El domingo Alexis se nos fue sin mucha bulla. Dos meses atrás habíamos estado conversando sobre Venezuela, los venezolanos y la crisis que padecía cada quien en el espacio en el que se desenvolvía. Por supuesto que siempre ponía el acento en los avatares de Margarita y los margariteños, tanto de los "ñeros" como de los "navegaos". Esas tierras y esas gentes eran una de sus pasiones. Nació en Los Robles, de padres que también habían nacido en Los Robles. Siempre tenía alguna anécdota sobre los nacidos en La Asunción. Decía que éstos no habían resuelto el problema del gentilicio, no sabían si eran asuncinos, asuntinos u otro nombre dado a los de Asunción del Paraguay u otra Asunción. Se trataba de juegos entre la gente de la isla.
Se apasionaba igualmente hablando de su gestión como Presidente de la Asociación de Profesores de la Universidad Central de Venezuela. Justamente de nuestra Alma Mater egresó como médico, y después se fue a Salamanca donde estudió psiquiatría. Recuerdo en este momento conversaciones gratas sobre academia o política, con Simón Sáez Mérida, o con Alejandro Cáribas. Por cierto, en esos paliques siempre salía el tema del cine. No conozco a nadie que tenga una colección de películas como la de Alexis: Chaplin, Marlene Dietrich, Ava Gardner, Marcelo Mastroiani, Sofía Loren, Carlos Márquez, Liliana Durán, María Felix, o personajes como Akira Kurosawa, con sus películas Rashamon o Kagemusha, o actrices recientes como nuestra Elba Escobar, o Mimí Lazo, o Carolina Riveros, en fin, hasta el contemporáneo Edgard Ramírez; todos eran partícipes de nuestros coloquios.
Alexis nadó como pez en el agua en la Asamblea Nacional Constituyente. Se metió de alma vida y corazón con el tema de la seguridad social. Mucho se le debe al constituyente por Nueva Esparta, en materias como la protección de los ancianos, para que sus pensiones no fueran inferiores al salario mínimo. Impulsó las garantías para un trato igualitario para los discapacitados que pudiesen cumplir tareas acordes con sus fuerzas, y en ambientes laborales satisfactorios. Del mismo modo concentró sus energías para que a los venezolanos se les garantizara una vivienda adecuada, segura, cómoda e higiénica, con servicios comunes para las rutinas de los niños, adolescentes y adultos.
Donde esté, estoy seguro, será un fanal para que sus aspiraciones no sean sólo letra que dejó plasmada, sino realidad en tránsito hacia mejores estadios de vida para los venezolanos, y entre nosotros, para los "ñeros" y "navegaos" que fueron su razón de existencia.
Estoy triste, y extrañaré nuestras conversaciones.
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