A Venezuela le han venido llegando y acumulando una serie de eventos que marcan definitivamente los tiempos actuales, una severa crisis económica sin retorno si el precio del petróleo sigue la tendencia a la baja y si no se toman medidas, una producción de bienes y servicios rosando el piso, unos niveles de producción agrícola cada día en mengua, las medicinas brillando por su ausencia, la inseguridad a la orden del día, enfermedades tropicales que ya formaban parte del pasado, hoy hacen gala de su presencia y causan estragos en toda la población, junto a nuevas variedades como el famoso virus emergente "Zika", y para rematar ahora afecta severamente al país el fenómeno natural del niño, con consecuencias de alta disminución de los caudales de agua en todas las cuencas y microcuencas, que traerán graves consecuencias en la salud y la economía.
Son escalofriantes las informaciones que están apareciendo sobre la drástica disminución de los caudales que abastecen la represa del Guri y la cual le suministra al país mas del 70 por ciento de la energía eléctrica, ya las alarmas están prendidas y se comienza a hablar de racionamiento de la energía eléctrica en toda la actividad del país, lo que agregará otro ingrediente más a este cuadro endémico que esta padeciendo el pueblo venezolano, como dice el refranero popular: éramos muchos y parió la abuela.
Comenzarán los cortes de energía eléctrica con las graves consecuencias aguas abajo, daños en equipos electrónicos que no tendrán repuestos para repararlos y si los hay los costos sobrepasan la posibilidad del bolsillo del pueblo, el no poder reponerlo por uno nuevo por las mismas razones, la poca y racionada comida que se tiene en la nevera correrá el riesgo de dañarse y ¿cómo se repone? Ya los centros comerciales están hablando de reducir su horario de trabajo a 4 horas diarias, lo que afectará sensiblemente toda la cadena comercial y económica que generan esas empresas.
La reducida superficie agrícola que hoy se está cultivando en Venezuela es y será presa de este fenómeno natural, con la dificultad de que la actividad agropecuaria se consume el 75 por ciento del agua dulce existente, lo que indica un alto uso de este insumo que hoy también escasea, por lo tanto se espera una menor producción agropecuaria, amén de la escases de insumos básico para la producción.
El país contó con un Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales Renovables, de primer orden en América Latina, tenía excelentes estudios y perfiles que muy bien cuantificaba la oferta y demanda del agua como recurso vital y estratégico e insustituible; desarrolló los estudios de los "sistemas ambientales de Venezuela" que departamentalizó por estados y algunos estudios llegaron a nivel de detalle hasta el municipios, y que debieron servir para planificar todo el uso racional de agua, así como su producción, conservación y mantenimiento, tal como lo preveía el programa nacional de conservación de cuencas y microcuencas.
De otra parte agudizados como se han venido sintiendo los problemas básicos del país en los últimos 20 años, no ha habido forma ni manera de poner en marcha un nuevo patrón energético, que cambie la producción de electricidad casi que exclusivamente del agua, dejando de lado otras fuentes alternas de tecnologías también limpias como la eólica y solar, probadas con éxito y alta eficiencia en países que no tienen los recursos naturales de los que dispone Venezuela; pero aquí sigue faltando ese gobierno planificador con la mira bien en alto y que se asome al futuro con optimismo, perseverancia y dedicación.
Ya los discursos y trapos rojos que políticamente se ofrecen al pueblo como contraparte al problema de escasez de energía eléctrica demandado por la población y todo el aparato productivo del país, está quedando al descubierto, porque no se han ejecutado los programas y proyectos que ofrecieran alternativas válidas a la hora de disminuir los caudales de agua, porque nunca se oyó la voz de quienes diseñaron nuevas obras de embalses y alertaban permanentemente sobre los fenómenos naturales como el efecto invernadero o el niño; por cierto ocasionados y acelerados por los países desarrollados que logran su bienestar temporal a costas de la destrucción de la naturaleza y hasta la vida.
Ojalá y ahora no salga algún encopetado diciendo que la escasez de agua que está comenzando a padecer el país se debe a los bachaqueros, o a que ha aumentado el consumo del vital líquido; mas por el contrario deben hurgar bien los anaqueles de estudios y proyectos que fueron rigurosamente bien formulados, y llamen a los venezolanos de bien a integrar un grupo técnico que vaya promoviendo propuestas viables, que pueden ser financiadas por La Corporación Andina de Fomento o El Banco Interamericano de Desarrollo, para enfrentar este otro grave problema que está apareciendo y que hace nuevamente valedera aquella canción popular de los 70 del puertorriqueño Odilio Gonzales: yo tenía una luz que a mí me alumbraba……..!