Con un discurso fuera de sintonía con la realidad social y política del país, los dos comunicadores sociales arman una crítica al Gobierno de N. Maduro y al quehacer del PSUV fuera de todo sentido de la justeza del pensamiento crítico revolucionario.
Ambos comunicadores se enfrascan en una entrevista para el programa Hinterclases donde pretenden mostrar que el Gobierno revolucionario ni oye, ni entiende ni actúa con el sentir del pueblo venezolano, la masa de pueblo que apoya la Revolución. Esa tésis de la crítica izquierdista disidente con el Gobierno de la Revolución no tiene ningún fundamento en la realidad. Los comunicadores actúan como si nada hubiera ocurrido después del 6D, como si el Presidente N. Maduro actuara como un empedernido narcisista político. Basta seguir de cerca la proyección crítica del Gobierno y las políticas que emprende en reacción a la derrota en las elecciones y , ante todo, a la crisis económica y social, para ver en qué aguas inconfesas se mueven dichos comunicadores.
Pero lo que más llama la atención es que ambos comunicadores no hayan notado, que su presumible olfato de conocedores de la realidad no les de para constatar que toda la proyección de las políticas que asume el Gobierno del Presidente N. Maduro emana de un extenso y estrecho debatir, reunirse y discutir con disímiles grupos sociales, sectores de trabajadores y con actores de la juventud progresista venezolana. Para más inri, incluso con aquellos actores y sectores empresariales privados que asumen una posición sensata en cuanto a la necesidad de recuperar la racionalidad económica en el desempeño del país. Ese constante reunirse y debatir con el pueblo en un montón de asambleas nutre a N. Maduro y a su Gobierno del sentir y, más importante, de las ideas que el pueblo piensa para poner el país fuera de las garras de las oligarquías y enderezar el rumbo de la economía. Ahí está el oido a las voces de las necesidades sociales, esas cotidianas, y de las de más largo alcance que el Presidente N. Maduro pone. Es un trabajo, un quehacer y un esfuerzo político monumental.
Que los comunicadores Vanessa y Pirella no alcancen a ver este proceso sociopolítico tal como se está dando, e insistan en la quemada cuasi acusación política que el Gobierno no escucha la crítica, no conversa ni debate con el pueblo, habla de la alienación de los comunicadores más que de la posición sociopolítica que proyecta el Gobierno de N. Maduro.
Flaco favor le hacen los comunicadores sociales a su oficio y su misión cuando sucumben ante una ceguera política que les impide ver y comunicar la verdadera tensión social y la interacción del Gobierno de la Revolución con el pueblo y los actores económicos que están decidiendo y van a decidir que el país remonte y estabilice la marcha del país.
La izquierda disidente en monocorde coro con la derecha apátrida le pide la renuncia al Presidente N. Maduro. Pero esa misma izquierda no tiene, ni presenta ningún programa coherente de ideas y medidas para enfrentar por la izquierda la crisis socioeconómica que vive el país. Ese es el debate al que han de incitar y poner a la luz los comunicadores sociales comprometidos con el pueblo. El debate crítico revolucionario ha de ser debate democrático y no inclinación de la balanza hacia aquel lado que una disidencia de izquierda, en su derecho, pero con la mirilla puesta en el objetivo errado pretende imponerle al Gobierno revolucionario.
En ese sentido, he apelado en otros escritos, a que el canal del Gobierno VTV habrá un espacio de debate público con los distintos actores políticos de la izquierda plural acerca de los problemas políticos y las proyecciones económicas y sociales que entran en juego en el proceso de lucha y transformación revolucionaria del país. Ni el programa de P. Pirela ni otros en su estilo, atenidos a la fórmula de soliloquio (in)comunicacional, cumplen ese cometido. Es hora de darle la palabra en la televisión pública gubernamental en debate del pensamiento crítico revolucionario a todo el espectro de la izquierda que, supuestamente, lucha por el avance y el triunfo del socialismo.