No exporta en dólares, pero a estos importa como costes en dólares ajenos al Control del Banco Central de Venezuela.
La contabilidad burguesa se presta para amañar los costes de manera arbitraria, mientras el Estado no disponga de parámetros y umbrales de variación de costos para cada tipo de mercancía que se fabrique en el país, o se les importe.
Todo un redondo negocio: además de estar viviendo de la renta fiscal, y parasitando porque estos empresarios y sus trabajadores-falsos asalariados[2]-no tiran un palo, tales empresarios están, decimos, con sus cargos contables como costes de mercancías importadas a dólares con paridad ajena al BCV, no sólo provocando subas permanentes de precios, sino que de esa manera evadirían una buena parte de sus ganancias con cargo al Seniat, habida cuenta de que realmente no llevan a cabo tales importaciones-no en la cuantía registrada en libros.
Tal contabilidad permite que las existencias previas[3] en sus inventarios también sean sobrevaloradas diariamente a dólares no permitidos por el Control de Cambio, mientras la Guardia Nacional no les aplique algún decomiso, relativamente de poca monta.
Es un hecho que mientras los órganos contralores, supervisores y policiales sigan actuando a posteriori, todas estas batallas resultarán ineficaces o más alargadas de lo que pudieran durar con un control, una supervisión y una acción policial o militar con actuaciones a priori.
Los organismos involucrados como comandantes en esta batalla, y el Seniat en particular, deberían tener bien claro que una mercancía importada no puede usarse como componente de costo para la fabricación o reventa lucrativa, a menos que por defecto su contabilidad registre el valor en dólares al precio mínimo de venta legalizado por el BCV; de lo contrario, cualesquiera otra paridad resultaría jurídicamente nula, de acuerdo con lo dispuesto en la Política del Control de Cambio.
28/05/2015 09:13:03 a.m.
[1] De poco le sirven al país las excepciones de uno que otros empresarios industriales que fungen de capitalistas “buenos”; a lo sumo, sirven para rebajar un poco la media del parasitismo practicado por el conjunto burgués. Estos contraejemplos forman parte de la misma estrategia implementada por la alta burguesía parasitaria y rentista, tanto nacional que funge de estriberón, como la extranjera a la que aquella le sirve incondicionalmente, una alta burguesía de vieja data que lleva consigo toda la experiencia de más de 100 años viviendo del petróleo y de otros recursos naturales sobre los cuales han edificado todo buena parte de su desarrollo industrial, como si tales recursos ajenos fueran de ellos y de más nadie. En estos casos, su elogiada, defendida y vendida propiedad privada es una falacia sólo para ingenuos porque, en tales casos, lo que es bueno para los pavos no ha funcionado para las pavas. Así como en el siglo XVI, portugueses y españoles se repartieron la Mesoamérica y la Suramérica insular, peninsular y continental, de un plumazo en Valladolid-Tratado de Tordesillas-, asimismo lo han estado haciendo hasta ahora Inglaterra, Holanda, Francia, EE UU y muy subrepticiamente Alemania.
[2] Ese parasitismo resulta coherente con su negativa del trabajo asalariado como fuente de toda la riqueza burguesa, la riqueza “bien habida”, se entiende, o sea, mediante el montaje de empresas industriales para cubrir algunas necesidades técnicas de la demanda nacional. Decimos que sus “asalariados” también resultan parasitarios porque sus remuneraciones casi no dejan plusvalía ya que estos empresarios rentistas montan sus empresas de cara a sacarle dólares al Estado y no para explotar asalariados con ganancias derivadas de las plusvalías correspondientes.
[3] La contabilidad burguesa se presta para inflar los costes de la manera más arbitraria, mientras el Estado no disponga de parámetros de costos para cada tipo de mercancía que se fabrique en el país, o se importe.