Verano y fuego

"Hay mucha agua sin vida en el universo,

pero en ninguna parte hay vida sin agua"

Sylvia A. Earle, oceanógrafa

El sábado de gloria, muy temprano en la madrugada fui a la capital de la República a realizar una diligencia. Apenas empezamos a rodar en la autopista, que conduce de Acarigua a San Carlos, pudimos notar las inclemencias del tiempo; por una parte el calor a esa hora de la mañana se hacía insoportable, por la criminal quema en ambos lados de la vía, arrasando con la vegetación, que por momentos se escapa al desolador verano, y a los hambrientos animales, que muchas veces mueren por agua, haciendo más dramática esta época del año.

Al empezar amanecer, aparecieron los primeros rayos del sol, presagiando la intensidad del mismo; a los minutos se hizo presente totalmente rojizo, parecía una verdadera brasa en el horizonte, alumbrando la intensa humareda dejada por la candela al momento de extinguirse. En algunos caseríos, llega amenazante hasta los solares de las viviendas, siendo detenida por los cortafuegos, muy utilizados en las inmensas siembras en el periodo de verano, especialmente en los extensos cañaverales.

En todo el recorrido, hasta llegar a Caracas, se ven inmensas hectáreas totalmente calcinadas por la voracidad del fuego, arrasando con la poca fauna, que se escapa a la mano destructora del hombre, sin ninguna visión por preservar la fauna y la flora, una de las primeras enseñanzas que nos dan en la primaria, dejando muy claro: sin conciencia es muy poco, lo que podemos hacer en bien de las nuevas generaciones. Nadie puede entender, que en el centro del país, se vayan levantando urbanizaciones y caseríos sin tomar en cuenta ninguna previsión, para armonizar con la madre naturaleza; acelerando el drama de la escasez de agua, una de las grandes necesidades del ser humano en el planeta tierra; las campañas institucionales repetidas por el gobierno nacional, no parecen surtir algún efecto, porque muchas veces, las ofuscaciones políticas, privan en el raciocinio del ser humano.

Todo esto ha venido contribuyendo al grave problema de escasez, no solamente en nuestro país, sino en todo el globo terráqueo. En la década de los años ochenta, algunos países africanos, vivieron momentos dramáticos, especialmente Angola, país que vivió una sequía sin precedente, por un intenso verano (no llovió durante tres años) y eso que todavía no había aparecido el muy nombrado fenómeno del "niño", el cual ha venido haciendo estragos, a tal punto, que organismos internacionales se encuentran sumamente alarmados y preocupados, llamando al buen uso del agua, porque una gota mal utilizada o desperdiciada, puede hacer falta mañana.

En nuestro país, la situación es muy complicada por una serie de factores, donde el problema político, está impidiendo una discusión seria, donde se aborde con recursos técnicos, dejando a un lado la politiquería . Es lamentable, que muchas personas se crean unos expertos en hidrología, solamente por hacerle oposición al gobierno; hablan y muestran la represa del Gurí, sin saber lo que están diciendo, para tratar de crearle zozobra a la población venezolana.

Nadie puede esconder el problema. Las altas temperaturas, es una agravante, porque aumenta el consumo de energía eléctrica, sobre todo en los hogares venezolanos (Los aires acondicionados) acelerando la disminución en las fuentes generadores por medio del agua. Creo, que la urgente necesidad es entender, que mientras no llueva, seguimos cargando esa cruz. En los últimos tres o cuatro años, el periodo de lluvias, ha sido sumamente débil, y ahora en el 2016, nos encontramos padeciendo un inclemente verano, agudizado por el fenómeno del "niño", afectando a países vecinos, como Colombia, donde han tomado serias restricciones, para poder paliar la grave situación, sobre todo en la zona de la Guajira, territorio limítrofe con Venezuela, donde han fallecido algunos niños por la escasez del vital líquido. Es la hora de educar en función de preservar el agua, mientras la madre naturaleza se apiada de nosotros, y empieza a desparramar la lluvia sobre los campos y sembradíos de nuestra hermosa tierra.



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Narciso Torrealba


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