Por un puñado de dólares destruyen el medio ambiente

Venezuela tierra de gracia, tierra de contraste. Ocupamos el décimo lugar en el mundo en biodiversidad. Lo nuestro es un problema cultural, queremos vivir de talar, quemar y cavar. Tenemos un minero en la mente. Es el Extractivismo, el cual nos maquillan como una forma de organizar la economía de un país, basado en una alta dependencia de la extracción intensiva de Recursos Naturales, con muy bajo valor agregado y destinado para su venta en el exterior. En el país los gobernantes no han tenido una mentalidad progresista y de desarrollo económico conjuntamente con la preservación del medio ambiente, sus ideologías arcaicas y obsoleta no les permite ver más allá del conuco y se agredir a nuestro planeta causando grandes daños ecológicos, lo más fácil es vender materia prima y entregar las riquezas naturales a las trasnacionales, así se den golpes de pecho y se autoproclamen revolucionarios y socialistas practican el mismo credo de los cuarto republicanos destruir y vender nuestras riquezas naturales al mejor postor, sea chino, alemán congolés, canadiense o estadounidense.

Toda la vida hemos tenido una economía minera o sea extractiva, extraer de la tierra y vender. Cada vez más, no importando un bledo las futuras generaciones que si aún existe el planeta vivirán en un desierto. Este país favorecido por la madre naturaleza, pero gobernados por ineptos, tiene petroleo, gas, hierro, carbón, bauxita, cobre, diamante y coltán; se tenía proyectado duplicar la producción petrolera, pero mal administrada sus recursos, todo resultó un fracaso, la corrupción y el derroche no lo permitió, igual con los planes gasífero, resultaron un fiasco, ahora no les queda otro camino que entregar el petroleo a rusos, iraníes y chinos, van por el oro, diamante, cobre y coltán, esos son los últimos convenios firmados en marzo 2016.

Los responsables de cuidar el medio ambiente somos todos, pero si el gobierno se empeña en vender o entregar nuestras reservas naturales a las trasnacionales, esas empresas no van a tener el menor escrúpulo para causar graves daños ecológicos y arrasar con la biodiversidad en las zonas a explotar. Arrasaran con los bosques que son probablemente el patrimonio más valioso que nos ha regalado la naturaleza. Vivimos en una sociedad donde un árbol tiene valor después que se le ha derribado y se le ha calculado los metros cúbicos de madera. Sus alocuciones vacías cuando acuden a las cumbres sobre el calentamiento global y el cambio climático o los discursos donde se rasgan la investidura, los días de la tierra o el medio ambiente. No hay el mínimo respeto a la naturaleza y nuestro planeta. El debilitamiento institucional del órgano encargado de la ejecución de políticas ambientales en el país significará menos posibilidades de monitorear y establecer correctivos a las consecuencias negativas del extractivismo en Venezuela. En Venezuela el Ministerio de Ambiente no existe, solo es una nomenclatura o un parapeto. Aún no han entendido que el cambio climático es una amenaza real, que está causando inundaciones y sequias en el mundo.

El arco minero podría agravar esta situación. Uno de sus límites toca el cauce del río Paragua y sus tributarios, e impacta de forma directa la cuenca baja del Caroní, en la zona comprendida entre la frontera norte del Parque Nacional Canaima y la llegada a la represa del Guri. La consecuencia previsible es que se incrementará la cantidad de sedimentos que llegan hasta la represa, factor que disminuye su capacidad para generar electricidad, puntualiza María Tina Oliveira, directora de Investigación y Desarrollo de Provita.

"Esto ocasiona una disminución en el volumen de agua que puede almacenar y por tanto su capacidad para generar electricidad se ve reducida, además de los efectos negativos que genera el aumento de los sedimentos y de los coloides asociados a ellos en las turbinas del complejo hidroeléctrico".

"Venezuela está atrapada en una lógica rentista de la que no encuentra una salida. Se están entregado territorio en el Sur del país, para la explotación, producción y comercialización del oro a las transnacionales, ahora con la baja de los precios petroleros, se apunta hacia otros minerales, que en su mayoría están en los estados Amazonas y Bolívar.

