Estos primeros seis meses del año han sido determinantes para acrecentar el clima de incertidumbre y desesperación de la sociedad venezolana atizado desde distintos sectores y escenarios, lo cual indudablemente, ha delineado la crisis más fuerte por la que haya pasado la nación durante estos últimos quince años.
¿Cuál nación hubiese mantenido su gobierno casi incólume durante ese período ante la marcha acelerada de procesos desestabilizadores internos y externos?
Desde afuera: ser blanco de una estrategia que estranguló el precio del barril del petróleo y con ello fracturar el presupuesto anual; soportar un caudal de injerencia internacional articulada, manifiesta en el infausto decreto de Obama y en las visitas provocadoras de Ex presidentes latinoamericanos y de España en apoyo a políticos presos, a lo que se sumó una agria campaña vinculando a altos funcionarios con el narcotráfico. Desde adentro: aguantar el impacto de la desmoralización y desmovilización de parte del pueblo chavista cuando se percató de la descarada dilapidación del erario público por parte de ministros "rodilla en tierra", entre los que destacan los casos de acusación y enjuiciamiento a García Plaza y María Eugenia Sader y otros; la profundización del bachaqueo y consecuente escases de productos de la cesta básica; falta de divisas necesarias para la importación de alimentos; inflación creciente y el posicionamiento de un dólar paralelo que ha dejado en minusvalía la moneda nacional. Sólo con la conjunción de algunos de estos hechos inventariados, cualquier gobierno del mundo ya hubiera caído.
Y el gobierno chavista está de pie. Lo cual ha sido posible gracias a una amalgama de factores, entre los que es fundamental mencionar por un lado, la lealtad de gran parte del pueblo al proyecto chavista que lo ha llevado a sobreponerse a las colas y a otros sinsabores de causales reales o inducidos; y por otro lado, el esfuerzo cierto del gobierno por diezmar la crisis económica y frenar los planes desestabilizadores.
Los resultados del domingo, son expresión inequívoca de la capacidad que el pueblo y la estructura política chavista tienen para superar los obstáculos. Resultados que contradicen los pronósticos de expertos que parten de análisis del comportamiento de los indicadores económicos sin valorar la cualidad del ser chavista, donde cuenta mucho desentrañar las razones que dieron asidero a la propuesta de Chávez en el imaginario colectivo, así como también hurgar en cómo el chavismo ha soslayado cada una de las pruebas que la historia le ha puesto durante esta década y media. Se trata de una valoración cualitativa del "ser chavista" (que no es una entelequia) y cómo se expresa en los intersticios de las coyunturas políticas.
Por ello, a propósito de los resultados de las primarias, debemos alejarnos de las meras apreciaciones cuantitativistas que puede crear un sentimiento triunfalista dañino. Pensar que esos tres millones son fácilmente triplicables el 6D con la sola convocatoria de cada uno de los votantes del domingo, en sí mismo como estrategia aislada, es desacertado. Hay que tomar en cuenta que así como un fanático del futbol deja de ver el campeonato cuando eliminan a su equipo, así puede pasar con aquellos afectos a aspirantes que no obtuvieron la mayoría. Hay que sopesar bien las motivaciones afectivas, de intereses individuales y grupales compartidos, además por supuesto, las inherentes a la racionalidad del acto de votar.
En tal sentido, con los resultados del domingo se abre una nueva oportunidad para sumar, para sumar conciencias…ello debe ser la máxima de todos los candidatos electos en las primarias del PSUV.
Es hora de que propugnen abrir espacios reales de participación, sin tutelaje de intereses perniciosos que fraccionan la real unidad y nos alejan de la utopía de construir la verdadera Sociedad Socialista. Espacios donde podamos sumar a esos dos o más votantes, a partir de cosas tan sencillas como explayar los ejemplos de vida honesta, proba, solidaria…Es necesario que a partir de allí se logre la inclusión, en lo político-electoral, y no a través de otros métodos que sabemos que se han dado en el pasado reciente y han sido contraproducente al punto de convertirse en boomerang para la pretensión revolucionaria. Es hora de que estos nuevos candidatos a la Asamblea busquen esa inclusión para ser más masa, masa consciente y no amorfa, para ganar elecciones sí, pero sobre todo para levantar la nación y lograr las transformaciones aun postergadas.
Ya el 6D está a la vuelta, llegó la hora…