"La ‘sostenibilidad’ es una cuestión ideológica y política, antes que un problema ecológico y económico". (James O’Connor, 1998).
Entre las variadas campañas seudoecologistas que acosan y acusan al ciudadano de a pie de derrochador e insostenible la más reciente y publicitada ha sido la de ‘la hora del planeta’ de WWF. A la que se han sumado indiscriminadamente incluso partidos políticos de la llamada nueva política. WWF es una de las mayores organizaciones ecologistas internacionales denunciada por sus prácticas contra los derechos humanos de pueblos indígenas y tribales [1]. Siendo las denuncias más conocidas las de Survival y las del historiador alemán Wilfried Huismann [2] [3] No hay que ser un hacker experto para encontrar oportuna información en Internet.
La pregunta de James O’Connor es muy pertinente: "¿Existe acaso alguien en su sano juicio que pueda oponerse a la ‘sostenibilidad’?" Pero igual de pertinente es reconocer que el mejor lugar para un ladrón es un banco. Los que alaban la filantropía y la caridad de los ricos se parecen mucho a los que se quedan mirando el dedo cuando éste apunta a la luna.
La campaña anual del apagón simbólico de WWF es gestionada por el departamento de marketing de la ONG conservacionista y es, como tal, una práctica de lavado de imagen y de recaudación. ¿Por qué no rinden cuentas del dinero obtenido en donaciones por esta campaña? ¿A cambio de qué obtienen tales donaciones? Las empresas ‘colaboradoras’ donan como mínimo 6 mil euros. En el listado de la web española hay 10 empresas (Banco Santander, y Coca Cola España, entre ellas) más la colaboración de Inditex como ’partner’. Mientras que las empresas ‘participantes’, más de cien, pueden donar una cantidad menor. Una campaña muy ecológica y muy rentable. Como poco más de 100 mil euros por 1 hora de ‘concienciación’ que saldrá de los bolsillos de los contribuyentes y sufridos usuarios de los consumos básicos (agua, gas y luz).
Uno de los más reputados ecologistas, Barry Commoner, ya demostró y advirtió dos cosas: 1) que el problema medioambiental está más relacionado con las desigualdades económicas que con la explosión demográfica y 2) que las mediciones per capita contribuyen a la confusión más que a la concienciación. Incluso afamados documentales como ‘la historia de las cosas’ de Annie Leonard muestran con claridad que el problema medioambiental no está en el final de la cadena (el consumo) sino en los eslabones intermedios, especialmente en la producción. Parece que la compulsión por los beneficios es mucho mayor que la compulsión por el consumo desenfrenado. En el mundo hay diez veces más dinero que bienes y servicios que comprar.
Y todo esto sin mencionar la famosa obsolescencia programada (cuestión ésta de la que también hay un excelente documental: "comprar, tirar, comprar" de Cosima Dannoritzer). Y la clamorosamente silenciada deuda ecológica del Norte con el Sur.
¡Qué ironía! Consumidores cautivos de empresas eléctricas, alimentarias, de telecomunicaciones y otros servicios básicos de las que reciben lecciones de ahorro y concienciación ecológica. Ni en los delirios más sublimes de Groucho Marx hubiéramos imaginado la deriva que sigue este mundo de risa.
Curiosamente, los expertos en energía han analizado que los avances tecnológicos no han contribuido a un mayor ahorro de energía, sino a un mayor consumo. Por ejemplo, en la ‘hora del planeta’ de 2014 se consumió un 5% más de energía eléctrica que una semana antes. Los que hacen dietas y dietas lo saben, el ayuno, dejar de comer o hacer menos comidas al día sólo aumenta la ingesta compulsiva como respuesta compensatoria de las reservas energéticas que se gastaron durante el ayuno [4]. Así, las dietas energéticas, aunque sean simbólicas, sólo contribuyen a un mayor consumo compulsivo de energía sólo necesario para poner a prueba los sistemas de respuesta de las grandes empresas (monopolistas) suministradoras de electricidad.
¡Basta ya de tanto falso ecologismo neoliberal! En la era de la información no podemos ser tan borregos. El freno al cambio climático no vendrá de acciones banales de culpabilización (aunque lo llamen ‘concienciación’) social. Estamos asistiendo a una batalla global por la definición de ‘sostenibilidad’ en la que van ganando los intereses de las grandes transnacionales. Y sin embargo, pese a tanto esfuerzo de marketing, como ya analizara James O’Connor, no es posible el capitalismo sostenible [5], porque "la ‘sostenibilidad’ es una cuestión ideológica y política, antes que un problema ecológico y económico".
¿Para cuándo ‘la hora de las personas’? En Lesbos están esperando. ¿Para cuándo la hora de la renta básica universal? En la cola del paro hay muchos esperando. ¿Para cuándo la hora de la abolición de los paraísos fiscales? En los comedores sociales siguen esperando. Y lo peor es que muy posiblemente mueran esperando sin ver jamás llegar su hora, salvo la de la muerte. ¡Cuánta hipocresía revestida de moral ecologista y de filosofía de la libertad!
Fuente: http://www.elsalmoncontracorriente.es/?El-seudoecologismo-de-La-Hora-del