Se están desplazando las organizaciones tradicionales indígenas, los pueblos indígenas reconocen los avances legislativos en materia de los derechos indígenas, pero derechos que están engavetados y cuando se trata de explotación minera son ignorados, hay un fuerte cuestionamiento a la actuación del gobierno nacional que está promocionando a los llamados "consejos comunales Indígenas" como figuras privilegiadas para el dialogo con el Estado, causando el desplazamiento de las organizaciones propias y tradicionales de los pueblos indígenas y además han sido manipulados y usados para legitimar actividades extracvistas en sus territorios.

La minería es una actividad a corto plazo pero con efectos a largo plazo. Con un impacto ambiental muy importante, los más perjudicados son los bosques que son deforestado, se calcula que la minería conjuntamente con la exploración petrolera, amenaza el 38% de las últimas extensiones de bosques primarios del mundo. Son infinitos los daños causados por la actividad minera.

La deforestación no sólo afecta el hábitat de cientos de especies endémicas (muchas llevadas a la ex tinción), sino el mantenimiento de un flujo constante de agua desde los bosques hacia los demás ecosistemas y centros urbanos. La deforestación de los bosques primarios causa una rápida y fluida escorrentía de las aguas provenientes de las lluvias, agravando las crecidas en los períodos de lluvia debido a que el suelo no puede contener el agua como lo hace en presencia de las masas boscosas. El enorme consumo de agua que requiere la actividad minera general- mente reduce la napa freática del lugar, llegando a secar pozos de agua y manantiales.

Productos químicos peligrosos utilizados en las distintas fases de procesamiento de los metales, como cianuro, ácidos concentrados y compuestos alcalinos, si bien supuestamente están controlados, es moneda corriente que terminen, de una forma u otra, en el sistema de drenaje. La alteración y contaminación del ciclo hidrológico tiene efectos colaterales muy graves que afectan a los ecosistemas circundantes –de manera especialmente agravada a los bosques– y a las personas.

La contaminación del aire puede producirse por el polvo que genera la actividad minera, que constituye una causa grave de enfermedad, generalmente de trastornos respiratorios de las personas y de asfixia de plantas y árboles. Por otro lado, suele haber emanaciones de gases y vapores tóxicos, producción de dióxido de azufre –responsable de la lluvia ácida– por el tratamiento de los metales, y de dióxido de carbono- no y metano –dos de los principales gases de efecto invernadero causantes del cambio climático– por la quema de combustibles fósiles y la creación de lagos artificiales detrás de los embalses hidroeléctricos destinados a proporcionar energía para los hornos de fundición y las refinerías.

La actividad minera, además, consume enormes cantidades de madera para la construcción –en el caso de las minas subterráneas–, y también como fuente de energía en el caso de las minas con hornos de fundición a base de carbón vegetal. También, cuando se realiza en zonas remotas, implica grandes obras de infraestructura, como carreteras –que abren el acceso a los bosques–, puertos, poblados mine- ros, desviaciones de ríos, construcción de embalses y centrales generadoras de energía.

Se aduce que la minería es vital para la industrialización, porque aporta materias primas y fuentes de energía. No obstante, desproporcionada concentración de inversión actual en la búsqueda de oro y diamantes, que son marginales para la producción industrial, dan por tierra la justificación social del sector para sus actividades. En 2001, el 82% del oro refinado tuvo como destino el mercado de la joyería, y vale la pena tener en cuenta que para producir un anillo de oro, el promedio de residuos de roca generados en una mina es de más de 3 toneladas. En Estados Unidos, la compañía Pegasus Gold hizo desaparecer la montaña Spirit Mountain de Montana, reemplazando lo que fuera sitio sagrado de las tribus por una mina de oro a cielo abierto. Durante los próximos 1.000 años, el sitio seguirá destilando ácido en la cuenca de la región.

