"¿Renunció de verdad?", "¿A dónde se lo llevaron?", "Salió en un avión rumbo a Cuba", "’¡Suelten a mi Presidente, yo voté por Chávez!", "¡Queremos a Chávez, queremos a Chávez!"?", "¡Si no es Chávez, no queremos nadie!", "Esto es un golpe de Estado"…
Así se interrogaba o afirmaba la gente aquel abril agónico para el gobierno bolivariano…Se presagió el final de un proceso en ciernes cuando el General Lucas Rincón sentenció lapidariamente la renuncia del Presidente; lo que a pocas horas fue desmentido por una nota furtiva firmada por Chávez. Acontecimiento que recordó contundentemente que estábamos en un nuevo ciclo histórico asechado por los espectros del anterior resistiéndose a asumir los cambios. Ciclo que aparentemente se veía firme en la nueva concepción de nación propugnada, pero que en realidad era muy movedizo en la práctica: fue impotente para calibrar a tiempo la correlación de fuerzas, y poco cauteloso para colocar en cargos fundamentales a quienes deberían gestionar las nuevas políticas públicas.
Esa rivalidad concepto-practica se da en todos los ciclos históricos, con más o menos intensidad. Basta pensar que fuese Venezuela después de 1810 si sólo al unísono de los postulados de los pensadores europeos influyentes en la emancipación, hubiese cabalgado la construcción de la Republica sin ser vapuleada por los incesantes acontecimientos que hicieron desplomar las primeras republicas.
Y en el ciclo actual, está claro que lo vivido es continuidad de las situaciones adversas que se iniciaron con Chávez y que el devenir surgirá de la síntesis de la puja que haya entre las fuerzas políticas fundamentales, además de la incidencia de los factores sociales, índices económicos, injerencia internacional, manejo mediático y de las redes sociales, sobre todo estas por su preponderante rol en la construcción de nuevas simbologías. Ya es responsabilidad de los actores principales del proyecto bolivariano tensar con más fuerza para obtener saldos positivos en la mencionada síntesis.
La oposición seguirá con vehemencia propugnando una "salida", recogiendo firmas para el revocatorio y sobre todo, creando las condiciones en la calle, mediáticamente, en y con las instituciones (a propósito: ayer los obispos en la UCAB anunciaron la probable reedición del caracazo) y aprovechando cualquier desacierto gubernamental para buscar la renuncia de Maduro, a la que ya muchos le han puesto fecha según sus cálculos de inventarios para mantener el abastecimiento de la cesta básica, de la inflación y la capacidad de aguante de la ciudadanía "silvestre", el no militante chavista. Que de seguirse conjugado todo esto de modo negativo, el Presidente debería renunciar.
Algunos hablan de una necesaria renuncia presidencial para salvar al chavismo de derrotas que lo diezmen profundamente, y en el otro extremo, anhelan y piden tal renuncia para acabar definitivamente con la propuesta de la quinta república. Y lo probable es que esto no sea, y que el revocatorio cuando se haga, este o el próximo año, será la "válvula" que se abrirá para bajar la tensión…no así para bajar la desesperanza la que ameritara a estas altura, de un esfuerzo exponencial no sólo del Presidente, de sus colaboradores más cercanos, alcaldes, gobernadores, diputados, concejales y grupos políticos aliados. ¡Esfuerzo verdadero carajo…!