Feminicidio: Como no pueden matar al patrón capitalista, algunos hombres matan a sus propias compañeras.

 

Ustedes dirán, que como empecinado anticapitalista, veo al espantoso y estúpido sistema dentro el cual vivimos, como responsable en cada situación, que nos indigna y subleva. Pues sí, y muchos casos de feminicidio, son la consecuencia, de la degradación de mujeres y hombres, por el capitalismo.

Me unía a mi madre un gran amor. Pero además un gran respeto, con un poco de admiración, por la fortaleza de su carácter, su abnegación, su capacidad de entender a mi padre, y juntos elaborar una pareja, cuya mayor preocupación, era trabajar por un mundo más justo, y no acumular bienes materiales.

De aquella experiencia de mi niñez y adolescencia, nació un respeto profundo, que tengo por las mujeres, en especial aquellas que pertenecen a la clase trabajadora, por su fortaleza para enfrentar las tareas de ser madre, y responder por esa nueva vida, en un mundo injusto y criminal, como es el del capitalismo.

Y supongo, que debe ser el motivo principal, por el que trato de entender cuáles son las razones, por las que pueda existir, un grupo de varones que matan a sus compañeras.

Se habla mucho, de las razones del aumento o continuidad, de la tasa de feminicidio, en especial en América Latina, siendo México uno de los casos más representativos.

Y dentro de las causas con que se trata de explicar la violencia de género, aparecen desde el machismo y la misoginia, como actitudes incrustadas en el tejido social. O el caso de algún loco perverso, entrando en el cuadro dela psiquiatría criminal,

De lo que no cabe duda, es que en la pareja, el asesinato está en manos de los varones en mayoría abrumadora, que en el relato social y de los medios de comunicación, lo que se oculta cuidadosamente, es que el escenario donde ocurren estos crímenes, es el de sociedad que vive bajo el sistema capitalista.

El capitalismo es el que, con su básica injusticia, despoja de las mínimas posibilidades de vivir una vida razonable, a la mayoría de los seres humanos, reservando para una minoría insignificante, la solución económica.

Que instituye el azar, como centro de la lógica capitalista, que va desde recibir la herencia de parientes casualmente ricos, pasando por la casualidad genética, así como la promoción de las actividades económicas no reguladas, con el sello de la decisión individualista.

Decisión que multiplica la dependencia del azar, a través de los entrecruzamientos y tramados hasta el infinito, en las acciones tanto económicas, como políticas del ser humano.

Y esa multiplicación, que nos es vendida como señal de creatividad y de progreso, se transforma en un enloquecida maquinaria de complicaciones, que se contrapone a las necesidades materiales, directas simples y concretas del ser humano, que son alimentarse, disponer de una vivienda , cuidarse la salud y convivir amigablemente con la Naturaleza .

Y esa multiplicación individualista, de procesos y `problemas inventados, necesita de un hombre especial, de los que no hay muchos, para sacar beneficios económicos de esas actividades.

Ese pequeño grupo de hombres, que están genética y técnicamente preparados, o que por azar integran el sector privilegiado, de las elites de dirección, se impondrán con codicia y eclipsaran a los demás, apoyándose en las leyes absurdas e inhumanas del capitalismo, dejando tendales de trabajadores pobres permanentes y masas de excluidos.

Este es el resultado de una economía que en el capitalismo es decididamente azarosa y enloquecida. Toda planificación y regulación del proceso económico, es rechazada con horror por los capitalistas.

Especialmente si esa planificación, pretende poner la economía, igualitariamente al servicio del ser humano, sin diferenciación alguna de clases sociales.

En esa multitud de excluidos, en el sistema capitalista, hay hombres y mujeres, pero sin duda los varones, siguen siendo los protagonistas principales, en esa tragedia de la exclusión. En lo económico y desde luego en lo social.

Es que en los casi 300 años del capitalismo, los varones han constituido desde los inicios, la mayoría de los explotados directos, por los dueños de los medios de producción,

Si bien, en los últimos 150 años, se ha ido incorporando progresivamente la mujer, y hasta los niños en la explotación capitalista del trabajo.

En la superestructura cultural, de la sociedad capitalista, sigue primando, aunque cada vez menos, cargar al varón, con la responsabilidad ancestral de proveer a las necesidades básicas de la familia.

La exclusión, la falta de trabajo y la `pobreza persistente, y la imposibilidad de cumplir con ese mandato social, llevan a muchos varones al alcoholismo y la droga. En especial aquellos, que se encuentran en los estratos más bajos en lo económico, de las clases sociales.

La mujer que en los últimas décadas, ha avanzado en sus derechos, muy avasallados en los siglos precedentes, ocupando activamente los puestos de trabajo, ofrecidos en los servicios e incluso más lentamente, en la producción industrial. Carga además, con la crianza directa de los hijos, y que debido a la falencia, de muchos varones en su rol de proveedores, se ve obligada a ocupar el puesto de jefe de familia.

Si a eso sumamos, que el Capitalismo ha transformado a la mujer en la protagonista del consumismo, engranaje central este, en el motor que sostiene a la producción capitalista.

Que esa acción sobre la psiquis de la mujer, basada en publicidad constante, infatigable, empujándola a la compra por todos los medios, presión que se vuelca primordialmente sobre las mujeres de la clase media, pero también sobre la mujer de la clase trabajadora, la hace más reactiva, a la falta de recursos económicos, que décadas atrás, en una sociedad más modesta.

Eso hace que muchas mujeres de esta época, ya no estén dispuestas a soportar una relación de dependencia injusta, y desigual con el varón en el matrimonio. Y decidan separarse y tomar a su absoluto cargo, sus propias vidas.

Esa circunstancia, pesa sobre los varones, produciendo una perdida esencial de la autoestima, por su fracaso personal, como proveedor de la familia en lo económico. Y no es de extrañar que en los menos instruidos o más endebles, surja la irresistible violencia y algunos lleguen al asesinato.

Pero los verdaderos autores intelectuales y prácticos de estos crímenes, son los patrones capitalistas, que se han apoderado individualmente de los medios de producción, obligando a los obreros a entregar por miserias, su fuerza de trabajo.

Que cuando les conviene a los patrones, para aumentar sus ganancias los despiden, empujándolos a la pobreza, al alcoholismo y desatan la violencia en el seno del hogar.

Yo mismo les puedo contar, que durante la vigencia del experimento de 70 años de socialismo real, en la URSS, eran muy escasos los crímenes de género, y los pocos que se conocían, eran de carácter pasional.

Eso se debía, a que la mujer había alcanzado un grado de igualdad en relación al varón, por el que no dependía de este, para la manutención económica del hogar. Y que el varón, no dependía de un patrón `privado que lo esquilmara, el Estado Socialista le tenía asegurado el trabajo, no existía la desocupación y por lo contrario el crimen era… no trabajar.

La locura del Capitalismo, es que un ser humano cualquiera, que tiene las máquinas y materias primas en su poder, puede decidir individualmente, la suerte de su trabajador, otro ser humano como el, y que este reprimido por el Estado y la sociedad Capitalista, no se atreva a enfrentar, a ese explotador criminal, que juega con su vida, decide su suerte, y entonces mata a su compañera, a quien culpa de su desgracia.

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Hersh Zakheim

Lic. en organización de Empresas Industriales. Politólogo graduado en la ex URSS

 HZ.virtud@gmail.com

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