Las distintas "fiebres del oro" a lo largo de la historia han llevado muerte y devastación a las poblaciones locales. Desde los Sioux de Black Hills a los aborígenes de Bendigo en Australia, la historia del oro está manchada de sangre. Y hoy, los Yanomami y los Macuxi de la Amazonia, los Galamsey de África Occidental y los Igorot de Filipinas, corren el mismo peligro.

La minería llega a un lugar con su promesa de generación de riquezas y empleo, pero se cuentan en millones quienes en todo el mundo pueden dar testimonio de los altos costos sociales que trae consigo: apropiación de las tierras de las comunidades locales, impactos en la salud, alteración de las relaciones sociales, destrucción de las formas de sustento y de vida de las comunidades, desintegración social, cambios radicales y abruptos en las culturas regionales, desplazamiento de otras actividades económicas locales actuales y/o futuras. Todo eso aparte de las condiciones laborales peligrosas e insalubres de ese tipo de actividad.

Puede aducirse que muchas de las comunidades afectadas han dado su consentimiento. Pero difícilmente puede hablarse de consentimiento genuino, con información previa, ya que no tienen la oportunidad de saber cabalmente lo que les espera cuando se les pide que pongan su firma sobre la línea punteada al pie de un contrato. Es por eso que se reclaman mecanismos que permitan a las comunidades indígenas y locales participar efectivamente en los procesos decisorios, así como normas que les permitan rechazar ese tipo de emprendimientos en sus territorios.

Si hay quienes de todas maneras desean usar oro, o bien utilizarlo para los arreglos odontológicos o en los microcircuitos de las computadoras y teléfonos celulares, está bien. Pero, como alguien propone: saquémoslo de fuentes recicladas. De las 125.000 toneladas de oro extraídas de la tierra, más de 35.000 toneladas yacen en las bóvedas de los bancos centrales. Es más, la Reserva Federal de Estados Unidos posee 8.145 toneladas de oro, aproximadamente el 6% de todo el oro extraído. Entonces, ¡qué mejor que reciclarlo de las bóvedas de los bancos!

http://wrm.org.uy/es/files/2013/04/Mineria_Impactos_sociales_y_ambientales.pdf

En Venezuela actualmente en su profunda crisis económica, social y moral entrega sus riquezas naturales petroleo, gas, oro, bauxita, diamantes y oro, hay una gran rebatiña, ya todo fue entregado a compañías norteamericanas, chinas. De la República del Congo y de otros países, El Gran Arco Minero significa el final de la destrucción de los territorios del Sur, ya deforestado, contaminados y arrasados por la fiebre del oro, que nos quedara al final de este siglo, el desierto de Guayana, donde una vez fue una selva con unas de las biodiversidad más numerosa del planeta, solo será otro Desierto del Sahara en África del Norte. Es un territorio que alcanza los 111.843,70 kilómetros cuadrados que se ven afectados por el decreto 2.248 publicado en la Gaceta Oficial 40.855.

En entrevistas el ex senador y corredactor de las normas ambientales contenidas en la Constitución aprobada en 1999. Alexander Luzardo ha dicho que las consecuencias que ya se prevé que tendrá la explotación minera en el Arco Minero alarman. "El primer crimen del decreto es el reduccionismo lingüístico, pues circunscribe una realidad de una enorme complejidad ecológica simplemente a la minería, sin tomar en cuenta las riquezas de recursos como el agua, la biodiversidad, las reservas forestales de bosques como el Caura, con más de 5 millones de hectáreas, ni Imataca, con más de 3,8 millones de hectáreas, además de monumentos naturales que se verán afectados como el caso del Guanay".

Luzardo no escatima en símiles para describir el escenario que se avizora. "Lo que está produciéndose aquí es un Chernóbil minero: liquida fuentes de agua dulce, biodiversidad, reservas forestales, envenena las aguas con mercurio y cianuro, va a afectar la pesca, es un crimen horrendo".



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Juan Linares Ruiz

Ex-parlamentario regional. Especialista en Crisis. Temas Preferido: Ecología, Política Internacional y Laboral. Militante de Marea Socialista en el estado Bolívar.

 jlrlinares@gmail.com      @JuanLinaresRuiz

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