La palabra de Cristo dirigida a sus discípulos en uno de los tantos documentales sobre la pasión, me reavivó mis intensas convicciones sobre la manera genuina de enseñar.
Los apóstoles unos humildes pescadores sin ninguna formación, se acercaron a Él subyugados por un discurso pletórico de verdad, de entrega a los más necesitados. Un discurso acompañado de ejemplo, de honestidad. Virtud particular del verdadero Maestro. No había manera de que aquellos hombres pudieran comprender a cabalidad aquel lenguaje literario, lleno de erudición, de metáforas, de una semántica basada en presupuestos profundamente filosóficos. Fueron sin duda seducidos por otras cosas: por la vehemencia del relato, por la convicción de la palabra sincera, por la acción traducida en compenetración con los más pobres. Pero a la vez Jesús se esmeraba por transmitir las ideas más complejas haciendo alusión a la más sencilla cotidianidad.
En pocos años se convirtieron en virtuosos oradores, en líderes inconfundibles de la Buena Nueva; lograron construir sentido desde su práctica y el conocimiento emergió de la verdad. Esa es la mejor manera de aprender. No hay praxis docente más incuestionable que la de Jesús. Si no hubiera sido así, su palabra no hubiera perdurado durante estos dos mil y tantos años.
La analogía es aplicable al aprendizaje humano en cualquier circunstancia. Se aprende escuchando y buscando dentro de sí mismo un enclave para entender lo que se escucha. Se aprende del ejemplo y de la coherencia de aquellos que, sin poses, están destinados a entregarnos todo cuanto saben, se aprende de los ejemplos que nos demuestran en su praxis de honestidad, se aprende a partir de las querencias, a partir de lo que tiene significado real para el que aprende.
En los últimos años han nacido formas de “hacer universidad” basadas en estos mismos postulados. CEPAP de la UNESR diseñó un modo de reconocer lo aprendido a través de la autobiografía del participante, el IALA “Paulo Freire” basa sus enseñanzas en la práctica con y desde la tierra, en la Universidad Bolivariana de los Trabajadores “Jesús Rivero” los trabajadores se forman desde su quehacer y en su experiencia, la nueva Universidad Campesina “Argimiro Gabaldón” configura un espacio de producción simultáneo a la siembra del conocimiento, el Programa de Estudios Abiertos de la UPTM “Kléber Ramírez”, reconoce los saberes de sus participantes para configurar un currículo particular pertinente para cada Comunidad de Aprendizaje o para cada Comunidad de Investigación.
Todas estas experiencias de “nuevo cuño”, así las llamó el Ministro Ricardo Menéndez, han sufrido los embates de la institucionalidad administrativa que no comprende que hay que dejar crecer las semillas del bien, como diría Rousseau, porque lo que nazca de allí únicamente dará frutos nobles, que hay que respetar la espontaneidad de la creatividad popular porque en ella encontraremos respuestas racionales aparejadas a la realidad de cada espacio. No entiende que los “controles” prefabricados en abstracto, chocan con la idoneidad de los modelos concebidos en cada espacio, en el terruño de la gente que lo habita.
Es tiempo de escuchar a las personas de este país que decidieron optar por el conocimiento sin pedir permiso. Es tiempo de silencio para aprender de lo que tienen que decir los que se animaron a tomar la palabra.