Recientes análisis sobre la situación del país, presentan a Venezuela como una suerte de bomba de tiempo, sujeta a diversas apuestas sobre cómo, cuándo y dónde explotará.
Políticos y analistas se dan a la tarea de diseñar escenarios más o menos catastróficos y posibles salidas a los mismos. Los resultados electorales del 6D, interpretados por los jugadores del “Casino Venezuela” como el principio del fin, han intensificado la ludopatía política. La agresividad de las apuestas depende de la posición política, del manejo de las condiciones tanto objetivas como subjetivas de la crisis y de la propensión lúdica.
Contexto en el que destaca un jugador internacional, el secretario general de la OEA, Luis Almagro, atareado en redactar cada cierto tiempo misivas al presidente Maduro. En esta ocasión advierte que la sentencia del TSJ, cuando declara en desacato a la AN, es un “golpe directo” al pueblo y un “atentado” que evidencia la “erosión de la democracia” en el país. Denuncia un desequilibrio de poderes del Estado y solicita al Presidente permitir “que se encaminen las acciones para el restablecimiento del equilibrio… conforme a los principios fundamentales y garantías que otorga el Estado de Derecho...”
En tanto disparadores, se apuesta al desgaste y pérdida de popularidad del gobierno, al descontento de la ciudadanía y al desencanto y desmovilización “en las propias bases sociales del proceso bolivariano”. Se apuesta a la crisis de credibilidad, legitimidad y gobernabilidad. Se apuesta a la incapacidad del gobierno para la gestión democrática de los conflictos. Se apuesta a una crisis constitucional y de poderes entrampados en un círculo vicioso de “desacatos” y “desconocimientos”. Se apuesta a la incapacidad para enfrentar la crisis, corregir el rumbo económico del país y a la ineficacia en la gestión de las percepciones en torno a la crisis económica.
Como posibles salidas, se apuesta a la nueva Asamblea Nacional como “un paso para recuperar el Estado de Derecho". Otros se aventuran a la salida de Maduro de la Presidencia, vía recorte del periodo presidencial, referéndum revocatorio, convocatoria a elecciones, renuncia o abandono del cargo. Hay quienes se arriesgan con un golpe de estado y aquellos que apuntan a un “espontaneo” Caracazo.
¿Quién da más?