El país oscila entre la inacción, el desconcierto y el vacío… Se ha replegado a los espacios de la vida privada. No es una actitud absoluta pero sí mayoritaria. ¿Qué debemos hacer para recuperar el interés del pueblo por la política que Chávez logró despertar?
La oposición intenta reeditar un proyecto de país que ya fracasó y que evitó presentar durante el pasado proceso electoral. El Presidente de la AN, Ramos Allup, señala que el período 1958 – 1998 "fueron los mejores 40 años que ha tenido Venezuela en su historia de vida republicana". Obvia cómo todas las instituciones se pervirtieron bajo el control de los partidos, cómo la corrupción se institucionalizó, cómo se pretendió privatizar al país, principalmente a la industria petrolera, cómo se impusieron las recetas neoliberales, cómo los grandes grupos económicos usufructuaron las riquezas nacionales, cómo se excluyó al pueblo, etc. Sin embargo, obtuvieron un triunfo contundente. Y eso, aunque no nos guste, es una realidad.
El gobierno – es la posición predominante – pide no buscar las causas de la derrota en las filas de la revolución y exige hacerlo sólo, y exclusivamente, en las agresiones externas. Esta argumentación la repiten, con gran énfasis, diversos intelectuales y movimientos sociales de nuestro país y del continente. Consideran un "acto de imperdonable ceguera" olvidarse de la "voracidad depredadora" del capitalismo y de la "histórica posición desestabilizadora" del imperialismo. ¡Sin duda, lo sería! Consideran que una crítica constructiva corregirá "con seguridad" y "a tiempo" las fallas. Y uno se pregunta: ¿Por la acción de quién? ¿De quiénes?
La IV República se caracterizó por la exclusión social, mientras la V República por la inclusión. Eso no tiene discusión. Ese monumental avance se ha venido perdiendo por la inmensa corrupción y por una desastrosa política económica, entre otros desaciertos. La desconexión con el pueblo es evidentísima. Lo personal priva sobre lo colectivo: ¿Quién da un paso al frente y cede su posición de poder en función de los intereses superiores de la revolución? ¡Nadie! ¿De qué estamos hablando entonces? Retórica, inconsecuencia, deshonestidad intelectual, cobardía, inacción es lo que vemos por doquier.