Este artículo lo escribí en agosto de 1995. Reflejaba mi visión de los políticos de la IV República. Hoy, al releerlo, 21 años después, encuentro que los políticos de la V República se parecen mucho a aquellos. Lo que señalo, no ha perdido vigencia o, más bien, se repite. No le he cambiado, ni agregado nada. La diferencia es que aquellos políticos no eran "nuestros", los de hoy sí lo son… Lamentablemente…
Si yo hubiese nacido en uno de los tantos barrios de Caracas, yo hubiera sido un delincuente. No me cabe la menor duda. Me refiero a uno de esos barrios que señalan la existencia de la otra sociedad, una sociedad que se rige por normas distintas, donde la vida puede depender de una bala perdida, donde se vive en condiciones extremas.
Si yo hubiese nacido en uno de esos barrios, hubiera sido un delincuente. De esos que asaltan pistola en mano y que asesinan. De esos que no dudan al disparar, de esos que no fallan. De esos que, en nuestras cárceles, juegan futbol con la cabeza decapitada del rival de riña recién derrotado. Mis sentimientos están con esos hombres "salvajes" e "inhumanos". La vida y la muerte, en esas condiciones, son expresiones de algo que nunca empezó porque nunca fue vida y que tampoco puede acabar porque siempre fue muerte. Una muerte auténtica que tiene olor a rebeldía, la rebeldía del hombre que va en busca de su muerte propia. Una muerte que sólo a ellos pertenece, que no es ajena, ni anónima, ni prestada, que tiene sangre, que tiene pasión descarnada y que contrasta con la vida triste, sombría, sin compromiso de muchos de nuestros políticos.
Si yo hubiera tenido que vivir en ese ambiente de miseria hubiera escogido la delincuencia ya que se parecería más a una vida más cercana a la realidad. Si una bala perdida hubiese podido decidir mi vida, hubiera preferido ser yo, con una pistola, quien decidiera la vida de otros. Y hubiera querido seguir el ejemplo de los políticos corruptos. Hubiese pensado que para comprar cosas, muchas cosas, el atraco podía ser la moneda de cambio ideal. El lujo ostentoso y egoísta me hubiera encantado. Obtener ganancia fácil y rápida hubiera sido mi sueño. El poder me hubiera gustado y como ellos que deciden por los demás, con acciones oscuras que satisfacen sus intereses mezquinos, yo hubiera decidido la vida de los demás con mi pistola y sin tanto discurso vacío y tanta burocracia. Al discurso de "mano dura" de ellos, que es más bien una mano blanda, sin responsabilidad por lo que se dice, sin convicción por lo que se hace, sin visión por lo que se quiere, yo hubiera contrapuesto la fuerza verdadera de mi puño armado y la contundencia de mi acciones. A la represión sin sentido y al trato inhumano en las cárceles hubiera correspondido con un rencor y una rabia desmedida. Al cinismo descarado, a la burla permanente, mi reacción hubiese sido la crueldad y el desprecio hacia la persona asaltada. Hubiera buscado parecerme, lo más posible, a ellos con el único medio de expresión y con la única herramienta de trabajo a mi alcance. Quizás hubiera vivido menos que ellos pero hubiera vivido tan bien como ellos. Hubiera seguido fielmente sus enseñanzas. Hubiera sido un buen alumno.
Si yo hubiese nacido en un barrio, duele decirlo, hubiera sido un delincuente. Pero no, no nací en un barrio. Tuve una infancia feliz, pude estudiar y pude viajar... Hoy, en cambio me encentro en mi apartamento de Chacao y puedo jugar y observar cuando quiero, a mi hijo de siete meses… Y estoy indignado… pero no es suficiente.
Y por Dios, que no se diga que este artículo es una apología del delincuente, que no lo es.
@upp89caracas