Es un tema que estamos discutiendo y definiendo a lo interno de la UPP 89 y el MEP originario (vale aclarar: el que fue ilegalizado, en pocas horas, por el TSJ). Es un proceso de reflexión que lleva varios meses, período de tiempo en el cual hemos permanecido en casi absoluto silencio, dándole al gobierno lo que pudiéramos calificar como "beneficio de la duda" para ver si se produce algún cambio en sus políticas. Observamos, por otro lado, que, con el sectarismo que lo caracteriza, al igual que al PSUV, el ejercicio de la crítica es una acción inútil o casi inútil. No hay interés alguno por ella.
En un artículo reciente, "Un gobierno que disimula, oculta, enmascara", http://www.aporrea.org/actualidad/a235023.html lo hemos caracterizado, con algunos ejemplos. Adicionalmente, consideramos que no se han implementado políticas fiscal, monetaria, cambiaria, productiva alguna que actúen sobre los fuertes desequilibrios macroeconómicos que impactan sobre nuestra economía, con la consecuente inflación, niveles de desabastecimiento, incluso niveles de desempleo (aunque el gobierno lo niegue, no existe ninguna economía que haya decrecido en más de 20 puntos porcentuales en tres años y el nivel de desempleo baje o se mantenga), entre otros elementos de nuestro desorden económico y evidente incompetencia. Y el gobierno ciego, sordo y mudo. Sumémosle a esto la ineficiencia en el uso de los dineros públicos, la merma en la calidad de los servicios públicos, la corrupción y un largo etcétera. Esta es una cara de la moneda.
La otra cara es que estamos en el mismo lado de la acera. En la izquierda, en la revolución, el lado de la democracia socialista, en el bando de los gobiernos progresistas y liberadores de los pueblos del mundo, contrarios a la derecha nacional e internacional, al capitalismo soberbio y depredador, al imperialismo voraz y desestabilizador. También no olvidamos la represión de la IV República, la "exclusión social" que la caracterizaba, la corrupción institucionalizada y la posición de privilegio de los grandes grupos económicos, la pérdida de soberanía nacional y la indignante sumisión a los Estados Unidos y otro largo etcétera. En pocas palabras, no tenemos duda alguna en ese sentido, con la derecha ni a misa.
¿Qué hacemos entonces? Una primera opción es permanecer en silencio. Una segunda es deslindarnos del gobierno. Entonces la pregunta es: ¿hasta qué punto o alcance hacerlo? Y una tercera, seguir apoyando al gobierno, bajo la premisa de la necesaria "unidad revolucionaria antimperialista", la necesidad de identificar, con contundencia, al enemigo ideológico y la esperanza de un cambio que, aunque tarde en llegar, terminará llegando, con el apoyo y la presión que el pueblo pueda ejercer.
¿Seguir apoyando al gobierno o no hacerlo más: he ahí el dilema? Sería interesante contrastar nuestra disyuntiva ética y en consecuencia existencial con ciudadanos que quieran enviarnos sus consideraciones, principalmente vía nuestro correo electrónico unidadpoliticapopular89@gmail.com o, en su defecto, vía twitter @upp89caracas. Sería un aporte interesante y una vía popular de consulta novedosa que agradeceríamos.