Una vez más estamos convocados a votar en unas elecciones legislativas que, dadas las circunstancias económicas y políticas internas en las que se realizan, han cobrado un carácter plebiscitario. Unas elecciones cuyo interés e importancia desborda las fronteras y se encuentra bajo el escrutinio, el análisis y la presencia internacional. Ello nos obliga a preguntarnos ¿Qué está en juego? ¿A qué o a quién se está juzgando? ¿Qué se gana y que se pierde? ¿Qué significa Venezuela para la región? ¿Para el mundo? ¿Por qué para unos suponemos un peligro y amenaza? ¿Por qué, para otros, un futuro y esperanza?
Desde el contexto regional la contienda electoral tiene lugar en un marco donde se discute el agotamiento de los modelos progresistas y a la luz del triunfo de Macri en Argentina. Indudablemente lo que suceda el 6D tendrá repercusiones en la región y hay quienes predicen un posible ciclo electoral. Álvaro García Linera afirma que la "historia de los gobiernos progresistas y revolucionarios se va a definir al interior de ellos mismo, no por fuera, porque eso sería el retroceso que es el regreso y restauración neoconservadora de un neoliberalismo tardío mucho más feroz, autoritario y destructivo, del que se vivió en los años 80 y 90".
Cualesquiera sean los resultados es imperante iniciar un proceso de revisión, partiendo de la disposición expresada por el propio gobierno de "rectificar errores". García Linera recomienda cinco pasos para contrarrestar la vulnerabilidad de los procesos progresistas. Reconocer y analizar decisiones equivocadas. Luchar para mantener la unidad del bloque social constructor del proceso de democratización continental. La capacidad de gestión económica que depende de la realidad de cada país: "la gente nos va a seguir apoyando o nos va a rechazar por cómo orientemos la economía". Cada decisión que se tome debe estar orientada a beneficiar al núcleo duro, "aquel que no nos va a abandonar nunca, por lo que no se debe perder la base de apoyo del núcleo duro. Finaliza con la tarea más difícil: el constante proceso de repolitización y reideologización de la sociedad. Al despolitizar esos sectores, al convertir al activista en funcionario público se deja un espacio para que las fuerzas conservadoras vuelvan a apoderarse de esos sectores.
El que tenga ojos…