Conocí a Joshua Wilson una tarde en una reunión en el Barrio Pueblo Nuevo de Mérida. Iba entrando al salón comunitario cuando escuché a alguien que tocaba el cuatro con alguna dificultad mientras cantaba con acento inglés norteamericano y fraseaba: “Perdóneme Tío Juan pero se ve que no sabe nada, las cosas que yo le digo se sienten en carne propia que en tierra venezolana el imperialismo yankee hace lo que le da la gana” .
La paradoja me causó mucha gracia y le pregunté a mi amigo Gerardo:
“¿quién es ese gringo tan particular?”, a lo que respondió:
“está viviendo aquí y trabaja para Barrio Adentro” .
Le pregunté ¿es médico?
Y me dijo: Es estudiante de Medicina Integral Comunitaria.
¡Eso me resultó más interesante aún!
Joshua se incorporó a nuestra Comunidad de Aprendizaje con el tema de Pedagogía Alternativa en “La Escuelita” del barrio. Allí empezamos a interactuar profesionalmente con él, nos convencía con sus intervenciones pertinentes y agudas en la discusión. Lo abordé para conocer sobre su vida y me contó que había venido al país interesado en el proceso bolivariano, que era egresado de Biología de la Universidad de San Diego, California, y que estaba feliz de vivir en el barrio y de participar del proyecto de La Escuelita y de los ideales de Chávez. Con el tiempo fue compenetrándose con el Plan de Formación y estudiando para ser un Pedagogo Alternativo de la UPTM “Kléber Ramírez” de la cual yo entonces era Rectora. Más allá de su fluidez verbal, de su claridad conceptual, de su dominio de información muy variada y de su vasta cultura general, me compró su compromiso con la tarea comunitaria, con el dolor de su gente. Me admiraba su rebeldía ante la injusticia y me conmovía su amor por los niños y las niñas de la escuela. Me sorprendía por ser un cantante insaciable de la música venezolana, fanático de Alí y también de Silvio y de Pablo, bailarín de salsa y echador de chistes.
En un video le escuché explicarle a Carlitos, un niño-entrevistador que le preguntaba ¿cómo creía que la escuelita le había hecho bien a sus niños? lo siguiente: “Todos queremos ser amados, nosotros los que trabajamos acá los queremos mucho a ustedes y eso les hace bien a ustedes y nos hace bien a nosotros. Eso les hace sentir bien, les hace entender lo especiales que son”. https://www.youtube.com/watch?v=sA6DF5Y-K6Y Esa declaración ha representado su irrenunciable compromiso con los más pequeños, la verdadera opción preferencial por los pobres.
A medida que ha pasado su tiempo en este país ha ido adentrándose en la vivencia popular merideña a la par que toca su cuatro. Pareciera que su dominio del cuatro traduce su compenetración con la vida en el barrio, con el ser venezolano, con el sentir del pueblo merideño.
Nuestro Joshua ya se graduó de Pedagogo Alternativo y recientemente de Médico Integral Comunitario con excelentes notas. Es un revolucionario crítico (como deben ser los revolucionarios) y un apasionado entrañable de la justicia social.
Debemos darte las gracias por muchas cosas amigo Joshua. Gracias por enseñar a Wilber a tocar la guitarra, gracias por haber aprendido a cantar “A mi negra la quiero” mejor que Sevillano, gracias por recorrer las calles con los niños previniendo el dengue, por compartir la cultura de la pobreza, por orientar a las chicas sobre su sexualidad, por discutir con nosotros sobre política, por hacerte familia nuestra, por ofrecernos tu mejor sonrisa frente a la adversidad y sobre todo por apropiarte de los sueños que hemos ido entretejiendo en estas montañas y que no abandonaremos nunca.
Myriam Anzola
Profesora Titular