Las universidades autónomas y las universidades privadas venezolanas ostentan una diversidad de programas de postgrado que no contribuyen en grado alguno con la investigación pertinente para un país que pretende profundos cambios sociales. Una infinidad de programas de maestrías y doctorados aprobados por el CNU no otorgan la pretendida "suficiencia en investigación" ni mucho menos el grado de "filósofo" que se deriva de la actuación de un "magister scientiae" o de un "doctor", es decir de un investigador activo capaz de crear, de producir conocimiento, en especial en el caso de las ciencias sociales y particularmente en el área de la educación, área indispensable para la transformación de la estructura social de una población atrapada en patrones de consumismo, individualismo y detracción del ambiente físico y social en que nos toca convivir.
Los maestros venezolanos son objetos inconscientes de explotación, pagan sumas inconcebibles por unos seminarios estáticos que en nada los forman para la reflexión ni mucho menos para la resolución de problemas. Son programas estereotipados, genéricos, absurdos, plagados de lugares comunes y términos "filosóficos", de cuyo sentido jamás se apropian, pero que ¡eso sí! les proveen una apariencia discursiva de profesionales doctos. Sus profesores tienen un extraño culto por la "metodología de investigación" y en las discusiones de "avances" de tesis, se enfrascan en infinitas disquisiciones bizantinas sobre los tipos y modelos metodológicos con un dogmatismo "devocional" del que se aprende un protocolo tal cual como una letanía de rosario, sin poder demostrar su pertinencia porque nunca ha obtenido la mínima experiencia práctica que da el devenir de una investigación. Si uno revisa la trayectoria de la mayoría, no encuentra en ninguna parte publicaciones, aportes o innovaciones al tema en el que dictan cátedra. Es decir que no son investigadores.
Sin embargo esos programas tradicionalmente han gozado de la aprobación institucional, y de la venia ministerial, aún cuando es un secreto a voces que representan una actividad mercantil para hacer sobrevivir económicamente y figurar "académicamente" a unos "grupos de investigación" que tampoco son tales.
El nuevo MPPEUCyT de acuerdo a su declaración de principios tiene que poner la mirada en nuevas formas de concebir la formación de cuarto nivel; los nuevos programas de formación de investigadores no pueden ser más planes escolares cerrados como insumos para unas tesis formalizadas que en un alto porcentaje tienen un nulo impacto en la realidad. Es decir tiene que trabajar en programas que desemboquen en incentivar el ingenio, la innovación ¡la creación intelectual!
Algunas instituciones universitarias han gestado nuevas formas de desarrollo del conocimiento a partir de la práctica y desde la lógica de la comprensión de los problemas y la solución a los mismos en el terreno de la realidad. Es el caso de la Universidad Bolivariana de los Trabajadores "Jesús Rivero", del Instituto Latinoamericano de Agroecología "Paulo Freire", de la nueva Universidad Campesina "Argimiro Gabaldón" y del Programa de Estudios Abiertos de la Universidad Politécnica Territorial de Mérida "Kléber Ramírez" que finalmente obtiene legitimidad gracias a la gestión del Vicepresidente Ricardo Menéndez y que espera por la aprobación de sus Estudios Avanzados en Creación Intelectual.
Estas nuevas modalidades curriculares de planes de estudio, lógicamente son de difícil asimilación por parte de las estructuras institucionales establecidas que tienen como única referencia los modelos anacrónicos a los que nos referimos anteriormente, pero he allí el desafío de la fusión del nuevo ministerio: reconocer el talento de los gestores de ciencia, tecnología e innovación, para hacer factibles los mandatos de la LOE para educación universitaria:
la " creación, difusión, socialización, producción, apropiación y conservación del conocimiento en la sociedad, así como el estímulo de la creación intelectual y cultural en todas sus formas. Su finalidad es formar profesionales e investigadores o investigadoras de la más alta calidad y auspiciar su permanente actualización y mejoramiento, con el propósito de establecer sólidos fundamentos que, en lo humanístico, científico y tecnológico, sean soporte para el progreso autónomo, independiente y soberano del país en todas las áreas".
Y de la LOTT que en su artículo 314 reza:
"En todas las entidades de trabajo se deben facilitar las condiciones para la formación integral, continua y permanente de los trabajadores y trabajadoras sobre los procesos productivos. La formación del trabajador y trabajadora no debe limitarse al conocimiento de las técnicas y destrezas necesarias para la operación de equipos y maquinarias, o la preparación de materias primas e insumos para la producción. En el 315: "El Estado garantizará el reconocimiento académico de la formación de los trabajadores y trabajadoras a partir de las destrezas, técnicas y conocimientos adquiridos durante su participación en el proceso social de trabajo". Y en el 318. "A los fines de institucionalizar la formación colectiva, integral, continua y permanente de la clase trabajadora, los trabajadores y las trabajadoras, los patronos o patronas, así como las organizaciones propias de los trabajadores y trabajadoras, podrán firmar convenios con instituciones educativas para que faciliten dicho proceso, con preferencia de aquellas especializadas a nivel universitario en la educación de los trabajadores y las trabajadoras, en el marco de los planes de desarrollo económico y social de la Nación".
Son imperativos categóricos, diría Kant "nacidos de la razón, no de la autoridad divina, a partir de los cuales se puedan deducir todas las demás obligaciones humanas" que esperan por respuestas creativas para hacerlos realidad. Avancemos entonces.