Se reactiva la posibilidad de diálogo con el arribo del ex presidente Rodríguez Zapatero, quien cargado de optimismo considera que están dadas las condiciones para que Gobierno y oposición dialoguen “en breve plazo”.
En comunicado, el alcalde de Libertador, Jorge Rodríguez, miembro de la comisión de diálogo del gobierno, ratifica la disposición del Presidente a dialogar “sin condicionamiento” con la oposición. Sin embargo, acota que “Si quieren respeto deben respetar” y, en tanto condiciones, exige el cese de la guerra económica, el respeto a los poderes públicos y desistir del llamado a la intervención extranjera en Venezuela.
EE UU reitera su "apoyo a los esfuerzos por avanzar en ese diálogo" de los expresidentes que lideran la mediación. En comunicado el portavoz del Departamento de Estado expone “sin querer queriendo” las condiciones de su país: “EEUU continúa uniéndose a países de la región y de todo el mundo en el llamado al Gobierno de Venezuela para que libere a los presos políticos, respete el rol constitucional de la Asamblea Nacional, y permita al pueblo de Venezuela hacer oír su voz a través de los mecanismos constitucionales, como el referendo revocatorio, sin demora”. La Canciller repudia tales declaraciones que “responden a intereses de la derecha venezolana, así como atenta a la soberanía e independencia de la patria”.
A la luz del contexto actual, debemos preguntarnos como promover el diálogo, sumar y desenmarañar el intrincado juego entre actores nacionales e internacionales. Ante la debilidad coyuntural de las recientes gestiones, se requiere de una paciente labor de construcción de consensos y de una amplia base de acuerdos. Proceso de negociación que, a su vez, permitirá avizorar y anticipar posibles conflictos que emergerán de los intereses ocultos tanto nacionales como internacionales. Será todo un reto la construcción de consensos perdurables, suerte de inversión política a largo plazo que deberá incluir diversos actores.
Se deberán promover procesos ampliados de consulta, discusión y negociación que sustituyan las discusiones y acuerdos a puertas cerradas.
¿En qué medida estarán preparados actores políticos para un escenario de diálogo y negociación conformado por múltiples actores, lógicas e intereses?
Abogamos por el fin de los clichés discursivos y por una cultura del diálogo institucionalizado.