El limbo podría ser, un estado confuso, gris, vacío, sin reminiscencia... Tal se desprende de las interpretaciones que el uso le ha dado a esa hipótesis teológica del catolicismo. Adjetivos en efecto, válidos para explicar la situación en la que se encuentra un ser o la sociedad.
El estado casi agónico de las naciones que viven a merced de quienes se consideran los administradores naturales del planeta con sus corporaciones transmundiales, la banca, los grandes poderes políticos, económicos o militares, están en el limbo existencial. Y mucho más aquellas naciones donde la voracidad ha sido endógena y exógena, y por lo cual la lucha por la sobrevivencia ha sido fratricida, disminuyendo la capacidad y posibilidad de alcanzar un mediano desarrollo que pudieran garantizar el sustento de futuras generaciones. Basta conocer lo que ha pasado en el Congo, Níger, Sierra Leona…
Con la realidad que se vive en Venezuela, aunque dista mucho de aquellas, pareciera encontrase en un particular limbo, por lo que requiere de todos: ciudadanos de a pie, dirigentes de uno y otro lado, creyente o no creyente. Y todos necesitamos de un nuevo bautizo así como lo contempla la citada hipótesis católica, entendido este como una toma de conciencia profunda que apueste a caminar juntos en la trasformaciones que tanto se necesitan.
Sin embargo, de este limbo existencial en el que estamos imbuidos, no es tan fácil salir. Porque además de las diatribas por la pugnas del poder y la situación económica, estamos afectados como toda la especie humana, por la Modernidad Líquida de la que habla Zygmunt Bauman, "la que hizo que se nos escapara de entre las manos como agua entre los dedos, la posibilidad de una modernidad fructífera".
La vigencia de esa apreciación ontológica, como bien se le pueda llamar, es creciente por lo apremiante. Por lo cual existen reflexiones en estos días que aportan elementos para la comprensión del sistema mundo, entre las que rescato una entrevista que diera recientemente la escritora de la India Arundaty Roy, quien a partir de su realidad señala categorías que nos atañen.
Advierte la hindú: "…estamos en una situación en la que la rapidez de circulación del dinero y del capital, altera los parámetros de la comprensión humana y hunde nuestra alma de tal manera que somos incapaces de entender. Estamos en un gran problema como especie (…) creo que debemos acabar con la idea de que la naturaleza debe ser sojuzgada y dominada por los seres humanos. Debemos acabar con la convicción de que el ser humano debe estar en el centro del mundo y todos los relatos que la atraviesa".
Evidentemente manifiesta que el capital y la concepción antropocéntrica de una élite, hace inasible nuestro tiempo. En el caso particular de la India que es hoy una superpotencia con bombas nucleares existe una escandalosa desigualdad y una élite que coloniza su propio país.
Arundaty precisa dos aspectos fundamentales para entender en qué se soporta el estado de cosas que sentencian el acabose planetario. Uno: "…El capitalismo se ha convertido en una religión sin ninguna lógica. Ha desencadenado una psicosis colectiva. Sabemos que seguir viviendo como lo hacemos acarreará el fin del mundo y de la humanidad. Dos: la fuerza del capitalismo reside en su creatividad y su capacidad de adaptación… Sí, es creativo. Es suficiente para ver hasta qué punto que mientras el capitalismo supuestamente tiene por principio la competencia y el comunismo estaría basado en la unidad, los capitalistas están unidos mientras los comunistas están completamente divididos y son incapaces de ponerse de acuerdo.
Tal vez por esos dos planteamientos es que al pensamiento progresista convertido en cuerpo político, se le ha hecho difícil mantenerse y avanzar en las sociedades donde ha llegado. Y lo peor, la creatividad capitalista se las ingenia para que no vuelva a gobernar; ingenio que pasa por imbuir a la sociedad en la desorientación con el bombardeo de sus valores, en el desconcierto…en el limbo.
