La agricultura urbana

La agricultura urbana está siendo ferozmente atacada por la derecha venezolana, muchas de sus críticas son para ridiculizarla, para descalificarla y fundamentalmente para desmoralizar a nuestro pueblo y buscar detener o reducir el inmenso entusiasmo y aceptación que esta iniciativa está generando en los barrios y urbanizaciones de nuestras ciudades.

Todos los días en nuestros barrios, bien sea de mañana, tarde o noche estamos realizando 6 y hasta 7 talleres diarios, en intensas reuniones con movimientos, frentes sociales y principalmente en las comunas, impulsando las Bases Agroecológicas para empoderar al pueblo en el hermoso arte de sembrar y en la producción agrícola con los Patios Productivos. El entusiasmo y la sed por aprender a seleccionar las semillas, a realizar los semilleros, a seleccionar el abono, a elaborar los fertilizantes, los biocontroladores y a cultivar sus propios alimentos me permite afirmar que esta política difícilmente podrá ser derrotada por esta oposición que cada día se desespera más por derrocar al camarada Presidente Nicolás Maduro.

La agricultura urbana necesariamente nos coloca en el camino correcto para romper más de cien años de cultura rentística de nuestra sociedad, donde se impuso que es más fácil comprarlo que hacerlo, es más fácil traer alimentos de otros países que producirlos aquí, además que nos reencuentra con los saberes que nuestras abuelos tenían sobre el arte de sembrar. No es sólo la migración que se generó de los campos hacia las ciudades y la explotación petrolera, sino la pérdida de esos saberes que incluso hoy, es tan arraigado, que muchas de nuestras comunidades rurales perdieron su vocación agrícola.

Por otra parte la forma de explotación de nuestros recursos en el planeta con sus altos niveles de contaminación están generando severos trastornos en el equilibrio ambiental sumado al fenómeno del niño que en los últimos 5 años ha ocasionado en muchos países períodos de lluvias muy cortos, es decir que este verano será más severo que el del año pasado. Pero como nuestra población se concentra en casi un 80% en las ciudades, donde hay agua y la inmensa mayoría de nuestras casas en las barriadas tienen patios, es realmente viable incorporarlos a la producción agrícola, además que socializa el conocimiento y nos reencuentra con el trabajo colectivo, con el trabajo en familia rompiendo los paradigmas del individualismo.

La agricultura urbana prendió como pólvora en nuestras organizaciones sociales, en nuestro pueblo que libra esta dura batalla contra la guerra económica y que asume decididamente su papel protagónico en la producción y en la construcción del Socialismo Ético y Productivo.



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Willian Rodríguez


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