Desgaste discursivo

Tanto gobierno como oposición se encuentran encerrados y atrapados en una lógica discursiva que ya no interpela al país.  Suerte de artefacto político altamente movilizador en un pasado reciente, pero que  comienza a perder sentido y capacidad de convocatoria.

Se observa una sensación de fatiga discursiva ante una práctica declarativa repetitiva y casi mecánica en torno a la gestión de gobierno, la corrupción y la impunidad;  la salud económica, la petrolera, la gestión cambiaria y de la deuda; el clima político,  el diálogo y la conflictividad social; los derechos humanos y la situación de los medios de comunicación; la confrontación electoral rumbo a las parlamentarias 2015.

Ajustado a un desgastado libreto,  el enfrentamiento discursivo entre gobierno y oposición resulta  previsible, con algunas variantes menores que devienen  de las “batallas”  que libran a diario. En el corto plazo cada quien presupone que se ha anotado una victoria político discursiva, apuesta al desgaste del otro  y se aboca a  posicionar su “media verdad” y ganar protagonismo en la agenda pública.  

Inmersos en tal lucha simbólica los contendores juegan al desgaste,  descalificación y hasta al aniquilamiento del contrario.  Pareciera que ambos  diseñan su estrategia a partir de la suposición de que “el otro” atraviesa su peor momento de debilidad desde el último conflicto.  De allí que acudan a prácticas tales como retar e intimidar al contrario, atacar, defender, contraatacar y, jamás dar la impresión de rendición. En esa lucha a partir de las palabras, destaca el manejo de la culpa y la responsabilidad que siempre se coloca en el otro, en el contrario, el culpable de todos los males.

En consecuencia, se impone  la ausencia de tolerancia y escasa  capacidad de negociación. De allí que es válida interrogarnos  ¿Qué pasó con el diálogo? ¿Cómo se pueden abrir vías para el diálogo?

Es importante comprender y aceptar que han cambiado las condiciones reales y simbólicas, que el escenario no es el mismo, que hay descontento, apatía    y un deterioro de la legitimidad, que política y discusivamente se observa un desgaste y pareciera necesario un  cambio de guión.
 


Tener un ministro de la política que tenga capacidad de diálogo con los distintos sectores sociales. Antes no era tan necesario, pensando desde la lógica gubernamental, porque tenían recursos, mayor legitimidad y no había tanto descontento.


Disfunción narcotizante que pude producir un estado de apatía, un interés superficial

¿Cómo podemos mirar más allá del discurso del poder para estudiar la manera como se nos convence y se nos manipula?

El diálogo político a través de la prensa.  Una de las formas de lucha mas evidentes es la que se realiza en las campañas electorales  cuando actores sociales de diferentes grupos tienen que persuadir a sus electores sobre las ventajas y desventajas de sus propuestas políticas. En este tipo de discurso se encuentra ocurre una interacción muy compleja porque se intenta, por un lado, establecer un vínculo con los posibles votantes y, por otro, sacar del ruedo a los adversarios políticos.



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Maryclen Stelling


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