Los 29 días ya transcurridos del cierre de la frontera, han dejado toda una estela de situaciones, recuerdos y amargas experiencias, que el tiempo y la dinámica político – social, se encargara de sanar en ambos países.
La agricultura tachirense siempre ha complementado el proceso productivo con insumos y mano de obra de Colombia, no es nuevo ni casual que esa dinámica social y económica haya existido en la frontera de los dos países, y es esa una de las principales características y realidades de los pueblos fronterizos.
Dada la situación económica venezolana, la frontera ha cambiado radicalmente en el intercambio de bienes y servicios; en lugar de ser economías complementarias, han pasado a ser diametralmente opuestas, lo que impide que ambos países se nutran mutuamente; el desbalance es brutal y las asimetrías económicas hoy, son abismales entre ambas naciones.
Aun así y por razones del desabastecimiento y la escasez de insumos agropecuarios, los agricultores tachirenses tienen que comprar en Colombia al precio que sea, los insumos requeridos y que por diferentes motivos ahora no los encuentra aquí, lo que se ha venido observando con los altos precios a nivel de consumidor, de rubros como la papa y las hortalizas en general; esta semana el tomate alcanzó los 450 bolívares el kilogramo y la papa no se quedó atrás llegando a los 350 bolívares, cualquiera de las demás hortalizas y frutas están por encima de los 200 bolívares el kilogramo.
El reflejo en la agricultura y la ganadería tachirense se verá en los próximos meses, cuando se terminen los insumos en los anaqueles de los agricultores y comience un verdadero viacrucis para adquirirlos; a esta situación tiene que estar atento tanto el Gobierno Nacional como el Regional, para hacerle frente y resolverlo, pues se trata ni mas ni menos que de la columna vertebral de la economía tachirense.
Los tres estados andinos, Trujillo, Mérida y Táchira, aportan la mayor cantidad de hortalizas y papa al consumo nacional, de manera que debe haber una atención inmediata a esta situación que se avecina y para lo cual el Gobierno Nacional tiene todo el musculo económico – financiero, para enfrentarlo y resolverlo con éxito.
Deben los organismos oficiales responsables del sector agropecuario, junto a las diferentes organizaciones gremiales de productores, hacer un plan de contingencia por municipio y determinar las acciones a emprender, para evitar llegar a situaciones incomodas, que en definitiva a quien afecta es al ciudadano.
Nadie puede estar jugando al fracaso del país, pero todos absolutamente todos, necesitan que sus voces sean escuchadas y sus problemas sean resueltos; la inclusión no puede ser sobre la base del monopensamiento, debe ser sobre la base del disentimiento y el respeto por el otro.
Hoy en la frontera todos se necesitan por igual, con sus virtudes y defectos, para seguir construyendo frontera y conviviendo en este lugar que pareciera a veces ser el centro de dos países.
Los acontecimientos seguirán su curso y cuando el caudal baje lo suficientemente para ver la otra orilla del rio, se comprenderá que vale la pena vivir en frontera, donde las fortalezas y oportunidades tiene mucho más valor que las amenazas y debilidades, para continuar conviviendo con esta agricultura de fronteras.