente, lunes, el presidente de la República, en función de presidente del partido, designó a Rafael Ramírez, quien ya era Ministro de Energía y Minas y Presidente de PDVSA, vicepresidente del partido para todo el oriente del país. Y no quiero dejar por fuera un comentario, por lo que me interesa sobre manera, el tema del partido y organización, el designado no tenía ni la más remota idea acerca de qué era un partido. Lo que demostró en su actuación en relación con ese asunto mientras desempeñó el cargo partidista. De eso tengo muchas cosas por comentar, pero es muy largo.
Pero volviendo al tema definido en el título, que de haber sido una tarea de verdad asignada por Chávez a sus sucesores, lo que realmente desconozco y hasta me resisto a creer, pareciera tener esos ingredientes del romántico y soñador pertinaz que fue Hugo Chávez Frías. Aunque, para ser justo y porque eso no le he leído en ninguna parte, dudo que el comandante haya llegado al extremo o estado febril, de asignarle a sus sucesores inmediatos, dirigentes de un gobierno de América Latina, cerca de una de las potencias más agresivas del mundo capitalista, tarea tan descomunal, para lo que, como dijo Marx, sin importar espacio, en "Critica al Programa de Gotha", se requiere alcanzar "el máximo desarrollo de las fuerzas productivas". Frase esta que implica un cambio descomunal en los estructural y superestructural. En la estructura productiva, en el hombre, su cultura, forma de relacionarse y de distribuir los productos del trabajo.
Y es impensable y hasta injustificable asignar esta tarea en lo inmediato a sus sucesores, si revisamos el mundo y constatamos, como Cuba, después de más de 60 años, por las razones que sean, no ha podido pasar de un capitalismo de Estado, pese haya quien hable de un proceso en transición, pero una transición como organizándose y donde se han configurado dos clases, una dominante, compuesta por quienes ejercen el poder, control y una multitud sometida a un status igualitario, pero por debajo, como dijo alguien una vez. Es decir, los cubanos, después de más de 60 años, no han podido pulverizar al Estado burgués y desde cualquier punto de vista, como en sus relaciones internacionales, la "lógica del capital", sigue campante. Sólo que los cubanos, quienes por cierto, después de 50 años, volvieron a darle prioridad a lo que ellos llaman eufemísticamente "cuentapropismo", que no es otra cosa sino darle apertura al nacimiento y posibilidad de crecimiento al capital privado, han reconocido que el cambio de sociedad o modelo no era así, una cosa a la fuerza y han vuelto al principio, pues la lógica del capital, no desaparece sino con este, por un proceso de cambio, que implica lo ya citado aquí acerca de Marx y no a la fuerza o disposición de ningún Estado o clase dirigente. Es el pueblo, los pueblos, destinados a cambiar sus formas de relacionarse y eso demanda tiempo, cambios estructurales y superestructurales, en lo que la imposición estatal no es lo determinante; pues el rol de éste, es recoger lo que los pueblos, las fuerzas productivas van construyendo. Lo que no niega que ese Estado, en manos de una vanguardia revolucionaria, pudiera ayudar a acelerar esos cambios; pero nunca eso funcionaría si opera la imposición o el autoritarismo. ¿Acaso todavía el fracaso del estalinismo no nos ha enseñado nada?
Vietnam le ganó aquella cruenta guerra a Estados Unidos e hizo que las fuerzas militares de ese país y sus aliados internos salieran huyendo. La lucha vietnamita por su unificación e independencia estuvo bajo el control y dirigencia del Partido Comunista y el liderazgo de Ho Chi Min, y pese todo lo que sucedió y los datos que hemos mencionado, no se propusieron y menos han logrado "pulverizar el Estado burgués" y menos suprimir la "lógica del capital", pues en sus relaciones internas ambas cosas siguen subsistiendo, dado que no han podido, porque tampoco se lo han planteado, alcanzar ese status. Pues lo estructural y superestructural, no han alcanzado el desarrollo deseado a nivel interior y menos en el mundo con el cual están relacionados.
Y si hablamos de China, donde se dice que en el Comité central del Partido Comunista, el número de grandes capitalistas o millonarios inversionistas que lo integran pasa de 350, estaríamos diciendo que en ese país oriental, después de Mao y sus planes, en buena medida el Estado burgués, quizás con algunos acicalamientos, sigue vivo y la lógica del capital marcando la pauta.
Por todo lo anterior, si acaso es cierto que el presidente Chávez le estableció a sus sucesores la tarea de "pulverizar al estado burgués y suprimir radicalmente la lógica del capital" o para mejor entenderlo, suprimir la operatividad de esa lógica en Venezuela y más a tan corto plazo, habría que pensar si eso tuvo sentido. Pudo haber sido una de esas tantas frases cohetes, como las llama un amigo, a las cuales Chávez apelaba en momentos de emoción. Y habría que meditar si tiene sentido esperar que eso se logre en la Venezuela de ahora.
Pero también es bueno dilucidar si es posible arrebatar al capital su lógica. Si es capital tiene su lógica, la máxima ganancia, si se la quitas, estarías eliminándolo y generando otro modelo, lo que tampoco es posible "por ahora", pues el tránsito del capitalismo al socialismo, no es tarea inherente a un gobierno, Estado y menos a una vanguardia, como tampoco sería sinónimo de expropiar, pues a un concepto no se le puede dejar desnudo como atracar y despojarlo de la ropa..
Lo que no niega que al gobierno hay que reclamarle por haber permitido tanta corrupción, la destrucción de una buena parte del aparato productivo, sobre todo en áreas como la petrolera y hasta la quiebra de un número enorme de empresas y negocios del Estado, que si bien pudieron ser afectados por las sanciones, no todo se explica ni justifica en ello. Como habría que reclamarle con énfasis la destrucción del salario, congelación de los contratos de trabajo, la rebaja de conquistas como lo dinerario en vacaciones, aguinaldos y prestaciones sociales. La apertura de posibilidades para que, mediante las ZEE especiales, el capital incremente la explotación de la fuerza de trabajo. Por supuesto, lo relativo a las pensiones del IVSS. Y para finalizar, la pérdida para los venezolanos mayoritarios, los trabajadores, de servicios de salud eficiente, con hospitales bien dotados de personal, instrumentación, medicinas y escuelas y hasta docentes, más y mejores que los de antes.
Es decir, no hay que pedirles peras al olmo y menos bajar la olla del sancocho antes de tiempo. Esto es lo que dijo Marx, cuando habló de alcanzar el socialismo y la igualdad, cuando las fuerzas productivas alcanzaran su máximo desarrollo. Y eso alude a lo estructural y superestructural o lo material y la cultura.
Una izquierda que viva de rezos y catecismos está destinada al estancamiento y al fracaso. No hay duda que hay como un goce, en repetir al caletre u orar con frases y deseos que no se acercan a la realidad, como lanzar y lanzar bolas de modo que nunca se acercarán al mingo.
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