La muerte del agua, elemento imprescindible para la vida y el desarrollo

Catas de agua, jornadas de puertas abiertas, lanzamiento de una plataforma interactiva relacionada con el recurso hídrico y otras actividades recuerdan en el Día Mundial del Medio Ambiente (DMMA) que el H2O es un elemento imprescindible no sólo para la vida sino para el desarrollo económico y social.

El consumo responsable de agua ya fue uno de los elementos destacados en la celebración del DMMA de 2015 por iniciativa de la propia ONU, que en sus informes más recientes advierte de que, de continuar los actuales patrones de consumo y producción así como de crecimiento demográfico, para el año 2030 el mundo demandará un 30 % más de agua respecto a la que empleamos en la actualidad.

Elemento básico para el control de este consumo es la medición de la huella hídrica, que cuantifica el volumen total de aguadulce consumida, evaporada o contaminada y puede ser averiguada respecto a individuos, empresas o comunidades.

Empresas especializadas en tecnologías sostenibles de agua como Dow Water & Process Solutions calculan la huella hídrica media de un ciudadano español en 6.700 litros diarios, muy por encima de la media global de 3.794, lo que incluye no sólo la empleada para beber, cocinar o lavar sino la que se ha utilizado para la generación de bienes.

Se calcula que para producir cada taza de café hacen falta unos 140 litros de agua, 1.800 litros para una tortilla de patatas y en torno a 20.000 para confeccionar un ordenador.

De hecho, la economía está tan vinculada al agua que la consejera de Economía, Empleo y Hacienda de la Comunidad de Madrid Engracia Hidalgo recordaba en el XI Foro del Agua celebrado en la Fundación Canal esta misma semana que "tres de cada cuatro empleos dependen en mayor o menor medida" del acceso a este recurso.

Situación en España

En España, el uso del agua y su espacio asociado como bienes de dominio público está controlado por las autorizaciones y concesiones otorgadas por la administración.

Un reciente informe publicado por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (MAGRAMA) advierte de que un sistema de gestión del agua propio del siglo XXI no sólo debe ser eficaz para asegurar el suministro sino que debe ser sostenible para garantizar "el progreso económico, el desarrollo social y la conservación de nuestros hábitats y ecosistemas".

Según este documento, el sistema de gobernanza del agua en nuestro país es "un ejemplo de éxito" por su capacidad de adaptación al medio "a partir de un sistema de gobierno basado en la planificación, en la participación pública y en el desarrollo tecnológico y la innovación" para afrontar tanto el desafío de la escasez como el de las inundaciones.

Respecto al estado y calidad del líquido elemento, la Directiva Marco del Agua es la encargada de fijar y conservar este recurso que los datos del MAGRAMA estiman alcanza los 111.000 hectómetros cúbicos anuales en España.

Para el control del agua, son especialmente importantes los Planes Hidrológicos de Cuenca: por ello el Gobierno aprobó a primeros de enero de este mismo año un Real Decreto de revisión de las 12 demarcaciones hidrográficas intercomunitarias (incluido el del Cantábrico Oriental) y otro de 4 demarcaciones hidrográficas intracomunitarias (3 de competencia autonómica andaluza y la de Galicia Costa).

Diversas actividades

Entre las iniciativas relacionadas con el agua diseñadas para festejar el DMMA, la Fundación Aquae ha puesto en marcha varias propuestas: desde el lanzamiento de Aquae Hub -una nueva plataforma interactiva para dispositivos móviles que puede descargarse gratuitamente en iTunes y Google Play a partir de este domingo-, hasta la convocatoria de los premios INNOVA así como de un nuevo programa de becas.

Barcelona acogerá el 13 y el 14 de junio las jornadas sobre reutilización de agua en Europa dentro del proyecto DEMOWARE, el más grande de este tipo en la actualidad, ya que participan 27 instituciones de 10 países europeos incluido España donde se presentarán las novedades tecnológicas en el sector.

En la Comunidad Valenciana, Aigües de Cullera organizaba esta semana en colaboración con el Ayuntamiento de esta localidad costera y con Interlab -un laboratorio dedicado al análisis de las aguas para consumo humano- una cata a ciegas de aguas para aprender a distinguir entre las embotelladas, las captadas en pozos o las generadas por desaladoras, entre otras.

En Jerez, la empresa gestora del servicio municipal Aquajerez diseñaba una jornada de puertas abiertas para mostrar a los medios de comunicación cómo funciona el telecontrol de la depuradora El Portal, responsable de la red de abastecimiento y alcantarillado de la ciudad.

Sobreexplotación

Éstas y otras actividades organizadas estos días buscan concienciar tanto a ciudadanos como a administraciones y empresas ante el riesgo cierto del agotamiento del recurso por sobreexplotación o contaminación, como demuestran los casos del mar de Aral o el lago Poopó, verdaderas catástrofes ecológicas recientes.

En el mar de Aral, ubicado en Asia Central entre Kazajistán y Uzbekistán, las políticas soviéticas de reaprovechamiento de agua para irrigación desde los años 60 del siglo XX redujeron progresiva y dramáticamente lo que fue uno de los cuatro lagos más grandes del mundo con una superficie de 68.000 kilómetros cuadrados: en la actualidad, el 95 % de sus embalses y humedales son desiertos y más de 50 lagos de sus deltas están secos.

Peor es lo sucedido con el Poopó, hasta hace muy poco tiempo el segundo lago más grande de Bolivia después del Titicaca, donde la combinación de fenómenos meteorológicos como El Niño con la contaminación minera y la agricultura intensiva ha desecado la zona por completo: una fotografía tomada por la NASA en abril de 2013 lo mostraba lleno de agua y una segunda imagen capturada en enero de 2016 confirmaba que hoy está completamente seco.

En España, un ejemplo de los problemas generados por la mala gestión que conduce a la sobreexplotación de recursos hídricos sucedió en el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel (Ciudad Real), donde a finales de agosto de 2009 se detectó un incendio subterráneo ante el déficit de agua, extraída en exceso para su empleo en cultivos.

Para noviembre de aquel año, la situación fue oficialmente definida como "muy grave" pese a las medidas de urgencia tomadas por las administraciones, si bien finalmente el problema pudo ser controlado y eliminado gracias a las abundantes lluvias del invierno de 2009/2010, que inundaron de nuevo la zona.



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