Cuando usted este leyendo estas notas posiblemente en un lugar bien confortable y sin padecer de hambre, en el mundo entre 870 y 1 mil millones de personas no tiene que comer, pero igualmente todos los años se botan y desperdician 1.300 millones de toneladas de alimentos; como decía Eduardo Galeano, el mundo al revés.
La Organización de Las Naciones Unidas para La Agricultura y La Alimentación (FAO) vienen aceleradamente estudiando estos dos grandes problemas que en pleno siglo XXI presentan la humanidad: el hambre y el desperdicio de comida.
Los interesantes estudios hoy en boga y en el tapete de cualquier evento, están referidos al cómo combatir el hambre casi convertida ya en un problema de salud, y es que las cifras de los estudios e informes en referencia producidos por La FAO, no dejan la menor duda de que la humanidad enfrenta el gran reto de acabar con el hambre o el hambre acabará con ella.
Al cesto de la basura se botan anualmente un mil trescientos millones de toneladas de alimentos en buen estado, es decir; aptos para consumir, sin embargo diferentes motivos hacen que esos alimentos terminen su vida útil en un vertedero de basura y los seres humanos languidezcan de hambre, cuando con solo el 25 por ciento de esa comida botada se podría eliminar el problema del hambre en el mundo.
Indican los estudios, que el 50 por ciento de las frutas y los vegetales cosechados en el mundo terminan en el basurero, pero igual suerte corre el 35% del pescado, 30% de los cereales y 20% de la carne; lo cual no puede menos que horrorizar a cualquier ser humano de este planeta.
Pero esta pérdida de alimentos o comida va mucho más allá de lo expuesto aquí, pues los efectos causados al clima conocido como efecto invernadero, calentamiento global, son otra consecuencia que arroja este gravísimo problema; los estudios estiman que la producción de CO2 causante de los problemas que hoy padece la humanidad tales como el derretimiento de los polos y las catástrofes de los tsunami la ocasionan los países industrializados, en primer lugar Estados Unidos seguido de China y paradójicamente el tercer lugar como productor de CO2 lo ocupa el desperdicio de alimentos que anualmente desprende a la atmosfera 3,3 gigatoneladas de CO2.
Pareciera que la humanidad corre desaforadamente a un gran holocausto a pesar de los avances científicos y tecnológicos que duplican el conocimiento en forma vertiginosa y nunca soñado; dándole la mayoría de las veces poca importancia a esta hecatombe que pueden llevar al mundo.
Imagine usted por un momento lo que significa la pérdida anual de un mil 300 millones de toneladas de comida que necesitan un mil 400 millones de hectáreas para producirla, fertilizantes, agua, mano de obra, insecticidas, energía y pare de contar, esto no tiene parangón ni este planeta lo aguanta, máxime que anualmente la población experimenta un alto crecimiento y se necesitan mas alimentos.
Los países que mas botan y desperdician comida son los industrializados con un 39 por ciento de la comida que compran, pero los países en desarrollo no se quedan atrás en este fenómeno pues América Latina desperdicia unos 80 millones de toneladas de comida al año que representan el 15% de su producción y tiene 70 millones de seres humanos hambrientos.
No hay marcha atrás frente a este problema de primer orden, pues se trata ni mas ni menos de la alimentación de la humanidad y aquí tienen todos los países y organizaciones que cerrar filas para combatir el flagelo del hambre y derrotarlo, con eficiencia y conciencia para evitar que siga la comida el camino del basurero.
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